Los trabajadores y trabajadoras argentinas conmemoramos nuestro día rodeados de un alto grado de inflación, exageradas subas del dólar provocadas por “los conocidos de siempre”, contradicciones políticas y falta de reacción eficaz de los gobernantes.
Un combo poco novedoso pero corrosivo. En este panorama hay una sola certeza: el presente estado de cosas no puede ser achacado a los millones de trabajadores/as que ejercitamos una paciencia infinita, sentido democrático indiscutible y lucha pacífica por necesidades insatisfechas.
Además, se suman voces que plantean soluciones mágicas con planteos altisonantes siempre con un elemento distintivo: proponer quita de derechos laborales, mayor precariedad y limitaciones al salario.
Los trabajadores/as no permitiremos que nuestras conquistas sean moneda de cambio de la puja electoral ni de las apetencias de los poderosos que fueron los ganadores durante la pandemia y la pospandemia (empresas alimenticias, laboratorios, petroleras, bancos, químicas y petroquímicas, etc).
Este Día del Trabajador/a recordamos con orgullo a quienes le dieron carácter global a la lucha por las ocho horas de trabajo e iniciaron una nueva etapa de valoración del tiempo en la vida de las personas y al peso que tiene la fuerza de trabajo en el mundo laboral.
Queda cada vez más claro que la desigualdad no puede ser la marca registrada del futuro, que no se puede prescindir de los trabajadores/as, que la solución a los problemas globales no pueden ser las guerras ni la discriminación.
También queda claro que los dos extremos contradictorios como son la inteligencia artificial y el oscurantismo no son el camino a transitar si queremos sobrevivir como especie.
La primera mayoría continuamos siendo los trabajadores/as ocupados, precarios y desocupados, activos o jubilados.
Somos una mayoría social indiscutible pero fragmentada.
Esa es nuestra fortaleza y nuestra debilidad. Es una encrucijada que debemos resolver.
De lo contrario, sacarán pecho quienes impulsan un mundo más desigual y sin derechos.
Los trabajadores/as argentinos tenemos historia de lucha organizada y tenemos memoria.
Y en particular, los trabajadores/as de la energía tenemos una oportunidad de marcar un rumbo de consolidación de derechos y de mejoras en la vida cotidiana.
La existencia de recursos naturales abundantes debe tener un correlato de equilibrio social tangible, un sistema de derechos sustentable, una posibilidad cierta de futuro colectivo.
No podemos regalar esa posibilidad a los que quieren imponer una realidad gobernada por la avaricia ni a los que pretender vivir del esfuerzo común sin aportar su grano de arena.
El trabajo es la clave. Los trabajadores/as somos su centro de gravedad. Una vida digna debe ser su consecuencia.
Feliz día para quienes movemos la rueda de la historia y somos el motor de la economía.
COMISIÓN DIRECTIVA APJ GAS