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Efemérides 30 de Enero – Maud Stevens Wagner

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La primera tatuadora profesional en EE UU

Un día como hoy pero de 1961 se despedía Maud Stevens, trapecista, contorsionista, acróbata, volatinera y primera mujer artista del tatuaje en Estados Unidos, que rompió los estereotipos en una época en que los tatuadores eran hombres y las mujeres que accedían a tatuarse, eran trabajadoras de circos y prostitutas.
Nació en 1877 en el Condado de Lyon, Kansas. Hija de Sarah Jane McGee y de David Van Buran Stevens. Desde adolescente empezó a trabajar en el ámbito circense. Allí, en 1904, mientras participaba en la Exposición Universal de Saint Louis, conoció a Gus Wagner, el hombre más tatuado de América, que había aprendido ese arte de los pueblos originarios de Java y Borneo. La atracción fue mutua. La invitó a un encuentro. Ella aceptó con una condición: que la iniciara en el arte del tatuaje. Comenzaba una nueva historia.
Los siguientes tres años fueron de intenso aprendizaje de las técnicas del entintado tradicional denominado “hand poked” o “stick and poke” y también de afianzamiento de la pareja que terminó casándose y teniendo una hija, Lotteva, a la sazón también famosa tatuadora.
Maud demostró un talento innato para los dibujos y las creaciones. Se caracterizó por diseños simples y detalles minuciosos. Tatuaba a Gus, era tatuada por él y se autotatuaba. Nunca utilizaron las máquinas para dibujar la piel que ya se usaban desde 1891. Lo suyo fue tradición pura. Agujas o palillos mojados en tinta creando los dibujos punto por punto sobre la piel. Se animó a tatuar a sus compañeros/as del circo y a los voluntarios del público que acudían a las veladas circenses. Se había transformado en una profesional del tatuaje.
Su cuerpo se cubrió de caballos, leones, monos, serpientes, mariposas, mujeres, animales míticos, plantas exóticas, el nombre de su marido en el brazo izquierdo. Se promocionaba como “la mujer hipertatuada” y su sola presencia era un acontecimiento que atraía a los espectadores.
Después de algunos años de convivir con sus actuaciones en los circos y su afición por la piel entintada, Maud y Gus tomaron una decisión: dedicarse profesionalmente solo al tatuaje. Compraron un carromato, organizaron una empresa familiar y recorrieron el país. Se presentaron en ferias, teatros de vodevil, parques de diversiones, salas de juego, freak shows.
Su popularidad crecía y el arte del tatuaje se difundía. El itinerario en su calidad de artistas errantes permitió que este arte irrumpiera desde las costas al interior de Estados Unidos, se transformara en parte de la cultura popular en muchos pueblos y ciudades pequeñas, que las mujeres comenzaran a tatuarse y derribaran lentamente los prejuicios respecto a esta forma de expresar gustos, homenajes y convicciones en la piel de las personas.
Su hija, Lovetta, aprendió la técnica desde los nueve años pero Maud nunca permitió que tatuara su cuerpo. Gus murió alcanzado por un rayo y no pudo continuar argumentando en el diferendo familiar a favor de que se dibujara la piel.
Como expresó la artista Amy Black: “Maud Stevens Wagner estableció definitivamente que las mujeres podían ejercer este arte igual que los hombres. Inspiró a otras mujeres a cruzar la línea e introducirse en un campo nuevo”, o la escritora Amelia Klem en su libro The Tattooed Lady: A History: «Ella acabó con los estereotipos que decían que las mujeres tatuadas eran prostitutas, chicas malas, o con el mito falso que decía que solo los marineros y los criminales se hacían tatuajes».
Falleció en Oklahoma hace varias décadas pero, últimamente, su figura se vio resignificada en brazos, hombros y remeras que se exhiben orgullosas en varias ciudades del mundo. Tan orgullosas como su icónica fotografía en que mostraba su cuerpo y sus tatuajes en una época peliaguda para contradecir cánones socialmente establecidos.
Salú Maud! Por tu destreza con la aguja y la tinta, por tu legado que ayudó a derribar el estigma de las mujeres tatuadas, por tu vida itinerante para difundir un arte indeleble y liberador de gustos, sueños, amores, denuncias y pensamientos.

Ruben Ruiz
Secretario General 


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