El cantor barbudo y sonriente que desparramaba esperanza
Un día como hoy pero de 1937 nacía Jorge Antonio Cafrune Herrera, “El Turco”, cantor y guitarrista argentino, investigador, recopilador y difusor incansable de nuestra música folklórica.
Nació en la finca “La Matilde”, El Sunchal, cerca de Perico, provincia de Jujuy. Hijo de José Jorge Cafrune y Matilde Argentina Herrera, descendientes de sirios-libaneses, dedicados al comercio de telas. Vivió toda su infancia en esa finca rural, donde aprendió las tareas rurales y andar a caballo. Cursó sus estudios secundarios en el Colegio del Salvador de la capital jujeña, mientras recibía sus primeras clases de guitarra del riojano Nicolás Lamadrid.
A los 17 años tuvo su primera guitarra. A los veinte se mudó con su familia a la ciudad de Salta. Trabajó en el bar “Madrid”, propiedad de su tío Ramsy Cafrune. Era mozo y atendía el mostrador. Despuntaba el vicio de cantor e impresionaba con su versión de “Chakay Manta”. En ese bar conoció a Luis Alberto Valdez, Tomás Campos y Gilberto Vaca, con quienes integraría “Las voces del Huayra” (Jorge Sauad se incorporaría más tarde). El nombre del grupo fue sugerencia de su tía, Amelia Murillo; la decisión de juntarse la tomaron después del festejo de cumpleaños de un amigo en que guitarrearon con una vibra común.
Grabaron su primer simple con los temas “Serenata riojana” y “Noche, noche” y luego ganaron un concurso del carnaval de Salta que les permitió obtener contratos en Radio Nacional y Radio Güemes. Al toque, hicieron una gira por Tucumán y Córdoba y grabaron su primer LP. Ariel Ramírez los escuchó y los contrató para actuar con él en Mar del Plata y otras ciudades del país, en el marco de su Compañía de Arte Folklórico. Cafrune tenía que cumplir el servicio militar. Lo hizo en el 5to. Regimiento de Caballería de Salta y en el 2do. De Montaña de Jujuy. Terminada la “colimba” tomó una decisión estética que lo acompaño de por vida: se dejó la barba.
Finalmente, el grupo musical se disolvió.
Tiempo después se incorporó – en forma esporádica– a los Cantores del Alba, junto a Luis Alberto Valdez, Tomás Campos, Gilberto Vaca, Javier Pantaleón y Alberto González Lobo (reemplazaba a éste último). Al mismo tiempo, volvió a su trabajo de mozo en el bar, hizo changas como camionero, fue obrero de una fábrica de cajas y empleado en un almacén.
En 1960 inició su carrera solista. Debutó en el “Centro Argentino” de la ciudad de Salta y emprendió una gira por Chaco, Corrientes, Entre Ríos y Buenos Aires. En la ciudad porteña tuvo poca repercusión y saltó el charco. Incursionó en Uruguay (realizó su primera actuación televisiva en Canal 4 de Montevideo junto a Los Olimareños). Luego encaró para Brasil, donde la cosa estaba peliaguda porque los militares habían dado un golpe de estado. Bordeó la frontera por el río Yaguarón (viaje que reflejará en “Camino de los quileros”) y cantó en Rio Grande, Porto Alegre, Pelotas, ciudades del estado de Santa Catarina, San Pablo y Brasilia.
En enero de 1962 se contactó con Jaime Dávalos quien lo invitó a Cosquín. Tocó en los boliches próximos a la plaza Próspero Molina y consiguió un lugar para actuar fuera de cartel. Cantó “Zamba de mi esperanza” y “El orejano”. Fue una actuación demoledora y el público lo eligió por medio del voto como Primera revelación.
A mediados de ese año se tomó revancha en Buenos Aires. Debutó en el programa “Aquí está el floklore” en radio Belgrano e incursionó en la televisión: primero, en “La pulpería de Mandinga” por Canal 9, y luego en “Sábados circulares”, “Escala musical” y “Guitarreadas” por Canal 13. Finalmente, llenó el Luna Park. Comenzaron las giras interminables por las provincias argentinas y Uruguay, generalmente acompañado por Los Olimareños. También participó del espectáculo “La montonera criolla”, emitida por radio Belgrano y Canal 11 que acrecentó su popularidad.
En diciembre de 1964 ganó el popular Festival Odol de la canción con el tema “Que seas vos” y su figura se nacionalizó. El pueblo había adoptado a Cafrune. En 1965 se apartó del reglamento del Festival de Cosquín y presentó a una ignota cantante tucumana. La joven subió sola con un bombo y cantó “Canción del derrumbe indio”. El público estalló. Nacía otra leyenda. Los organizadores rumiaron su bronca pero también aplaudieron.
Se casó con María Amalia Gallardo con quien tendría cuatro hijas: Yamila, Victoria, Zorayda Delfina y Eva Encarnación. Algunos años después se separaron. En abril de 1965 participó del espectáculo, ”Esto es folklore”, con los Huanca Hua, Jaime Torres y Raúl Barboza y dirección de Ariel Ramírez que recorrió casi todo el país. Su generosidad también tocó a José Larralde, a quien promocionó, invitó a grabar y llevó a sus giras presentándolo como “un chango de Huangelén”.
En 1967 realizó una gira que llamó “De a caballo por mi patria”, en honor al caudillo riojano Chacho Peñaloza. Recorrió el país montado a caballo como los gauchos, fotografió, filmó y recopiló datos de la cultura de pueblos y ciudades recónditos. Para esa gira buscó a un recitador y humorista chaqueño que llamaban “El soldado chamamé”, a quien ayudó artística y económicamente. La dictadura de Onganía prohibía los encuentros pero la gente se agolpaba igual. Le regalaban vacas lecheras, burras preñadas. Comenzaron en La Quiaca y llegaron a Rio gallegos. En el trayecto nacieron dos de sus hijas. La gira fue un hecho cultural y una experiencia de vida pero un fracaso financiero.
En 1970 logró un LP de oro (vendió un millón de copias) con Yo le canto a Paraguay. En 1972 inició una visita corta a España junto a Eduardo Falú, José Larralde y Los Chalchaleros. El éxito fue de tal magnitud que realizaron nuevos recitales en Madrid, Barcelona, Sevilla, Galicia, Canarias. También encontró un nuevo amor, Lourdes López Garzón, cuya familia quiso impedir todo acercamiento (la enviaron a un internado en Londres, de donde escapó) y con quien tuvo a Facundo y Macarena.
Entre 1972 y 1974 formó un dúo con Mario Perrotta, Marito, un niño de 12 años que lo acompañaba al final de sus presentaciones. Cantaron juntos en Europa, África y Siria. Un suceso inesperado.
Sus claras posiciones políticas -era peronista sin aditamentos- y su mensaje inequívoco a favor del pueblo provocó que la Triple A lo tuviera en la mira y, posteriormente, la sangrienta dictadura militar. No obstante, en enero de 1978 se presentó en Cosquín y ante el pedido del público, cantó “Zamba de mi esperanza” -que estaba prohibida- delante de los militares. Para algunos fue un acto de afirmación. Para otros su sentencia de muerte.
El 31 de enero de ese año inició su marcha a caballo desde Plaza de Mayo hasta Yapeyú. Su objetivo: homenajear a José de San Martín en el 200º aniversario de su nacimiento. Se iban a juntar 10.000 jinetes de todo el país. El Turco no podía faltar. Llevaba un cofre con tierra de Boulogne-Sur-Mer, lugar del fallecimiento de El Libertador. Montaba un bayo con guardamontes. Al día siguiente, en Benavídez fue embestido por una camioneta Dodge roja y sin luces. Al comando, un pibe borracho, Héctor Emilio Díaz, cuyo padre recolectaba papeles en el Ministerio de Bienestar Social con dicho vehículo, para luego venderlos.
La duda quedó instalada. Accidente o asesinato premeditado. Tenía solo cuarenta años.
“La Telesita”, “Zambita pa’ Don Rosendo”, “La añera”, “Zamba de un cantor”, “Milonga del solitario”, “Zamba de los mineros”, “Payo Solá”, “La cautiva”, “Paisaje de Catamarca”, “Virgen india”, “Coplas de un payador perseguido”, “Santafecino de veras”, “Chacarera del pantano”, “Que seas vos”, “Balderrama”, “Chacarera de Ledesma”, “Chiquillada”, “Milonga del peón de campo”, entre otras perlas que nos dejó.
Firme en sus principios, solidario, cercano, de voz privilegiada y presencia imponente, cantor de su tierra y de su pueblo. Un integrante indispensable en nuestra popular imaginaria…
Ruben Ruiz
Secretario General