César Milstein
Un día como hoy pero de 1927 nacía en Bahía Blanca, César Milstein, químico argentino y premio Nobel de Medicina en 1984. Hijo de Lázaro Milstein, viajante de comercio y Máxima Vapñarsky, maestra, quienes tuvieron tres hijos. César fue el del medio; el más travieso y desobediente. Cursó la primaria en la escuela N°3 de Bahía Blanca y el secundario en el Colegio Nacional (en la actualidad E. E. S. Nº 13).
Entre una y otro, leyó un libro que influiría en su vocación: Los cazadores de microbios de Paul de Kruif en el que se describían biografías de científicos (Louis Pasteur o Robert Koch). Sin embargo, Milstein no lo leyó como un libro de historias personales sino como uno de aventuras. “…era como Tarzán, pero más lindo”, dijo en algún reportaje. Además, recibía la visita de una prima mayor que trabajaba en el Instituto Malbrán y le contaba los experimentos que realizaba con el veneno de las serpientes.
Esos antecedentes definieron su tránsito hacia el mundo de la ciencia.
Al terminar el secundario se mudó a la ciudad de Buenos Aires e ingresó a la Facultad de Ciencias Exactas de la UBA, donde se recibió de Licenciado en Ciencias Químicas a los 25 años. Ese mismo año se casó con una compañera de carrera, Celia Prilleltensky con quien compartió la profesión y los avatares de una vida errante. Paralelamente, Milstein tenía tiempo para desarrollar sus ideas políticas. Adhería al ideario anarquista y tuvo una actuación destacada en el movimiento universitario de la época. Obtuvo aplausos, presiones y persecución.
Pero la economía de la flamante pareja era exigua. Milstein comenzó a trabajar en un laboratorio de análisis clínicos y se matriculó como estudiante de posgrado. Cuatro años más tarde, logró el título de Doctor en Química con una valorada tesis sobre enlaces químicos de enzimas y consolidó su puesto de trabajo rentado con el profesor Andrés Stoppani.
En 1958 ganó una beca del Consejo Británico para continuar sus investigaciones en Inglaterra. Primeramente, lo hizo en el Sir William Dunn School of Biochemistry y luego cursó un segundo doctorado en la Universidad de Cambridge donde descubrió un mecanismo desconocido sobre la activación de las enzimas.
Además, profundizó su relación académica con el premio Nobel Fred Sanger.
En 1961 regresó a Argentina, se hizo cargo de la División de Biología Molecular del Instituto Malbrán y conformó un equipo de profesionales entusiastas. Además, ayudó a fabricar algunos muebles necesarios para las prácticas y a arreglar muebles en mal estado demostrando sus habilidades de carpintero. Pero tras el golpe de estado de 1962 comenzaron los despidos de sus colegas con dos argumentos remanidos de las dictaduras argentinas: la ascendencia judía y la sospecha de filiación comunista. Decidió renunciar y volver a Inglaterra.
Se incorporó al Laboratorio de Biología Molecular del Medical Research Council como docente e investigador. Allí, lo esperaba su amigo Fred Sanger quien le propuso investigar los anticuerpos para comprender en profundidad los mecanismos que regulan el sistema inmune. Durante años, trabajó con su colega George Köhler intentando fabricar anticuerpos puros en forma artificial para lograr grados de inmunidad. Avanzaron lentamente en la configuración de anticuerpos monoclonales de una pureza máxima que permitieron mayor eficacia en la detección y posible curación de enfermedades.
En 1983 fue designado director de la División de Química de Proteínas y Ácidos Nucleicos de la Universidad de Cambridge y Gran Bretaña lo adopta como ciudadano y científico.
En 1984, tantos años de trabajos son reconocidos y le otorgan el Premio Nobel de Medicina, compartido con el alemán George J. Köhler de 38 años y el dinamarqués Niels K. Jerne de 73 años, por sus trabajos sobre inmunología y anticuerpos monoclonales, de gran importancia en el tratamiento de las enfermedades cancerosas, del síndrome inmunológico adquirido en los trasplantes de órganos y de muchas otras soluciones terapéuticas.
Estos trabajos llevaron a que la inmunología moderna incorporara un nuevo concepto: la reacción inmunológica del organismo está “regulada” por una compleja red de anticuerpos y contra anticuerpos y que la teoría de la red es un factor determinante en la prevención, diagnóstico y tratamiento de las enfermedades.
Abrió un camino inexplorado para luchar contra diversas formas de cáncer, determinar el grupo sanguíneo al momento de realizar una transfusión, elaborar test de embarazo y nuevos métodos de diagnóstico clínico, anticipar el grado de afinidad entre los órganos y el organismo receptor en un trasplante, desarrollar nuevos fármacos y vacunas.
Un dato imborrable: César Milstein ni sus colegas patentaron su descubrimiento; sostenían que era parte de la propiedad intelectual de la humanidad y lo legaron. Es más, Milstein envió muestras de su investigación a otros colegas que se lo solicitaron para que ellos pudieran seguir estudiando el tema, pero con tres condiciones: reconocer y citar el origen del hallazgo, no patentarlo, no cederlo a terceros. Sus ideas humanistas no quedaron en un papel, las practicó en la vida real. No fue millonario. Fue un defensor acérrimo del derecho global del acceso al conocimiento y la salud.
Salú César!! Por tu perseverancia, por tu honestidad, por tu ejemplo moral y por tu sabiduría ofrendada a tus semejantes.
Ruben Ruiz
Secretario General