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Efemérides 22 de Octubre – Nadia Boulanger

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La mejor maestra de música de la era moderna

Un día como hoy pero de 1979 se despedía Nadia Boulanger, pianista, organista, compositora, directora de orquesta, musicóloga, pedagoga musical y escritora francesa que formó a muchos de los grandes compositores del siglo XX como: Leonard Bernstein, Daniel Barenboim, Jehudi Menuhin, Aaron Copland, Quincy Jones, Astor Piazzolla, Philip Glass, Michel Legrand, Lennox Berkeley, Walter Piston, Igor Marquévich, John Eliot Gardiner o Elliott Carter.
Nació en 1887 en París. Hija de Raissa Myschetsky y del compositor y profesor de canto Ernest Boulanger. Tuvo una hermana menor, Lilli. Su madre fue una estricta educadora. Su padre el inspirador de las dos hijas. Recibió una intensa educación religiosa. A los diez años ingresó al Conservatorio de Paris. Rápidamente se destacó como pianista y organista y ganó diversos concursos de solfeo, órgano, acompañamiento al piano y fuga. Tuvo como profesores a los maestros Gabriel Fauré y Charles-Marie Widor, entre otros.
En 1900 falleció su padre y la situación económica de la familia se complicó. Nadia comenzó a dictar clases de piano elemental y acompañamiento al piano y, más tarde de armonía, contrapunto, fuga y órgano. Era muy joven pero de fuerte carácter y muy disciplinada. Su aporte económico fue importante. En 1904 comenzó a estudiar composición bajo la batuta del maestro Raoul Pugno. También se prodigó en interpretaciones de piano y órgano a dúo con su profesor o como solista.
En 1914 Nadia y Lilli abandonaron la música. Comenzaba la Primera Guerra Mundial y cofundaron el Comité Franco-Americano del Conservatorio Nacional de Música y Declamación donde juntaban alimentos y ropa para los soldados en el frente de batalla y ayudaban a sus familias.
En 1914 falleció su maestro Raoul Pugno y, poco antes de finalizar el conflicto bélico, falleció su hermana Lilli de una tuberculosis intestinal. El desasosiego fue enorme y dejó la composición y la ejecución de instrumentos musicales. Fue una época muy difícil. Nunca creyó ser una gran compositora, se sentía más segura en el campo de la enseñanza y de la dirección musical. Poco a poco retomó sus actividades. Su centro de operaciones fue el departamento familiar en el número 36 de la calle Ballu, en el noveno distrito de París, conocida en el ambiente musical como “La panadería”.
Impartió clases particulares en ese rincón parisino durante setenta años. El mito cuenta que tuvo cerca de 1200 alumnos. También fue profesora en varias instituciones educativas. En 1907 comenzó a impartir clases de música en el “Conservatorio Femina-Clasica”; desde 1920 ejerció la docencia en la “Escuela Normal de Música de París”; en 1921 cofundó el “Conservatorio Americano de Fontainebleau donde enseñó y luego fue directora.
También tuvo una actuación destacada como directora de orquesta. Dirigió en ocasiones puntuales a la Orquesta Filarmónica de París (1934), la Orquesta Filarmónica de Londres (1936, fue la primera mujer en dirigirla) y el estreno de “Dumbarton Oaks Concerto” de Stravinsky, en Washington (1938).
Cuando irrumpió la Segunda Guerra Mundial volvió a hacer un impasse y ayudó a muchos de sus alumnos a huir de la mancha parda que asoló a Europa. Ella misma huyó poco antes de que cayera París y se exilió en EE UU. Trabajó de docente en varias universidades estadounidenses y causó sensación cuando dirigió la Orquesta Sinfónica de Boston, la Orquesta Filadelfia y la Orquesta Filarmónica de Nueva York.
En 1945 retornó a París. Regresó a sus clases particulares, al “Conservatorio de Música de París” y, posteriormente a la “Escuela Normal de Música de París”. Su fama había crecido. Dio cátedra con su batuta en varias ocasiones: con la BBC Simphony o la Hallé Orchestra; como profesora en la Juilliard School en Nueva York, en la Royal College of Music y la Royal Academy of Music en Londres, la Yehudi Menuhin School en Surrey o la Longy School of Music en Massachusetts; como conferencista en las universidades de Harvard, Radcliffe o Wellesley o como articulista en “Le Monde Musical”.
Su estilo docente era definido, preciso, férreo. Defendía la idea de trasladar las conclusiones del análisis musical a la interpretación, que fuera una continuidad de la composición. Menos emocional, menos teatral, rítmicamente enérgica y cerebral. Hacía hincapié en la estructura y el orden, era una custodia de la forma musical y el contrapunto frente a la armonía, prefería la economía de medios antes que los aditamentos distractores.
Nadia Boulanger era una instructora de la técnica musical. Enseñaba el oficio. Daba libertad para elegir cualquier estilo con una sola condición: hacerlo bien. Eso requería muchas horas de práctica y apasionamiento. Centraba su enseñanza en el estudio de las obras de los grandes maestros y en la corrección sesuda de las composiciones de sus alumnos/as. Valoraba por sobremanera la unidad de estilo, la coherencia en la composición. Dotaba a sus estudiantes de un bagaje musical poco común para luego exigir excelencia.
Fue una abanderada de la artesanía del oficio musical. “La panadería” fue una escuela de oficio. El estilo elegido le era indiferente. Lo importante era dominar los conceptos para componer e interpretar de manera pertinente y ser creadores sólidos, con identidad. De hecho, no hay similitudes estilísticas entre los estudiantes de su escuela (Barenboim, Piazzolla, Lennox Berkeley, Quincy Jones, por nombrar algunos) pero todos fueron excelentes músicos y jugadores de toda la cancha que dejaron su huella.
Los preparó para sobrevivir al adelanto tecnológico, abandonar con carpeta el final de las orquestas que tocaban en cafés, salas de baile, teatros, cabarés y enfrentar la aparición de la radio, el cine sonoro y, más tarde la televisión. Se adelantó al futuro desgranando conocimiento, brindando herramientas para entender, actuar y hacerlo con oficio sin perder el estilo personal.
En otro orden, fue una intensa intérprete musical. Grabó obras de Johann Sebastian Bach, Mozart, Schubert, Vivaldi y Brahms o canciones renacentistas y madrigales (especialmente los de Monteverdi). Promovió las obras de su hermana Lili, de Gabriel Fauré e Igor Stravinski y desarrolló una peculiar forma de organizar conciertos: mezclaba obras de los siglos XVI, XVII y XVIII con estrenos u obras recientes. Alegaba que ese ordenamiento permitía detenerse en los contrastes y afinidades de músicas de diferente origen, estilos y cronología.
A diferencia de otros grandes maestros, Nadia nunca publicó su método de enseñanza. Todo quedó en sus alumnos y en su forma de interpretar. Su preocupación fue la docencia y su legado más claro fue que primara la coherencia estilística dentro de una misma composición.
Su espíritu de superación y sus ansias de perfección que provenían de su férrea vocación religiosa dieron paso a un descanso prolongado un 22 de octubre de 1979.
Trabajadora, apasionada, carismática, intransigente, de carácter difícil. Así era Mademoiselle.
Salú Nadia Boulanger! Por haber formado a grandes de la música del siglo XX sin regalar notas y por tu insistencia en que trabajo, coherencia y libertad creativa van de la mano indisolublemente.

Ruben Ruiz
Secretario General 


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