Efemérides de la Semana de Mayo – Domingo 20 de Mayo
Los planteos de los patriotas estaban hechos y debían recibir una respuesta pronta.
El alcalde de primer voto, Juan José de Lezica le transmitió al virrey Cisneros la petición realizada por Saavedra y Belgrano. Éste consultó con el síndico procurador Julián de Leyva la opinión que le merecía semejante pedido. La respuesta fue lacónica: estaba de acuerdo con la convocatoria a un Cabildo abierto.
La debilidad política de Cisneros, el marcado ritmo de los acontecimientos y la incertidumbre respecto a la respuesta de la mayoría de la población, lo obligó a meditar sus próximos pasos. Antes de tomar una decisión, convocó a los comandantes militares de los diferentes cuerpos armados que se asentaban en la ciudad para las siete de la tarde.
Allí jugó la partida de la “moralidad” recordándoles a los jefes militares el juramento de lealtad que habían ofrecido un año atrás y los conminó a que ejercieran ese acto de fidelidad, defendieran a la autoridad y sostuvieran el orden público.
Los regimientos existentes en Buenos Aires eran de génesis diversas (españoles, criollos, pardos morenos, indios). Todos se habían fogueado contra el invasor inglés durante las dos invasiones sucesivas. Habían sido víctimas y actores de la caída y la Reconquista de la ciudad. En esa realidad variopinta sobresalía el Regimiento de Patricios (en su mayoría criollos y jóvenes) y su jefe, el comandante Cornelio Saavedra.
Él fue quien tomó la palabra y se dirigió al virrey con crudeza y realismo político.
Indicó que la realidad de 1809 era muy diferente a la actual, que las provincias y plazas españolas estaban en manos del invasor francés, que no querían seguir la suerte de España, que la autoridad que lo había designado en el cargo que ostentaba ya no existía y que, por lo tanto, su propia autoridad había fenecido. En ese contexto, no podía pretender sustentarse en las fuerzas militares que se asentaban en la ciudad y que dichas fuerzas no lo sostendrían ante la presión popular. Dejó en claro que su continuidad no era una opción posible.
Algunas versiones históricas indican que durante la noche Rodríguez Peña y Castelli se apersonaron al Fuerte y le exigieron nuevamente su renuncia al virrey. Que este se insolentó ante el pedido y que Rodríguez Peña le advirtió que tenían cinco minutos para comunicar su respuesta. Que, en esas circunstancias, el fiscal del crimen Antonio Caspe llevó a Cisneros a otra habitación y que luego de unos minutos el propio virrey respondió. “Ya que el pueblo no me quiere y el ejército me abandona, hagan ustedes lo que quieran”.
En este punto, los historiadores no se ponen de acuerdo. Unos sostienen que Cisneros aceptó presentar su renuncia al día siguiente. Otros que aceptó la realización del cabildo abierto con la oculta esperanza de que su continuidad fuera votada. Misterio histórico.
Lo que parece objetivo es que luego de las tensas idas y venidas, los patriotas comunicaron a los ciudadanos que se encontraban en el centro de la ciudad que la misión de encarar al virrey había sido cumplida y que había aceptado la realidad de la situación.
La algarabía fue masiva ante la evidencia de que el virrey no se podría sostener en el poder.
No obstante, esta historia tendría otros capítulos que confirman la sinuosidad de nuestra historia, de la frenética y zigzagueante dinámica de los acontecimientos políticos cuando se disputa el poder y de los actores reales que le dan vida…
Ruben Ruiz
Secretario General