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Efemérides 11 de Junio – Manuel Dorrego

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El coronel del pueblo

Un día como pero de 1787 nacía Manuel Críspulo Bernabé do Rego, militar, político, diplomático y periodista argentino, defensor del federalismo republicano y partícipe en la guerra de independencia y en las interminables guerras civiles de nuestra historia. Su trágico fusilamiento desencadenó una violencia que duró décadas y cuyas consecuencias políticas aún no fueron resueltas. Con ellas convivimos hasta la actualidad envueltas en nuevos formatos.
Nació en la ciudad de Buenos Aires. Hijo de María de la Ascensión Salas Díaz y del comerciante portugués José Antonio do Rego da Silva. En 1803 ingresó en el Real Colegio de San Carlos (hoy Nacional buenos Aires) para cursar sus estudios secundarios. En 1810 ingresó a la Universidad San Felipe de Santiago de Chile para estudiar Derecho. Los acontecimientos emancipadores en Chile lo inclinaron a cambiar el estudio por las armas. Se enlistó en las filas independentistas y alcanzó el grado de capitán. Su actuación destacada ante la contrarrevolución realista en territorio chileno le valió el cargo de teniente coronel.
Sin más, se involucró con la emancipación de las Provincias Unidas del Rio de la Plata. Entre febrero y marzo de 1811 cruzó cuatro veces la cordillera de los Andes para transportar tropas que reforzaran la incipiente gesta revolucionaria. En junio de ese año se mudó a Buenos Aires, renunció a su cargo militar y se puso a disposición de la Junta de Gobierno. Inmediatamente fue incorporado al Ejército del Norte como sargento mayor por orden del coronel Cornelio Saavedra.
Estuvo en la vanguardia del ejército patriota en la derrota de Sipe-Sipe, comandó a 40 soldados en el victorioso combate de Sansana y fue herido gravemente en la garganta en la batalla de Nazareno. Por su valentía fue ascendido al grado de coronel, cargo que ostentó durante 17 años.
Posteriormente, participó como jefe de la infantería de reserva en las decisivas batallas de Tucumán y Salta
Sin embargo su indisciplina le creó problemas varios. Organizaba juegos de cartas, duelos entre soldados, promovía bromas pesadas y se paseaba con varias mujeres del brazo. El general Belgrano lo arrestó por su comportamiento y lo confinó en Jujuy.
No obstante, las derrotas de la segunda expedición Auxiliar al Alto Perú lo devolvieron a las filas activas del ejército del Norte. Comandó las partidas guerrilleras que apoyaron la retirada de las filas patriotas en lo que se conoció como el inicio de la Guerra Gaucha.
Su personalidad lo volvió a traicionar. Esta vez lo sancionó el general San Martín con la expresa orden de que no participara en la tercera campaña al Alto Perú. En 1814 retornó a Buenos Aires y fue puesto a las órdenes del general Carlos María de Alvear. Participó en el sitio de Montevideo junto a las fuerzas revolucionarias orientales. Los realistas se rindieron pero las disidencias entre Alvear y Artigas complicaron la situación política y militar. Dorrego comandó las tropas que derrotaron a las fuerzas de Fernando Ortogués, lugarteniente de Artigas, en la batalla de Marmarajá pero luego fue derrotado por las tropas de Fructuoso Rivera en Guayabos, lo que determinó el dominio de la Banda Oriental por parte de las tropas artiguistas.
En 1815 se casó con Ángela Baudrix, con quien tuvo dos hijas. Compañera de su ideario federal, correctora de los textos que Dorrego escribía en “La crónica argentina”, defensora de los derechos de su marido ante el injusto destierro y sostenedora de la familia durante su exilio.
La actuación política de Dorrego era incesante. Se opuso a las pretensiones monárquicas del Directorio junto con Manuel Moreno, Pedro José Agrelo, Domingo French y los coroneles Manuel Vicente Pagola y Feliciano Antonio Chiclana, entre otros y a la actitud cómplice de Juan Martín de Pueyrredón con el accionar portugués en la Banda Oriental contra las tropas federales. Esa posición determinó su arresto y destierro y el de sus compañeros. Estuvo incomunicado cinco días en el bergantín “25 de Mayo” y embarcado en una goleta rumbo a Santo Domingo. Luego de un confuso episodio con la armada inglesa en aguas caribeñas fue enviado a Baltimore, EEUU.
Allí conoció la práctica federal en la gestión de gobierno. Se reunió con políticos estadounidenses y americanos, editó un periódico en castellano y consolidó su pensamiento federal y republicano. Luego del derrocamiento de Pueyrredón regresó a su patria. Fue rehabilitado con el grado de coronel y designado al mando de un batallón en un contexto anárquico producto de la derrota del gobierno de Buenos Aires ante las tropas de Estanislao López y Francisco Ramírez.
Se hizo cargo de las fuerzas porteñas, fue nombrado gobernador interino y derrotó a las tropas federales en San Nicolás de los Arroyos. Ingresó a Santa Fe y obtuvo otra victoria en Pavón. Misteriosamente, las fuerzas comandadas por Martín Rodríguez y Juan Manuel de Rosas retornaron a Buenos Aires y abandonaron a Dorrego. En esa situación no impulsó un acuerdo, se enfrentó nuevamente y fue derrotado en la batalla de Gamonal. Este nuevo cuadro derivó en el Tratado de Benegas que trajo una paz relativa entre las provincias contendientes.
Finalmente, Martín Rodríguez fue designado gobernador de Buenos Aires y Dorrego fue electo en la legislatura provincial. Se transformó en el principal opositor al gobernador y a su ministro de gobierno Bernardino Rivadavia. Los gauchos del campo, los habitantes más pobres de la ciudad y una porción pequeña de hacendados eran su sustento político. Presionó sin éxito para que el gobierno declarara la guerra a Brasil ante su injerencia militar en la Banda Oriental y apoyó junto a su hermano la campaña libertadora de los “Treinta y Tres Orientales”.
Un mal negocio en la industria minera lo obligó a viajar al Alto Perú. A su regreso tomó contacto con los caudillos federales de varias provincias: el cordobés Juan Bautista Bustos, el riojano Facundo Quiroga, el santiagueño Juan Felipe Ibarra. Precisamente en esta provincia fue electo diputado para el Congreso Nacional que había sido convocado por Martín Rodríguez. La causa del federalismo y su condición de porteño lo hicieron una figura que concitaba adhesiones variopintas. Su noción de federalismo no coincidía con la expresada por Juan Manuel de Rosas y contenía elementos provocadores para ese momento histórico: consagrar un acuerdo con las provincias y evitar el monopolio político y económico de Buenos Aires.
Finalmente, se desató la guerra con Brasil y la forma ruinosa en que el gobierno unitario pretendió finalizarlo con la firma de la Convención Preliminar de Paz de 1827 y la entrega de la Banda Oriental al Brasil fue un boomerang. Rivadavia se vio obligado a renunciar, se eligió presidente provisional a Vicente López y Planes, se disolvió la Sala de Representantes y se convocó a elecciones en la provincia de Buenos Aires. No hubo candidatos unitarios, el Partido Federal ganó todas las bancas y consagró gobernador a su candidato, Manuel Dorrego.
Las provincias delegaron en él las relaciones exteriores y el manejo de la guerra con Brasil. Inició un preliminar intento de organización federal, encargó al gobernador de Santa Fe, Estanislao López, la liberación del dominio luso de las Misiones Orientales (en Rio Grande do Sul), entabló relación con los principales líderes antimonárquicos riograndenses, Bento Gonçalves da Silva y Bento Manuel Ribeiro y solicitó un préstamo para sostener el estado bélico. Todos sus intentos fueron contrarrestados por la presión inglesa en Brasil y por sus representantes (junto a sus socios locales) en el Banco de la Provincia. El trabajo de pinzas tuvo éxito y Dorrego firmó la Convención Preliminar de Paz de 1828 a partir del cual nacía el independiente Estado Oriental del Uruguay.
Las tropas argentinas triunfantes en Ituzaingó y que no habían perseguido a los brasileños por orden de Alvear fueron obligadas a retornar. Creció un sentimiento de desencanto. Los unitarios olfatearon su oportunidad de revancha y la aprovecharon. La presión mediática, la apreciación del sentimiento nacionalista y derrota diplomática y las operaciones de personajes como Martín Rodríguez, Juan Lavalle, José María Paz, Alvear y Soler horadaron el poder del gobernador.
El 1º de diciembre Juan Galo Lavalle (junto a Valentín Alsina, Salvador María del Carril, Juan Cruz Varela, Ignacio Álvarez Thomas, entre otros) encabezó la conspiración contra Dorrego que se refugió en Cañuelas y organizó un ejército leal pero débil. El 9 de diciembre se enfrentaron en Navarro y los unitarios triunfaron. Dorrego huyó al norte bonaerense pero fue arrestado por Bernardino Escribano y Mariano Acha, aparentemente leales y entregado al general Lavalle.
El 13 de diciembre Manuel Dorrego fue fusilado en forma y extrajudicial. La presión ejercida por Salvador María del Carril y los hermanos Varela sobre Lavalle inclinaron la balanza. Los pedidos de clemencia del ministro José Miguel Díaz Vélez y del gobernador delegado Guillermo Brown no alcanzaron. No había razones. La derrota militar de Dorrego y su debilidad institucional eran suficientes. Lavalle cargó con el remordimiento de su decisión hasta el día de su muerte. Pero la tragedia estaba desencadenada y sus consecuencias fueron nefastas.
Salú Manuel Dorrego! Por tu entrega a favor de los de abajo, por tu claridad para enfrentarte al poder centralista aun siendo porteño, por tu ilusión de una patria integrada, por tu valentía.

Ruben Ruiz
Secretario General 


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