Pluma y espada
Un día como hoy pero de 1786 nacía Esteban José Mariano de Luca y Patrón, poeta y militar argentino que participó en la defensa de Buenos Aires ante el invasor inglés, fue director de la Fábrica de Armas luego de la Revolución de 1810 y generador de varias poesías patrióticas en momentos necesarios en los que crear identidad. Un personaje como nombrado en la historia de nuestro amanecer nacional.
Nació en Buenos Aires en el seno de una familia acomodada económicamente. Hijo de la criolla porteña Juana María Magdalena Patrón y del inmigrante genovés Miguel de Luca, administrador colonial. Su casa era un centro de discusiones políticas, charlas científicas y tertulias culturales que lo impactaron en sus determinaciones futuras. Cursó sus estudios secundarios en el Real Colegio de San Carlos (actual Nacional Buenos Aires) donde dio preferencias a materias como Filosofía y Latín y fue compinche de Manuel Dorrego, Tomás Guido y Vicente López y Planes.
Cuando se produjo la primera invasión inglesa a la ciudad de Buenos Aires se alistó en el 3º Escuadrón del Regimiento de Patricios y alcanzó el grado de Subteniente de campaña. En 1807 tuvo otra destacada actuación en la defensa de la ciudad ante el segundo intento de invasión británica y lo designaron Teniente con derecho de retiro.
Reanudó sus estudios e ingresó a la Escuela de Matemáticas, fundada por Manuel Belgrano y bajo la órbita del Consulado de Comercio. Adquirió conocimientos teóricos que le ayudaron en su carrera de artillero militar y le permitieron dominar el oficio de la fabricación de cañones, municiones, pólvora y fusiles. Uno de sus trabajos fue crear un modelo especial de fusil copiado de los usados por el regimiento 71 de escoceses, cuerpo mayor de la primera invasión inglesa.
Participó de los acontecimientos de la Revolución de Mayo, no solo en su rol militar sino como activo propagandista de la causa. Meses después del 25 de Mayo fue designado con el grado de Capitán en el Regimiento de infantería Nº5 (denominado América).
Al mismo tiempo despuntaba el vicio de las letras. Había publicado una serie de poemas y marchas en los periódicos editados en Buenos Aires. En noviembre de 1810 se publicó en “La Gazeta” su primera composición que tituló “Marcha Patriótica”, de estilo neoclásico y métrica corta que se entonó como canción nacional (primer antecedente conocido de nuestro himno):
«La América toda
se conmueve al fin
y a sus caros hijos
convoca a la lid;
a la lid tremenda
que va a destruir
a cuantos tiranos
la osen oprimir»
Insistió en su poemario y escribió “Canción de despedida del regimiento 9, en su partida al Perú en el año 1814”, “A la victoria de Maipo”, “A la libertad de Lima”, “A la muerte de Belgrano”, “Al pueblo de Buenos Aires”. Sus poemas convertidos en canciones gozaban de mucha popularidad.
En septiembre de 1814 fue designado director de la Fábrica de Fusiles de Buenos Aires (funcionaba en el actual Palacio de Tribunales) que el año siguiente fue rebautizada como Fábrica de Armas del Estado. Su tarea fue enorme. Se forjaron fusiles y espadas de temple y finura similares a las europeas, se mejoró el uso de recursos económicos y humanos, se incorporaron talleres particulares de herreros, bronceros y hojalateros. Trabajaron regularmente para la sección de maestranza del Parque de Artillería pero su desafío mayor fue pertrechar al Ejército de los Andes, dirigido por José de San Martín y apostado en Mendoza.
Se fabricaron miles de fusiles y municiones, cientos de cañones, espadas y sables, pólvora, tarros de metralla, cajas para proyectiles, faroles, 14.000 pares de herraduras, cuchillos, armaduras y correajes de cuero, en tiempo y forma. Tenía presupuesto y lo usaba con disciplina financiera, talento en la gestión y prioridades político-militares en sus decisiones.
En 1820 se produjo la batalla de Cepeda (la batalla de los “diez minutos”) en que las fuerzas federales de Santa Fe y Entre Ríos derrotaron a las fuerzas del Directorio y comenzó otra película. El presupuesto de la Fábrica de Armas del Estado se comprimió y su utilidad militar se compartimentó. Afloraron las autonomías provinciales que enfrentaron al centralismo porteño con éxito pero no pudieron detener el inicio de las guerras civiles.
Ese año fue enjuiciado por la supuesta participación en las conspiraciones para derrocar al Director Supremo Carlos María de Alvear; las pruebas presentadas no fueron suficientes, fue absuelto pero la fábrica fue desmantelada.
Esteban de Luca dejó su puesto y se sumergió nuevamente en el mundo de las letras. En 1822 cofundó la “Sociedad Literaria” por iniciativa de Julián Agüero junto a Vicente López y Planes, Cosme Argerich, Manuel Moreno, Valentín Alsina, Juan Lafinur e Ignacio Núñez, entre otros. Fue una institución que impulsó la creación de un iniciático teatro nacional y expandió la cultura hacia mayor cantidad de habitantes, en especial, de Buenos Aires y sus alrededores.
Publicaba «El Argos», un periódico que aparecía dos veces por semana y «La Abeja Argentina», una revista de aparición mensual con contenido literario y científico, que interpelaba a la movediza opinión pública y proporcionaba información sobre la situación nacional a los extranjeros que llegaban a nuestras tierras.
En 1823 fue designado secretario del canónigo y diplomático Valentín Gómez, cuya misión era lograr la devolución en términos pacíficos de la Banda Oriental por parte de los portugueses. Las discusiones en Rio de Janeiro fracasaron y ambos regresaron en el bergantín “Agenoria”. La nave encalló en Banco Inglés, en el Rio del Plata y naufragó. Esteban de Luca se subió junto a otros pasajeros a una improvisada jangada que se hundió entre Buenos Aires y Montevideo.
Los vientos, el agua embravecida e incomprensibles desinteligencias entre naves que los podrían haber socorrido se llevaron la vida de este militar y poeta que vivió su tiempo con decisión.
Salú Esteban de Luca! Poco reconocido por la historia, leal patriota en momentos difíciles.
Ruben Ruiz
Secretario General