Ismail Shammout
Un día como hoy pero de 1930 nacía Ismail Shammout, historiador y artista plástico palestino, pionero del arte moderno de su país y héroe de la cultura popular palestina.
Nació en Al-Lydd (o Lydda), un pujante poblado palestino de 25.000 habitantes. Durante su infancia estudió con el pintor Dahoud Salatimo, quien lo impulsó a acercarse al arte pictórico y a las raíces históricas de su pueblo. Pero su vida se vio alterada abruptamente por decisiones políticas que tienen repercusión hasta el presente.
El 29 de noviembre de 1947 la Asamblea General de la ONU adoptó la resolución que establecía la partición del Mandato británico de Palestina en dos estados -uno judío y otro árabe- y ordenó que Jerusalén quedara bajo mandato internacional. Fue una resolución envenenada, sin concenso de ambas parte, que derivó en un conflicto irresoluble y que produjo matanzas en ambos lados y desplazamientos de árabes y palestinos de manera ininterrumpida. El 55% del territorio fue adjudicado a Israel con una población de origen árabe que trepaba las 400.000 personas y el 45% a Palestina con una población judía de 10.000 personas. El 14 de mayo de 1948 Israel declaró su independencia. Al día siguiente, el Alto comisionado Cunningham abandonó Haifa y, formalmente, dio por finalizado el Mandato británico de Palestina en un espiral de violencia creciente.
En ese contexto, el 12 de julio de 1948, las fuerzas israelíes tomaron Al-Lydd y Ramle y expulsaron a sus 50.000 habitantes. Los palestinos de la primera ciudad fueron obligados a exiliarse a pie bajo el sol estival, hecho que se conoció como la “Marcha de la muerte de Al-Lydd”, lo que provocó la muerte de varios de ellos/as en el camino. Entre ellos un hermano de Ismail.
Ismail y parte de su familia caminaron y sobrevivieron. Primero, se instalaron en la aldea de Ni’lin y luego se asentaron en el campo de refugiados de Khan Younis (Jan Yunis), al suroeste de la Franja de Gaza. En 1950 viajó a El Cairo e ingresó en el Colegio de Bellas Artes donde perfeccionó su estilo. En 1953 retornó al campo de refugiados y realizó su primera muestra: Galería de arte palestino, con 60 obras propias. Fue la primera exhibición de arte en la historia moderna de Palestina. La repercusión fue enorme. Los habitantes de la Franja de Gaza se vieron reflejados en esos óleos y dibujos, y comenzaron a visualizar a Ismail como representante genuino de su cultura.
En 1954, repitió la muestra en la ciudad de El Cairo junto a otros dos artistas plásticos palestinos, entre los que se encontraba su futura esposa Tamam Al-Akhal, refugiada de la ciudad de Jaffa. Con el dinero recaudado en la exhibición se trasladó a Roma e hizo uso de la beca del gobierno italiano para estudiar en la Academia De Belle Arti durante dos años.
En 1959 se casó con Tamam Al-Alkal y comenzó una colaboración artística muy fecunda que, en parte, permitió amortiguar el dolor del exilio y el distanciamiento con su familia. Durante su largo exilio vivió en Líbano, Kuwait y Jordania. Recién pudo volver a Al-Lydd recién en 1997 aunque no le permitieron ingresar a su casa paterna, hecho que se repitió con su esposa en Jaffa. La pareja tuvo tres hijos: Yaseed, Bilal y Bashar que custodian el legado artístico de su padre en la casa museo de Amánn, capital de Jordania.
Su compromiso político con la lucha del pueblo palestino fue expresa. En 1965 se incorporó a la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) y ocupó el cargo de director de las Artes y Cultura Nacional, en 1969 fue elegido primer secretario general de la Unión de Artistas Palestinos y en 1971 primer secretario general de la Unión de Artistas Árabes.
Su obra fue profusa. Expuso junto a su esposa en Jerusalén, Nablus y Ramallah, Jordania, Siria, Kuwait y Libia. También realizó muestras en Londres, Berlín, Moscú, Beijing, Sofía y Belgrado. Su primera etapa estuvo influenciada por la tragedia de los refugiados y su cuadro icónico fue ¿Dónde…? con un primer plano de un anciano en harapos con un bastón en la mano izquierda mientras que con la otra toma la muñeca de un niño, sobre un fondo de la ciudad arrasada donde sobresalen un minarete y un árbol seco.
En la década del ’60 imprimió a su pintura un tono más optimista, que coincidió con la reconstrucción del estado palestino. Utilizó una paleta cromática más viva, introdujo una nueva simbología expresiva y recreó escenas esperanzadoras. «Recién casados en la frontera», «Hasta el amanecer» o «Danza de la victoria», fueron una muestra. Luego ingresó en una etapa más lineal que coincidió con el auge de la lucha armada y la difusión de la causa palestina. Pintó “Ópera de Palestina”, “Mano verde” o “La vida continúa”, entre otras.
A mediados de los ’70 su obra se ocupó del impacto que produjo la invasión israelí al Líbano y la matanza y los sufrimientos de los refugiados/as en sus campos. Fue más espontáneo, menos realista, se notaba un mayor enojo. Utilizó acuarelas de colores vivos y realizó una serie de pinturas llamadas “Tel Zaatar” que lo identificaban en esa época. Su último tramo lo transitó con cierto romanticismo. Se destacaron las 19 pinturas murales realizadas por Ismail y Tamam que llamaron “Palestina: el Éxodo y la Odisea” y reflejó en forma cronológica la situación vivida por los/as palestinos desde 1948. La última de ellas, El sueño de mañana, mostraba la figura de una mujer cuya silueta asemejaba al mapa de la Palestina histórica, vestida con un atuendo en el que las palabras Amor, Paciencia y Mañana se encontraban bordadas en rojo junto al nombre de ciudades palestinas como Naplusa, Jaffa, Jerusalén o Nazaret.
Incursionó, también, en la historia del arte. Publicó cinco libros que describen el proceso del arte palestino moderno: Jóvenes artistas (1957), Imágenes de la historia política de Palestina (1972), Arte nacional palestino y Palestina en perspectiva (1978) y Arte en Palestina (1988).
Recreó como pocos la vida rural de su tierra, el éxodo, la vida de los refugiados, las masacres civiles, la lucha de los fedayines y diseñó símbolos que se transformaron en íconos domésticos de su pueblo.
Salú, Ismail!! Por tu capacidad de reflejar el sufrimiento de tu pueblo errante, el optimismo de la reconstrucción posible, los paisajes de esa parte del mundo y por tu compromiso con una lucha que representa a varias generaciones con un objetivo: tener una nación.
Ruben Ruiz
Secretario General