Humor ingenioso, cáustico, insolente, afilado, crítico, que hacía reír y dejaba pensando
Un día como hoy pero de 1890 nacía Julius Henry Marx, cuyo famoso apodo fue Groucho (derivación del inglés grouch, gruñón) que ya denotaba su carácter. Actor cómico, comediante, escritor y guionista estadounidense que desestructuró el humor, convirtió en sátira las actitudes mundanas y describió con cinismo e irreverencia la vida de los poderosos de turno.
Nació en el barrio de Manhattan, Nueva York en el seno de una familia de inmigrantes judío-alemanes. Su padre, Julius Henry Marx era un sastre mediocre y gran cocinero. Su madre, Miene (Minnie) Schoenberg, era una actriz frustrada que se ocupó de la educación de sus hijos y fue una gran influencia para que decidieran iniciarse en la actuación. Fue el cuarto de seis hermanos: Manfred, que murió a los tres años; Leonard (Chico), Adolph (Harpo), Milton (Gummo, que no actuó en el cine) y Herbert (Zeppo, que acabaría dejando el grupo).
Groucho vivía con sus padres, dos de sus abuelos, sus hermanos y una hermana adoptada en un pequeño departamento. La pobreza y el hacinamiento fueron los comunes denominadores en su infancia. Abandonó la educación formal a los doce años y la suplantó por una voracidad lectora notable. Inspirado por su tío comediante Al Shean se acercó al mundo del espectáculo. A los 15 años respondió un aviso del diario. Debutó como cantante solista junto a un bailarín y un actor principiantes. Fue una experiencia fallida. Su contratista los abandonó en la gira.
Allí, apareció su madre. Convenció a sus hijos de formar un cuarteto artístico: “Los cuatro ruiseñores”. Música e improvisaciones. Giras por el sur y el medio oeste norteamericano. No tuvieron gran éxito pero Groucho fue desculando los secretos de la improvisación, advirtió que la actualidad era una fuente inagotable de inspiración para sus parlamentos y definió un personaje que lo acompañó el resto de su vida: anteojos con marcos de metal, bigote a base de betún, cejas artificiales y tupidas, levita, andar encorvado y semiagachado, grandes zancadas.
Sus hermanos también fueron construyendo sus personajes: Harpo, el payaso mudo y poeta, Chico, el tipo rudo y primitivo, producto verosímil de las calles de Nueva York y Zeppo, una figura seria, romántica, ocurrente y menos cómica.
En 1920 Groucho se casó con Ruth Johnson, con quien tuvo un hijo y una hija. En 1921 filmó su primera película muda Humor Risk, que pasó sin pena ni gloria. Tiempo después, junto a sus hermanos, puso un pie en los teatros de Broadway. En 1924 tuvieron su primer gran éxito con “I’ll say she is” y entre 1925 y 1928 interpretaron “Cocoanuts”. Fue un ingreso trabajado pero eficaz y Groucho forjó una gran amistad con el dramaturgo, comediógrafo y guionista George S. Kaufman, uno de los pilares de la crítica de espectáculos de la época.
Las actuaciones teatrales los acercaron al cine. Firmaron un contrato con la “Paramount” y filmaron “Los cuatro cocos” (1929), “El conflicto de los Marx” (1930), “Pistoleros de agua dulce” (1931), “Plumas de caballo” (1932) y “Sopa de ganso” (1933).
Groucho había ahorrado 240.000 dólares durante esos años. Los había invertido en la bolsa y replicado sus tenencias. Pero llegó el crac bursátil de 1929 y perdió todo. Aparecieron la depresión y el insomnio. Fue parte del terremoto económico: parálisis de la producción industrial, 13 millones de desocupados, 10.000 bancos quebrados. El dinero le importaba mucho. No tenerlo, aún más.
De la mano del productor Irving G. Thalberg, Groucho y sus hermanos comenzaron a trabajar para la Metro Goldwyn Mayer. Su cosecha fue notable: “Una noche en la ópera” (1935), “Un día en las carreras” (1937), “El hotel de los líos” (1938), “Una tarde en el circo” (1939), “Los Hermanos Marx en el Oeste” (1940), “Tienda de locos” (1941) y “Una noche en Casablanca” (1946). El dinero volvía a aparecer en las arcas de Groucho. Retomó la calma y fue abandonando el insomnio.
En 1942 se divorció y en 1945 se casó con la bailarina Kay Marvis. En 1947 irrumpió en la radio con el programa “You Bet Your Life” (Apueste su vida) que trasladó a la televisión tres años después. Fue un programa de concursos de comedias que tuvo gran éxito y permitió a Groucho interactuar con un nuevo público para quien era poco conocido. Duró once temporadas y fue la primera serie emitida en horario de mayor audiencia que se reponía durante los meses de verano.
Pero Groucho no sería inmune a la persecución macartista. Nunca ocultó sus ideas de izquierda ante una sociedad claramente conservadora, en un momento de evocación nacionalista y racismo serial.
Era lector de publicaciones comunistas como “The nation” o “The New Republic”, recaudó fondos para el Comité Nacional de Prisioneros Políticos, repudió la prisión de los Chicos de Scottsboro (nueve afroamericanos acusados sin pruebas de violar a una mujer blanca) o del encarcelamiento del socialista Tom Mooney (acusado de un atentado que no cometió), apoyó al Comité pro Primera Enmienda para proteger la libertad de expresión. Esa trayectoria pública derivó en una persecución por parte del Comité de Actividades Antiestadounidenses que duró veinte años. Intentaron culparlo de pertenecer o tener vinculaciones con el Partido Comunista de EE UU. Nunca lo probaron.
En 1949 filmó la última película junto a sus hermanos: “Amor en conserva” donde tendría una pequeña aparición Marilyn Monroe. Años más tarde protagonizó dos filmes en solitario: “Doble Dinamita” y “Una chica en cada puerto”. En 1954 se casó con Erin Fleming, cuarenta años menor que él y quien tuvo una relación conflictiva con sus hijos.
Su lengua fue despiadada y su capacidad para inventar frases descriptivas e irónicas fue asombrosa. No perdonó relaciones humanas, instituciones, supersticiones, valores instituidos.
“Estos son mis principios. Si no le gustan tengo otros”, “Es mejor estar callado y parecer tonto, que hablar y despejar las dudas definitivamente”, “No reírse de nada es de tontos, reírse de todo es de estúpidos”, “Nunca pertenecería a un club que admitiera a alguien como yo”, “Si te sientes inútil y deprimido, recuerda que un día fuiste el espermatozoide más veloz de todos”, “Solo hay una manera de descubrir si un hombre es honrado…preguntárselo. Si responde que sí, es un farsante”.
“Encuentro la televisión bastante educativa. Cuando alguien la enciende en casa, me marcho a otra habitación y leo un buen libro”, “La política es el arte de buscar problemas, encontrarlos, hacer un diagnóstico falso y después aplicar los remedios equivocados”, “Inteligencia militar son dos términos contradictorios”, “A mí las mujeres que solo se destacan por su físico no me dicen nada… De hecho, no me dirigen la palabra”,
“¿Porque lo llaman amor, si quieren decir sexo?” “El matrimonio es una gran institución. Por supuesto, si te gusta vivir en una institución”, “Si un gato negro se cruza en tu camino, eso significa que el animal va a algún sitio”, “No soy vegetariano pero como animales que sí lo son”, “El matrimonio es la gran causa de los divorcios”, “No piense mal de mí, señorita, mi interés por usted es puramente sexual”, “Paren el mundo que yo me bajo”.
En agosto de 1977 una neumonía pudo más que su sarcasmo. El mito cuenta que pidió una frase para su lápida: “Perdonen que no me levante”. Murió en su ley.
Sarcástico, reflexivo, provocador, desprejuiciado, hilarante, con tintes misóginos, creador de un humor de antihéroes, desmitificador de las posturas del macho alfa, disparatado, corrosivo.
Un integrante mordaz de nuestra popular imaginaria.
Salú Groucho! Por tu humor irreverente, por tus frases, por tu personaje inimitable.
Ruben Ruiz
Secretario General