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Efemérides 03 de Diciembre – Robert Louis Stevenson

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El escritor preferido de Borges y venerado por los habitantes de la isla de Samoa

Un día como hoy pero de 1894 se despedía Robert Louis Balfour Stevenson, novelista, poeta y ensayista escocés, autor de historias fantásticas y de aventuras que se convirtieron en clásicos de la literatura infantil y también de famosas novelas psicológicas de horror.
Nació en 1850 en Edimburgo Escocia, ciudad que utilizaría como escenografía literaria de muchas de sus obras. Hijo de Margaret Isabella Balfour y de Thomas Stevenson, ingeniero y constructor de barcos. Ambos eran presbiteranos, rama del protestantismo que se rige por los dictados de las asambleas de ancianos, muy extendida en Escocia. La salud de su madre siempre estuvo quebrantada por problemas respiratorios que heredó el pequeño Robert. La tuberculosis lo persiguió toda su vida y ralentizó el desarrollo de sus aptitudes físicas e intelectuales.
En 1857 ingresó al Mr. Henderson’s School, donde por razones de salud, asistía solo dos horas diarias. Una bronquitis terminó con su regularidad escolar y recomenzó con clases particulares. En 1861 ingresó en la Edimburgh Academy, escuela superior que abandonó a los dos años. Realizó otro intento en el internado de Spring Grove -en las cercanías de Londres- pero abandonó a los trece años; regresó a su ciudad natal y asistió a una escuela privada.
Desde muy pequeño sus padres lo llevaban a la iglesia donde escuchaba las prédicas salpicadas de historias bíblicas (Caín y Abel, el diluvio universal). Al mismo tiempo, era cuidado por la señora Alison Cunnigham, “Cummy”, quien le relató innumerables historias oscuras sobre la iglesia escocesa y lo invitaba a escuchar relatos fantásticos. La imaginación del pequeño Robert volaba. El miedo, la curiosidad, las fantasías y aventuras también. Su afición por escribir ensayos e historias crecía. A los 16 años escribió su primera obra, Pentland Rising, uno obra histórica que relataba una rebelión en 1666 en el suroeste de Escocia y sus dramáticas consecuencias. Los editores no corrieron ningún riesgo. Thomas Stevenson había comprado la tirada.
Para complacer a su padre ingresó a la Universidad de Edimburgo, en la carrera de Ingeniería Náutica. Abandonó por la carrera de Derecho que sí terminó. Trabajó unos meses como abogado pero su inclinación por la escritura fue mayor y decidió realizarlo en forma regular. Simultáneamente, aparecieron los primeros síntomas de tuberculosis y emprendió una serie de viajes por Europa con su padre, en busca de climas mejores. Esos traslados y estadías en lugares lejanos estimularon su creatividad literaria.
En 1878 escribió Viaje tierra adentro, relato sobre sus aventuras en canoa a través de algunos ríos en Bélgica y Francia, y Viajes en burro por las Cevannes, otra descripción sobre un viaje a pie que realizó en las montañas del sur de Francia. En esa época conoció a Fanny Osbourne, una norteamericana separada, con dos hijos y varios años mayor que él. Quedó flechado pero ella volvió a Estados Unidos con la promesa de que tramitaría su divorcio. El prometió volver a verla.
Al mismo tiempo, escribió una serie de cuentos que se compilaron algunos años después en dos volúmenes. El primero contuvo dos ciclos: el primero se resume en la novela El club de los suicidas en la que crea al Príncipe Florizel de Bohemia y su amigo el Coronel Geraldine y los infiltra en una sociedad secreta cuyos miembros quieren irse de este mundo.
El segundo, titulado El diamante del rajá que contiene cuentos intrigantes, “Historia de la sombrerera”, “Historia del joven clérigo”, “Historia de la casa de las persianas verdes” e “Historia del príncipe Florizel y el detective”.
El otro volumen contiene una de sus obras maestras, El pabellón en las dunas, mezcla de misantropía, hermandad, enemistad y lucha en un paisaje desolado y con una prosa selvática.
En 1880 se subió a un barco de emigrantes y desembarcó en San Francisco. Se reencontró con Fanny Osbourney. Sin solución de continuidad, contrajeron matrimonio y vivieron un tiempo en el pueblo de Calistoga, en el estado de California. Luego se trasladaron a Edimburgo y, en busca de un clima más sano, se mudaron a Davos, Suiza y al balneario de Bournemouth, Inglaterra. La salud de Stevenson no mejoraba y retornaron a EE UU. Primero a Nueva York y, más tarde a San Francisco. Durante ese periplo continuó escribiendo.
En 1883 nació una obra imborrable para muchas generaciones La isla del tesoro, que nos sumergió en un mundo de acción, aventura y suspenso. El inocente y valiente joven John Hawkins, su descubrimiento del mapa de un tesoro, su viaje a la enigmática y peligrosa Bristol para zarpar al Caribe, el carismático pirata-cocinero de una sola pierna, contradictorio y querible maestro de la vida Long John Silver, el frío y cuidadoso doctor Livesey, la construcción de situaciones y personajes inesperados y que nos hacían transpirar.
En 1886 se inscribió en la novela psicológica y, esta vez, nos sumergió en un mundo de terror y dualidad de la condición humana: El extraño caso del doctor Jekyll y míster Hyde, las pesquisas del abogado Utterson (devenido en detective aficionado), el misterioso testamento de uno de los personajes centrales de la obra a favor del otro, el experimento que sale mal y da pie a la lucha entre el bien el mal, entre la conciencia y la moral inmersa en la doble personalidad del protagonista.
Ciencia ficción inédita para la época y cercanía de la duda filosófica, a full.
En 1888 nos brindó una nueva novela de ficción histórica: Secuestrado en la que aprovechó para presentarnos a Alan Breck Stewart, un rebelde jacobino que existió en la vida real, y sus principios innegociables. En años posteriores nos ofrendó La flecha negra y El señor de Ballantrae, novelas históricas de intriga, venganzas, romances y traiciones que develaban parte de la sangrienta historia de los pueblos británicos.
Su peregrinaje literario no se detuvo a pesar de sus problemas de salud. Aventuras de un cadáver, El diablo de la botella, Cuentos de los mares del sur, Bajamar, La resaca, El náufrago, Los traficantes de naufragios, El dique de Hermiston, obra póstuma e incompleta, nos transportaron a lugares lejanos pero casi reconocibles.
Debido a sus persistentes problemas de salud decidieron buscar lugares remotos. Recalaron en la isla de Samoa por recomendación de su amigo Mark Twain.
Su vida en la isla de Samoa también tuvo aristas de novela histórica. Mantuvo una relación amistosa con los isleños originarios y desarrolló un vínculo a través de sus relatos, al punto que fue ungido con el nombre de Tusitala, el que cuenta historias, y venerado como tal. Además, se implicó en la política local, a favor de la lucha de un jefe aborigen contra la dominación alemana en la isla y develó la situación en algunos periódicos británicos. También tuvo tiempo para intervenir con una carta abierta en defensa del padre Damián, defensor de los leprosos de la isla Molokai en el archipiélago hawaiano contra los ataques del reverendo C. M. Hyde, con asiento en Honolulu.
En 1894 la enfermedad pudo más. Un cortejo de guerreros samoanos lo llevó a la cima del Monte Vaea, cerca de Vailima, en la lontananza del Pacífico. Era su relator fantástico.
Salú Stevenson! Por hacernos soñar, por dejar el germen de la lucha entre el bien y el mal cuando ni siquiera nos lo preguntábamos, por hacernos sentir aventureros, piratas, héroes, por brindarnos dilemas en forma de juego, por acercarnos la fantasía y que nos pareciera cercana.

Ruben Ruiz
Secretario General 


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