Mariano Moreno
Un día como hoy pero de 1811 se despedía en altamar Mariano Moreno, patriota, doctor en leyes, periodista y político que representó el ala más proclive a los cambios en el proceso emancipador.
Nació en 1778 en la ciudad de Buenos Aires. Hijo de Manuel Moreno y Argumosa, funcionario de la Tesorería de las Cajas Reales y de Ana María Valle, una de las pocas mujeres que sabía leer y escribir en la ciudad. Mariano cursó sus estudios primarios en el Colegio del Rey. El secundario lo realizó en el Real Colegio de San Carlos donde tuvo como protector a Fray Cayetano Rodríguez quien detectó su vocación por el estudio. Además, le facilitó el acceso a la biblioteca del convento de San Francisco y lo puso en contacto con Felipe de Iriarte, sacerdote del Alto Perú, quien también advirtió su capacidad y perseverancia y sugirió que continuara sus estudios universitarios en la Universidad Mayor, Real y Pontificia de San Francisco Xavier de Chuquisaca.
Los medios económicos de la familia Moreno eran escasos; debieron esperar hasta que su padre logró reunir los fondos para el viaje y se confirmara una mensualidad por parte del arzobispado de Chuquisaca para costear sus gastos. Luego de dos meses y medio de travesía, Mariano Moreno llego a Chuquisaca, se incorporó a la universidad y a la Real Academia Carolina de Practicantes Juristas de Charcas, institución de asistencia obligatoria en la que se adquirían conocimientos básicos sobre las leyes generales del reino y la administración municipal. Al poco tiempo fue nombrado como Celador Fiscal de la Academia cuya tarea era supervisar el cumplimiento de las resoluciones del presidente, examinar la documentación de ingreso pedida a los aspirantes y firmar los gastos que rendía el tesorero, entre otras.
Leyó a Montesquieu, Voltaire, Diderot y Rousseau -que influyeron en su concepción ideológica- y aprendió francés e inglés. No obstante, respetó los deseos paternos: primero realizó los cursos de teología y luego se dedicó al derecho que era su vocación. Bajo la tutela del canónigo Matías Terrazas conoció los textos de Juan de Solórzano Pereira y Victorián de Villava, Protector Natural de los Indios. Otras dos influencias importantes para comprender el funcionamiento social en el Alto Perú.
La explotación de los pueblos originarios era un dato relevante. La mita y el yanaconazgo eran asimilables a la esclavitud. El 12 de agosto de 1802 presentó en la Academia Carolina una “Disertación jurídica sobre el servicio personal de los indios en general y sobre el particular de yanaconas y mitarios”. Tema polémico, de mucha actualidad y divisor de aguas. En febrero de 1804 rindió su examen teórico y su disertación versó sobre el derecho al patrimonio de los consortes que contraían nuevas nupcias. Otro tema que generaba agudas polémicas.
Entre 1803 y 1804 trabajó en el estudio de Esteban Agustín Gascón, como abogado en defensa de los indígenas contra los abusos patronales. Llegó a inculpar al intendente y varios alcaldes. Su posición se fue complicando. En ese contexto conoció a María Guadalupe Cuenca, de 14 años y criada en un monasterio de monjas pero con poca vocación por continuar la vida religiosa. El 20 de mayo de 1804 se casaron en la catedral de Chuquisaca, lo que desató controversias importantes en la familia de la novia. La respuesta de la pareja fue concluyente y definitiva. Partieron de Chuquisaca y en septiembre de 1805 se afincaron en Buenos Aires con un niño de ocho meses a cuestas.
Su primera causa profesional con repercusión pública fue la defensa de los clérigos contra los abusos del obispo de Buenos Aires, Benito Lué y Riega. El obispo fue declarado culpable. Mariano Moreno ganó prestigio por su estilo y su alegato final pero también ganó un enemigo implacable. En febrero de 1806 fue nombrado relator sustituto de la Real Audiencia de Buenos Aires. En agosto de ese año fue depuesto el virrey Sobremonte por lo que la Audiencia cobró mayor relevancia y Moreno adquirió mayores funciones gubernamentales. Comenzaba su conocimiento de delicados asuntos del estado. Posteriormente fue designado relator de la Real Audiencia.
Durante las invasiones se opuso a los ingleses y escribió “Memoria sobre la invasión de Buenos Aires por las armas inglesas al mando del General Lord Beresford”, una serie de notas sobre los hechos previos y durante las invasiones para que la población futura se enterara del origen de los mismos.
Tras el rechazo a los invasores, la sociedad se dividió entre los comerciantes que insistían en sostener el monopolio del comercio con España y los ganaderos exportadores que querían comerciar sus productos directa y libremente con Inglaterra y otros países. Moreno y Belgrano, entre otros, se enrolaban en esta segunda posición y operaban en consecuencia. Ante la oposición jurídica de los comerciantes, Mariano Moreno fue designado por los exportadores para que rebatiera esos argumentos. Redactó “Representación de los Hacendados de las campañas del Río de la Plata” a favor de liberar el comercio de cueros. Sus razonamientos desnivelaron la discusión pública.
En ese contexto había asumido el virrey Cisneros quien aprobó un reglamento provisorio de libre comercio. Los comerciantes españoles se opusieron firmemente. Mientras tanto, los revolucionarios fueron aunando posiciones a favor de generar mayores libertades económicas y políticas. Se produjo, entonces, la Semana de Mayo. El virrey fue depuesto y fue reemplazado por la Primera Junta en la que Mariano Moreno asumió la secretaría de Gobierno y la de Guerra desde donde desplegó toda su energía y eficacia gubernamental.
Fue un torbellino. En siete meses reabrió los puertos de Maldonado (Uruguay), Ensenada y Carmen de Patagones; estableció una oficina de censos; generó ordenanzas militares para los oficiales y cadetes, organizó la policía municipal y creó nuevas compañías de voluntarios (que acotaban el poder de maniobra de las fuerzas existentes); liberó las restricciones al comercio y las explotaciones mineras; decretó la libertad de prensa, planificó la formación de una Biblioteca Pública Nacional e intentó regular y limitar los privilegios que la iglesia tenía por el Patronato Regio.
Además, redactó el Plan de Operaciones, en el que propuso promover una insurrección en la Banda Oriental y el Sur del Brasil, fingir lealtad a Fernando VII para ganar tiempo, garantizar la neutralidad o el apoyo de Inglaterra y Portugal, expropiar las riquezas de los españoles y destinar esos fondos a crear ingenios y fábricas, y desarrollar la navegación. Eran cambios profundos que necesitaban acuerdos y apoyo popular. Paralelamente, fundó y dirigió la Gazeta de Buenos Ayres, desde donde dio batalla por las ideas y dio publicidad masiva a los actos de gobierno.
Sin embargo, subestimó las cuestiones políticas que regían la vida interna, las opiniones en las otras provincias y sus diferencias con el coronel Cornelio Saavedra, héroe contra los invasores ingleses y figura popular en las Provincias Unidas. Moreno emitió un decreto que intentaba limitar las funciones del presidente de la Junta y se asignaba a sí mismo la capacidad de veto. Saavedra emitió un decreto convocando a los diputados de las provincias. Las interpretaciones respecto a las atribuciones del decreto fueron encontradas. Moreno sostuvo que era para reunir al Congreso Constituyente y Saavedra que era para actividades ejecutivas. Limitaba así, al secretario de la Junta.
Los diputados acaudillados por el deán Funes, de la provincia de Córdoba, avalaron la postura de Saavedra e infligieron una derrota política definitiva a Mariano Moreno que renunció a su cargo y solicitó cumplir funciones en el extranjero. Fue encomendado para negociar la compra de armas en Inglaterra y allí comenzó un capítulo oscuro y trágico. Embarcado en el navío inglés “Fame” el 24 de enero de 1811, comenzó un viaje lleno de percances y con problemas de salud. El capitán del barco le suministró un vomitivo de uso cotidiano en esa época elaborado con antimonio y tartrato de potasa. Con una particularidad: la dosis era 40 veces mayor a la normal. La consecuencia fue su muerte ante las costas de Santa Catarina, Brasil. Otro dato llamativo fue que el contrato entre el gobierno porteño y el proveedor de armamento tenía una cláusula en la cual se indicaba que si el señor Mariano Moreno falleciera o no se hallare en Inglaterra por algún accidente o imprevisto, debían tratar con el señor Aniceto Padilla en los mismos términos. Rara y anticipatoria cláusula.
Parte de nuestra historia repleta de ejemplos similares y que nos condenan a perder hombres y mujeres valiosos y necesarios. No hay saludo final. Solamente, que de esa historia también venimos…
Ruben Ruiz
Secretario General