Pionera de la lucha contra la mutilación genital femenina
Un día como hoy pero de 2019 se despedía Bogaletch «Boge» Gebre, microbióloga y activista por los derechos de las mujeres y contra la mutilación genital femenina en Etiopía y organizadora de entidades sin fines de lucro para enfrentar la discriminación y la violencia contra las mujeres y para obtener justicia y oportunidades de igualdad para sus compatriotas más pobres, sus familias y sus comunidades.
Nació a principios de la década del ‘50 en la aldea rural de Zato, distrito de Kembatta, Región de las Naciones, Nacionalidades y Pueblos del Sur (actual Etiopía Meridional y Central), una región del país donde no existía predominancia de una o dos etnias. De hecho, convivían 19 pueblos de diferente origen (sidamos, welaytas, hadiyas, gurages, gamos, kafas, siltis, entre otros).
Hija de Lonseke Ayemo y de Gebre Kabre, una pareja de agricultores. Tuvo trece hermanos/as (la mayoría murió durante la infancia). Su padre le impidió acceder a una educación formal. Sin embargo, encontró la vuelta para no ser analfabeta.
Bajo el pretexto de ir a buscar agua, salía muy temprano de su casa y desviaba su trayecto para asistir unas horas a una escuela dirigida por misioneros. Escondía las ollas en el follaje mientras asistía a clase. Un tío la ayudaba en secreto a completar los deberes. Cuando el ardid fue descubierto ya sabía leer y escribir.
A los doce años sufrió la mutilación genital. Un hombre la sujetó desde atrás mientras dos mujeres le tomaban las piernas. Una tercera se sentó entre las extremidades y usando una navaja le extirpó el clítoris. Casi muere desangrada. Pudo curar sus heridas y continuó, ensimismada en su dolor, con la rutina diaria hasta que obtuvo una beca para continuar sus estudios en el único internado para niñas existente en Addis Abeba, capital de Etiopía.
Para iniciar estudios superiores tuvo ayudas valiosas. Mediante otra beca, estudió y alcanzó la licenciatura en Microbiología y Fisiología en Jerusalén. Posteriormente, postuló y ganó la beca Fullbright para perfeccionar sus estudios en EE UU. Se mudó al país del norte y obtuvo una maestría en la Universidad de Massachusetts Amherst. Más tarde, alcanzó el doctorado en Epidemiología en la Universidad de California, ubicada en la ciudad de Los Ángeles.
Durante esos años creó su primera organización sin fines de lucro: «Desarrollo a través de la Educación», logró recaudar U$s26.000 y envió manuales y material didáctico a varias escuelas y colegios de Etiopía. En 1987 sufrió un severo accidente automovilístico y los médicos aseguraron que no volvería a caminar. Con tenacidad y disciplina, “Boge” contradijo a los médicos, se recuperó y corrió cinco maratones en las que también recaudó fondos para acciones solidarias.
A mediados de la década del ’90 el hambre y la agitación política y militar crecían en Etiopía. “Boge” decidió retornar al país y centrar su ayuda en la defensa de los derechos de las mujeres, principales afectadas por la violencia ancestral y la pobreza existente.
Observó con agudeza que no podía trasladar mecánicamente su visión sobre el tipo de ayuda. Tras su primer discurso público sobre un tema silenciado como era el SIDA lo comprobó con creces. Debía crear confianza y empatía. Tenía muchas ideas, solo U$s5.000 y un desafío enorme.
Tomó en cuenta los valores culturales de las comunidades, realizó pequeñas asambleas y focalizó el esfuerzo en resolver problemas prácticos de la vida cotidiana como lograr la construcción de un puente para que los niños puedan llegar a la escuela más cercana, las mujeres pudieran acarrear el agua por un tramo más transitable o los/as comerciantes pudieran llegar con más facilidad al mercado local. Ayudaron a construir diez puentes, perforar siete pozos de agua, mejorar cinco manantiales y plantar nueve millones de árboles en la región suroeste de Etiopía.
A los pocos meses fundó junto a su hermana, Fikirte Gebre, la organización Kembatti Mentti Gezzima-Tope (‘Las mujeres que están juntas’) que luego derivó en KMG-Etiopía y dieron inicio a las “Conversaciones Comunitarias” aldea por aldea en las que impulsaron la discusión sobre diferentes temáticas: la prevención y control del VIH/SIDA, la eliminación de prácticas milenarias como la mutilación genital femenina, cómo enfrentar el secuestro de niñas para obligarlas a ser novias, estrategias contra las violaciones para forzar matrimonios, la inserción educativa, la salud materno-infantil, la herencia de las viudas, la violencia doméstica.
Fue un trabajo tenaz y un aprendizaje en ambas direcciones. En la región donde KMG Etiopía desarrolló sus acciones, la tasa de mutilaciones genitales femeninas se redujeron del 100 al 3%, la tasa de secuestros nupciales bajó más de un 90%, mejoró la calidad de vida de las personas con VIH/SIDA y se creó una red de conexión con los huérfanos de víctimas de la enfermedad en las comunidades del suroeste etíope.
KMG generó programas integrados que abordaron tanto la educación para adquirir habilidades y conocimientos que les permitieran a las mujeres tener cierta autonomía económica, gozar de mayor independencia y sentir seguridad de sí mismas como también integrar proyectos de regeneración ambiental (reforestación, limpieza de acuíferos).
Las mujeres se fueron empoderando. Se establecieron tribunales para la defensa de sus derechos, se crearon milicias para proteger esos derechos conquistados y los de sus hijas, se reconoció el derecho de las mujeres a postularse para cargos públicos, ser electas y designadas.
El trabajo de “Boge” fue intenso y eficaz. Consolidó nuevos principios desde la propia cultura de quienes sufrían las consecuencias del maltrato y el abuso consuetudinario. Supo tensionar nuevos valores con tradiciones negativas que “tiraban para atrás”. Logró vencer resistencias milenarias desde el diálogo honesto y sin supremacías, la comprensión del daño ocasionado por ciertas prácticas y la necesidad de enfrentarlos, limitarlos o eliminarlos.
Sufrió esas prácticas, se sobrepuso, emigró, incorporó conocimientos científicos que le permitieron sostener soluciones prácticas en el tiempo, mixturó esos conocimientos con aspectos sabios de culturas originarias, enfrentó al poder en el terreno, impulsó mejoras económicas indispensables en la lucha por vivir mejor y despabiló a muchos/as pusilánimes.
Fue un símbolo africano y una figura global en la lucha contra el apartheid de género, la discriminación y la desigualdad social.
Un caluroso día de la estación seca en Etiopía se llevó a “Boge” y dejó impregnada en letra de molde su lucha por un mundo más igual, menos discriminador, menos injusto.
Salú Bogaletch Gebre!
Ruben Ruiz
Secretario General