Victoria electoral de la Unidad Popular en Chile.
Un día como hoy, pero en 1970 se producía el triunfo electoral de la Unidad Popular en Chile y de su candidato a presidente, Salvador Guillermo Allende Gossens. Chicho, para su pueblo. Nieto de vascos, médico recibido en la Universidad de Chile, atleta del club Everton de Viña del Mar, vicepresidente de la Federación de Estudiantes de Chile, uno de los fundadores del Partido Socialista en 1933, ocupó también los cargos de diputado, ministro de Salubridad y senador.
Obtuvo el 37% de los votos con un frente que componían el Partido Socialista, el Partido Comunista, el Partido Radical, el Partido Socialdemócrata, el MAPU y Acción Popular Independiente y el apoyo imprescindible de la Central Única de Trabajadores. Fue el primer presidente marxista del mundo electo por el voto popular. Su estrategia: la vía chilena al socialismo o como popularmente lo definían millones de chilenos y chilenas, la revolución con olor a empanada y vino tinto.
Fue difícil desde el primer momento. El presidente norteamericano Richard Nixon ordenó que se utilizaran todos los medios para que Salvador Allende no asumiera. Eran los tiempos implacables de la Guerra Fría. Es así, que a los pocos días comenzó un plan de desestabilización planificado; se produjeron explosiones en el aeropuerto de Pudahuel, el Canal 9 de televisión, en los supermercados Almac, el Instituto Geográfico Militar, la Escuela de Derecho de la Universidad de Chile, la estación eléctrica de Colina y la Bolsa de Comercio de Santiago., entre otros. Se redobló la presión mediática desestabilizadora con el periódico El Mercurio a la cabeza.
Pero no lograron su objetivo. La población esperó firme y en calma la sesión de investidura presidencial, la Unidad Popular logró que la Democracia Cristiana (tercera en la elección) votara a su candidato en el Congreso Pleno que consagraba al presidente y la mayoría de las Fuerzas Armadas se negaron a entorpecer el traspaso democrático. Ante ese panorama -el 22 de octubre- los conspiradores intentaron secuestrar al comandante en jefe del Ejército, general René Schneider, que se defendió y fue baleado con tres impactos. Tres días después falleció. Creció la tensión, pero también creció la condena de la sociedad chilena ante este asesinato premeditado y el desprecio a los saboteadores de adentro y de afuera por su intento de invalidar mediante el terror lo resuelto por la voluntad popular.
Finalmente, Salvador Allende asumió la presidencia de Chile el 3 de noviembre de 1970.
Comenzó la experiencia del socialismo por la vía pacífica. Nacionalización de la minería (en especial el cobre, principal recurso de la economía chilena) con el voto unánime del Congreso, profundización del proceso de reforma agraria que ya había iniciado el gobierno anterior en Chile, nacionalización de la banca y de las empresas estratégicas mediante una intervención o compra de acciones, congelamiento de precios y aumento de salarios sin impacto inflacionario dada la capacidad ociosa de las industrias chilenas, distribución de medio litro de leche diario a cada niño, etc.
La oposición interna saboteó y la externa aplicó su poder (propició la caída del precio internacional del cobre, impuso trabas para que Chile accediera al crédito) pero la economía creció y se sintió en el bolsillo de la gente. Eso permitió que la Unidad Popular obtuviera una victoria holgada en las elecciones municipales de 1971: alcanzó el 49% de los votos y una gran victoria en las parlamentarias de 1973 con el 45% de los votos.
Esa demostración de eficacia gubernamental ante el sabotaje y el encierro externo fue demasiado para los poderosos. Impidieron la distribución de alimentos y artículos esenciales, trabaron procesos productivos que generaban ingresos, enrarecieron el clima parlamentario, y, simultáneamente, se potenció el accionar conspirativo de la CIA y el gobierno yanqui. Es cierto también, que crecieron las discusiones interminables al interior de la Unidad Popular para superar estas limitaciones y riesgos, que mellaron la efectividad en la gestión del gobierno electo.
Hasta que las fuerzas armadas decidieron quebrantar la democracia, dieron el golpe de estado con apoyo de la Democracia Cristiana e instauraron la dictadura más sangrienta de la historia chilena.
La Unidad Popular fue una construcción colectiva de muchos años que intentó dar forma al sueño de alcanzar el socialismo sin recurrir a la violencia, crear mayorías convenciendo, practicar la coherencia política especialmente de sus dirigentes y militantes, hacer de la honestidad un principio inquebrantable, superar las diferencias internas gestionando un país, dialogar con el antagonista, alcanzar la felicidad colectiva con firmeza y con la mano abierta.
La ahogaron en sangre porque los dueños del mundo y sus cómplices no dialogan, no discuten, no admiten ver a un Pueblo que abre grande los ojos, se para orgulloso y es cada vez más consciente.
Pero el ejemplo de la Unidad Popular no pudo ser borrado de la memoria y el corazón de los chilenos y chilenas ni de muchos otros pueblos.
A tal punto, que luego de pasado muchos años de esa experiencia de gobierno popular frustrada por la barbarie, las nuevas generaciones inundaron las calles chilenas, develaron las injusticias acalladas durante décadas, lucharon por la educación y la salud gratuita, por el acceso al agua, por el fin de la jubilación privada, por la posibilidad de trabajar, obligaron a los gobernantes a llamar a una Asamblea Constituyente y votaron mayoritariamente a candidatos que se comprometieron a instaurar cambios profundos en una nueva Constitución.
Todas esas marchas fueron presididas por un único estandarte: la imagen de Salvador Allende. No pudieron colar las banderas de partidos políticos; el pueblo movilizado solo llevó la cara sonriente del Chicho o la icónica imagen de sus anteojos con las lentes rotas. Memoria clara y acción decidida.
El gobierno de la Unidad Popular en Chile fue una sonrisa breve, una caricia inolvidable, una muestra de dignidad popular, un mojón claro en la memoria colectiva, un símbolo que nos afirma en la convicción de que otro mundo es posible.
Salú Pueblo Chileno!! Salú Unidad Popular!! Salú Salvador Allende!!
Seguimos estando del mismo lado.
Ruben Ruiz
Secretario General