Creatividad, ingenio, sentido del humor y mucha cultura
Un día como hoy, pero de 1967 debutó Les Luthiers, grupo musical y humorístico argentino, muy popular que transitó por un camino artístico poco común y efectivamente alternativo. Generaron un espectáculo que trascendió la Argentina y fue un éxito nuestro país, en Latinoamérica y España por más de 50 años y atravesó varias generaciones.
Su nombre se referencia en la palabra francesa luthier que alude al creador, ajustador y encargado de la reparación de instrumentos musicales de cuerda. Fue un producto de época. En la década del ’60 los coros universitarios en Argentina adquirieron un auge importante.
En ese clima, se formó el grupo originario de música clásica llamado I Musicisti con esta delantera: Daniel Durán, Horacio López, Guillermo Marín, Gerardo Masana, Jorge Maronna, Marcos Mundstock, Carlos Núñez Cortés, Daniel Rabinovich, Raúl Puig y Jorge Schussheim que hizo su primera presentación en el VI Festival de Coros Universitarios en la ciudad de San Miguel de Tucumán con la obra Cantata Modatón (luego Laxatón).
La música estaba inspiraba en la Pasión según San Mateo, de Johann Sebastian Bach, pero era una parodia de las formas de las cantatas barrocas, las letras estaban tomadas del prospecto de un conocido laxante y la ejecución se llevó a cabo con instrumentos informales diseñados y construidos por ellos mismos, La sorpresa e intriga inicial fueron importantes, pero el éxito fue instantáneo y las críticas fueron halagadoras.
Eso permitió que comenzaran a actuar en diferentes salas de Buenos Aires y en el Instituto Di Tella, pero las diferencias entre ellos hicieron que el grupo se disolviera y apareciera en escena el grupo Les Luthiers. Ahora la delantera estaba formada por: Gerardo Masana, Marcos Mundstock, Jorge Maronna, Carlos Núñez Cortés y Daniel Rabinovich. Posteriormente se incorporaron el rosarino Carlos López Puccio y Ernesto Acher. Y comenzaron el periplo por pequeños teatros y café-concert. Siempre actuando de frac y con una seriedad clásica…
Con el tiempo jugaron de local en el Teatro Coliseo y, a veces, alternaron en el Gran Rex. Hasta que el 11 de agosto de 1986 rompieron el techo de cristal y tocaron en el Teatro Colón junto a la Orquesta Sinfónica del teatro. Una noche magistral.
Los “instrumentos informales” eran inventados por Masana junto al luthier y músico Carlos Iraldi -luego Hugo Domínguez- y fabricados con objetos cotidianos (latas, cartón, mangueras, globos). Así nacieron: el “latín” o violín de lata, cuya caja de resonancia era una lata de jamón cocido en conserva; el “yerbomatófono”, hecho con una calabaza para tomar mate cortada por la mitad; el “dactilófono”, una especie de xilofón fabricado con una máquina de escribir conectada a tubos de aluminio; la guitarra dulce, que era una guitarra fabricada con dos latas de dulce de batata o la mandocleta, una bicicleta cuya rueda trasera hacía sonar una mandolina.
Los personajes eran creaciones que cubrían un amplio espectro histórico y geográfico: el compositor de música popular Manuel Darío, el maharishi Salí Baba, el compositor de bossa nova Dorival Lampada o el pastor Warren Sánchez, pero sin duda el personaje emblemático y más recordado fue Johann Sebastián Mastropiero.
Los temas también abordaban temáticas de lo más insólitas: la “Cantata del Adelantado Don Rodrigo Díaz de Carreras”, “La gallina dijo eureka”, “La Bossa Nostra”, “Romance del joven conde, la sirena, el pájaro cucú y la oveja”, “El teorema de Thales”, “Miss Lilly Higgins Sings Shimmy in Mississippi’s Spring”, “El explicado”, “La payada de la vaca” o “Lazy Daisy”, entre otros.
Sin duda unos genios.
Innovadores del léxico humorístico, creadores de neologismos desopilantes, inventores de instrumentos musicales novedosos pero que sonaban con timbres precisos y absolutamente afinados y maestros en el acercamiento entre músicas e historias clásicas y los gustos populares urbanos.
Salú Les Luthiers! Por su ingenio, desparpajo e imaginación para desparramar cultura atravesando barreras impensadas.
Ruben Ruiz
Secretario General