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Efemérides 05 de Julio – Jorge Álvarez

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El impulsor de una nueva manera de hacer cultura urbana

Un día como hoy pero de 2015 se despedía Jorge Raúl Álvarez Ruiz, productor discográfico y empresario editorial, que revolucionó la forma de producir cultura durante las décadas del ’60 y ’70, editó autores que dejaron una huella importante en nuestra literatura e impulsó la aparición del rock nacional a niveles masivos con solistas y bandas que nos interpelan y emocionan todavía hoy.
Egresado del Colegio Nacional Buenos Aires, trabajó desde 1956 como vendedor y asesor de la librería De Palma, especializada en derecho y ciencias sociales. Un cliente asiduo de la librería, David Viñas, le comentó que estaba escribiendo una biografía sobre Eva Perón. A Jorge le pareció interesante y atrayente. Le propuso al dueño que editara la obra pero su idea fue rechazada. Acto seguido renunció a su puesto de trabajo, se embarcó en el nacimiento de su propia editorial-librería y pergeñó con Viñas la publicación del libro. Sin embargo, otro novel escritor, Juan José Sebreli, los aventajó, sacó a la venta su versión sobre la vida de la líder peronista y canceló el proyecto del dúo.
Corría el año 1963. El mundo era recorrido por tendencias culturales y políticas contestatarias, una necesidad de mayor autonomía en la juventud, una tendencia a la lucha por cambios sociales y económicos profundos, el cuestionamiento del colonialismo y los desmanejos de los países más poderosos, un mayor peso de los trabajadores/as organizados, una ruptura con las costumbres de las generaciones precedentes y una acelerada renovación de los mecanismos de la industria cultural. Una parte de la Argentina (especialmente, en las ciudades más pobladas) recibía esas influencias y las resignificaba a su manera. Sus habitantes receptaban esas nuevas ideas junto a una revalorización de aspectos de su historia alejada de las versiones oficiales, y ensayaban sus propias respuestas.
Nuestro personaje se encontró sin trabajo, con la Editorial Jorge Álvarez recién salida del horno y sin obras que publicar. Decidió dar el salto. Casi sin capital inicial pero con acceso al crédito, lanzó el primer título, Cabecita negra de Germán Rozenmacher. Vendió cerca de 10.000 ejemplares. Una enormidad para la época. Su segundo paso fue reinvertir casi todas las ganancias. Tercer paso: contra la lógica instalada en las editoriales, pagaba a los autores por obras que aún no habían escrito.
El centro de operaciones de la editorial-librería era Talcahuano 485. Su sello distintivo la construcción de un catálogo novedoso, la heterogeneidad de sus títulos y una impronta comercial contraria a la “sacralización” del libro. Editar una obra significaba una celebración anticipada a su devenir futuro.
Su variedad fue notable: Hay hambre dentro de tu pan de Dalmiro Sáenz, Los caudillos de Félix Luna, La señora Ordóñez de Marta Lynch, Nanina de Germán García, La traición de Rita Hayworth de Manuel Puig, Invasión de Ricardo Piglia, Responso de Juan José Saer, Los oficios extraterrestres de Rodolfo Walsh, Las otras puertas de Abelardo Castillo, Todo eso de Paco Urondo, Entre sajones y el arrabal de Leopoldo Torre Nilsson, Mi amigo el Che de Ricardo Rojo, Literatura argentina y realidad política de David Viñas, Sexo y traición en Roberto Arlt de Oscar Masotta, Martínez Estrada: una rebelión inútil de Juan José Sebreli, La primitiva literatura gauchesca de Jorge Rivera. Las izquierdas y el problema nacional de Rodolfo Puiggrós, _ ¿A qué viene De Gaulle? _ de Rogelio García Lupo, la primera tirada en forma de libro de Mafalda creada por Quino, y escritores europeos como Sartre, Barthes, Marcuse, entre otros.
La editorial-librería se convirtió en el centro neurálgico de esa nueva “intelligentzia urbana” donde se encontraban Pirí Lugones, Arturo Jauretche, Rodolfo Walsh, Marta Minujin, Germán García, David Viñas, Beatriz Guido, Rogelio García Lupo. Academia, política e incipiente cultura pop; underground argento. Discusiones estéticas, complicidades artísticas, debates ideológicos de exploradores culturales que trajinaban el cuadrado porteño formado por Callao, Rivadavia, Florida y Santa Fe, con eje vital en la calle Corrientes.
Simultáneamente, desarrolló una empresa dedicada a la producción y comercialización de posters que llamó Mano Editora, con la que ofreció reproducciones de Sartre, Juan Domingo Perón, Ernesto ‘Che’ Guevara, Mao Tsé Tung, Aníbal Troilo, las hermanas Norma y Mimí Pons, el arquero Hugo Orlando Gatti, John Lennon, Jane Fonda, Brigitte Bardot, Rolling Stones y Alain Delon, entre otros.
No satisfecho con el impacto que había generado en el mundo editorial y la gráfica, Jorge Álvarez incursionó en la producción musical. En el mundillo de Talcahuano 485 aparecieron una serie de músicos, cuyos ritmos y poesías fueron registrados de inmediato por Jorge Álvarez. En principio, se dirigió a las discográficas existentes (CBS, RCA, Polygram, EMI) para interesarlos en producir a estos jóvenes. El rechazo fue unánime. El segundo acto fue encontrarse con sus compañeros del secundario, Pedro Pujó, Javier Arroyuelo y Rafael López Sánchez para idear una estrategia con la cual disputar el predominio a los grandes sellos y aprovechar su “sordera” ante los nuevos vientos.
Así nació Mandioca (la madre de los chicos) una discográfica icónica en el desarrollo del rock nacional. Sello plebeyo con nombre telúrico. Su presentación fue un 12 de noviembre de 1968 en el teatro Apolo. Cursaron invitaciones a personajes conocidos por la opinión pública y empapelaron el centro con un afiche donde aparecían sus datos (sin saber si concurrirían): Tomás Eloy Martínez, Alejandro Mancini, Enzo Ardigó, Donald, Manuel Mujica Láinez, Hugo Guerrero Marthineitz, Olga Orozco, Norma y Mimí Pons, Antonio Carrizo, Miguel Grinberg, Mónica Mihanovich, Kive Staif, Lucha Amengual, Horacio de Dios, Salvador Samaritano, “Pipo” Mancera, Mario Mactas y varios más.
Actuaron Miguel Abuelo, Cristina Plate (la primera cantante de rock nacional) y Manal en un ambiente delirante y festivo. Hubo críticas repartidas pero el objetivo publicitario se había cumplido. Ese fue el inicio de una trayectoria decisiva para nuestro rock y pop. El sello produjo simples y LP’s de Manal, Los Abuelos de la Nada, Cristina Plate, Moris, Tanguito, Almendra, Samantha Summers, Billy Bond y La Pesada del Rock and Roll, Pappo’s Blues, Miguel Abuelo, Vox Dei, Alma y vida, Sui Generis, Invisible, Armagedón. Luego del cierre de Mandioca armó Microfón (que también llamó Talent), con la que continuó descubriendo talentos y produciendo sus obras musicales.
Temas como “Avellaneda blues”, “Para ser un hombre más”, “Avenida Rivadavia”, “No pibe”, “Necesito un amor”, “Tema de Pototo”, “Muchacha ojos de papel”, “El oso”, “Pato trabaja en una carnicería”, “Azúcar amarga”, “Quiero ser”, “Jugo de tomate”, “La balsa”, “Amor de primavera”, “Presente”, “Canción para mi muerte”, “Natalio Ruiz”, “Rasguñan las piedras”, “Instituciones”, “Todas las hojas son del viento”, “Cantata de puentes amarillos”, “El hombre suburbano”, “Adonde está, la libertad” y el álbum “La Biblia”, cruzaron la vida de más de una generación, nos transformaron en coros multitudinarios de muchos recitales, animaron campamentos y fogones, nos emocionaron y nos animaron en momentos difíciles y se siguen llevando en la piel y el corazón. Por lo menos, para unos/as cuantos…
Inventó los recitales en el teatro Coliseo los domingos a las 11 de la mañana que llamó Beat Baires (cinco jornadas a partir de junio de 1969) en el que tocaron todos sus grupos y se anunciaba como “gancho” a Leonardo Favio que nunca cantó. Además, incursionó con el rock and roll en la televisión. Fueron trece programas cortos en Canal 11 (Teleonce) al mediodía, en competencia horaria con “Los tres chiflados”. En la primera jornada el rating no lo favoreció, en la segunda empataron y en el resto tuvo mayor audiencia que los incomparables locos sueltos.
En 1977 se vino la noche y Jorge Álvarez se exilió en España. Fiel a su costumbre produjo cultura popular. Ayudó a despegar el pop en España y fue productor de Mecano, Olé, Ole y Joaquín Sabina. Su largo exilio terminó en 2011 cuando regresó a la Argentina. Llegó a escribir sus Memorias con la editorial Libros del Zorzal y editó Love pop de Juan Carlos Herranz.
Intuitivo, original, innovador, audaz, conocedor del circuito cultural y los cambios del gusto masivo como pocos. Un adelantado y un integrante imperdible de nuestra popular imaginaria.
Salú Jorge!! Por tu capacidad para detectar los cambios sociales y generar cultura, por alimentar los consumos masivos con calidad artística, por gestar espacios reales para que creciera un arte nuevo

Ruben Ruiz
Secretario General 


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