Pionera del periodismo de investigación y denuncia
Un día como hoy pero de 1864 nacía Elizabeth Jane Cochran, cuyo seudónimo fue Nellie Bly, periodista y escritora estadounidense que se convirtió en la primera cronista encubierta de Occidente. Fue una entrevistadora de fuste, dio a conocer acontecimientos poco relevados por la prensa de su país y fue una defensora eficaz de los derechos de las mujeres con revelaciones impactantes.
Nació en Cochran’s Mills, estado de Pensilvania. Hija de Michael Cochran, trabajador molinero y de Mary Jane, ama de casa que crio a los diez hijos/as de un matrimonio anterior de su marido y cinco hijos/as propios. Nellie Bly quedó huérfana de padre cuando tenía seis años y su infancia transcurrió entre enormes necesidades económicas que se vieron agravadas con la llegada de una nueva pareja de su madre que era un personaje acosador y alcohólico y que determinó una adolescencia llena de riesgos cotidianos.
En 1879 cursó un semestre en la universidad pero la falta de dinero la obligó a abandonar los estudios. En 1880 se mudó a Pittsburg y comenzó su peregrinaje para conseguir trabajo. Una tarde leyó un artículo en el periódico “The Pittsburgh Dispatch” en el que se argumentaba en contra de que las mujeres trabajaran en las fábricas ya que estaban destinadas a las tareas del hogar. Inmediatamente, Nellie Bly escribió una réplica bajo el seudónimo de “Pequeña huerfanita” donde refutaba esos argumentos y reclamaba mayor poder para que las mujeres pudieran demostrar sus capacidades y tener mayor influencia en la sociedad.
Inmediatamente fue convocada y contratada por el editor del periódico, George Madden, impactado por su estilo directo y claro a pesar de sus faltas de puntuación y la debilidad gramatical. Su primer trabajo versó sobre la obsolescencia de las leyes de divorcio. Luego escribió sobre las condiciones laborales de las mujeres en las fábricas o sobre sus niveles salariales. Su conocimiento crecía. La animadversión de los anunciantes también. Fue relegada a la sección de “sociales”: belleza, moda, jardinería.
Cansada del ninguneo viajó a México y retrató su realidad. El adelanto tecnológico, la red ferroviaria creciente, la desigualdad social y la tiranía lacerante del presidente Porfirio Díaz. Sus experiencias fueron plasmadas en diversas notas y un libro, Seis meses en México, tras una convulsionada expulsión del país azteca por sus críticas públicas.
A su retorno verificó que las condiciones en Pittsburgh no habían variado. Se fue a probar suerte a Nueva York. Su objetivo trabajar en alguno de los grandes periódicos.
EE UU era un país dinámico, cruel y contradictorio. Existía una masa de inmigrantes indocumentados y sin derechos que poblaban sus ciudades. No existía defensa legal alguna y los dueños del condado eran los Rockefeller, los Vanderbilt y otros poderosos. La corrupción arreciaba. La indefensión era manifiesta, los poderes públicos ausentes, la pobreza urbana escandalosa.
En ese contexto, surgieron los “muckrackers”, periodistas honestos y corajudos que enfrentaron al poder establecido y denunciaron sus atropellos: Jack London, Upton Sinclair, Lincoln Steffens, Nellie Bley, Charles Edward Russell, Jacob Riis, Ida Tarbell, entre otros. Finalmente, Nellie consiguió ingresar en el periódico “News of the World”, propiedad de Joseph Pulitzer. Su primer artículo se trató sobre la situación en las viviendas de la Trinity Corporation de Vanderbilt donde imperaban alquileres abusivos, unidades habitacionales húmedas e insalubres y con un buen número de muertes. Fue su carta de presentación.
La consagración como periodista llegó de la mano de un trabajo encubierto. El periódico le encargó una nota sobre el asilo de la Isla Blackwell, una de las instituciones de enfermos mentales más oscura de EE UU. Primeramente, se instaló en una pensión de mujeres. Luego alegó desconocer su nombre, tuvo un comportamiento extraño durante varias jornadas que tornó en violencia. Llamaron a la policía, fue detenida y, ante nuevos episodios violentos, llamaron a Blackwell y lograron su internación.
Un juez y cuatro y cuatro médicos determinaron trastornos mentales. Una vez ingresada comenzó su trabajo de zapa. Sufrió los maltratos a la par de sus compañeras, el frío inhumano, los baños de agua helada, la comida insuficiente y rancia, las golpizas y torturas sin razones aparentes, el maltrato de médicos y enfermeras. Reporteó a más de cuarenta pacientes y relevó situaciones dramáticas. Muchas de esas mujeres estaban alojadas por vagancia o por mendigar en las calles o ser pobres de toda pobreza o por su condición de inmigrantes y, en general, la solicitud de encierro provenía de sus maridos u otros parientes masculinos.
Sus notas fueron de interés creciente y, finalmente, la descripción de su “aventura” finalizó en la publicación de su obra Diez días en un manicomio. El impacto fue tal que las autoridades sanitarias actuaron y verificaron la veracidad de las denuncias y la legislatura de Nueva York se vio obligada a destinar ingentes fondos para el funcionamiento y mejora de esas instituciones.
En 1888 Nellie Bly le sugirió a los directivos que la enviaran a dar la vuelta al mundo. Se negaron por su condición de mujer solitaria, los desafió a que enviaran un hombre y les aseguró que ella llegaría antes. Bancó la parada y ganó. El 14 de noviembre de 1889 zarpó con la solitaria compañía de un abrigo resistente, una bolsa con los artículos de higiene y tocador, sus elementos de escritura y el dinero en otra bolsa atada al cuello.
Llegó a Southampton, se dirigió a Londres, cruzó el canal de la Mancha, llegó a París con parada en Amiens donde visitó a Julio Verne, autor de La vuelta al mundo en ochenta días. Se trasladó a Brindisi (Italia), cruzó el Mediterráneo, alcanzó Port Said (Egipto), surcó el Canal de Suez, el Mar Rojo, el Mar de Arabia e hizo escala en la isla de Ceilán (hoy Sri Lanka). Se dirigió a Malasia y Singapur, desde allí a Hong Kong y posteriormente a Yokohama, Japón. Zarpó a San Francisco y cruzó los EE UU en tren hasta Nueva York.
Recorrió 40.055 kms. en 72 días, seis horas y 11 minutos; llegó 25 de enero de 1890. Había cumplido la hazaña sin ninguna compañía contra todo pronóstico.
En 1895 se casó con el empresario Robert Seaman quien falleció nueve años después. Bly se hizo cargo de la empresa, modificó horarios y mejoró los salarios de sus empleados pero el vaivén económico determinó la quiebra. Retornó al periodismo y cubrió la convención de 1913 a favor del sufragio femenino; al mismo tiempo viajó a Austria en busca de inversores pero fracasó y se transformó en corresponsal de guerra. Trabajó para el “New York Evening Journal”, propiedad de William Randolph Hearst. Fue la primera mujer reportera en el frente oriental durante la Primera Guerra Mundial. Relato escrupuloso, profesionalidad y coraje.
En el invierno de 1922 una neumonía pudo contra toda su energía vital.
Histriónica, independiente, audaz, cabezadura, innovadora, defensora implacable de los derechos de la mujer, develadora pertinaz de atropellos y desigualdades.
Salú Nellie Bly! Por tu intrepidez, tu decisión de revelar con precisión injusticias varias, tu capacidad de llevar adelante tus sueños y por tu impertinencia creativa.
Ruben Ruiz
Secretario General