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Efemérides 05 de Septiembre – Bartolina Sisa

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Heroína aymara, ejemplo de resistencia que perdura en la memoria de los pueblos originarios de América

Un día como hoy pero de 1782 fue asesinada Bartolina Sisa Vargas, lideresa de las luchas del pueblo aymara en el siglo XVIII contra la dominación española y símbolo emblemático de las luchas anticoloniales en América Latina.
En su honor, este día se conmemora el Día Internacional de la Mujer Indígena.
Nació el 24 o 25 de agosto de 1750 en la comunidad de Ocuire, cantón Q’ara Qhatu (hoy Caracato), municipio de Sapahaqui, en la provincia Loayza del departamento de La Paz. Hija de José Sisa y Josefa Vargas, originarios del Alto Perú, que se dedicaban al comercio de la coca y de los tejidos de lana. Esa actividad les permitió soslayar el sometimiento que sufrían sus hermanos/as originarios. Luego de algunos años de trabajo nómade se instalaron en la Villa de Sica Sica.
Bartolina acompañaba a sus padres en los largos viajes que realizaban y aprendió el arte de comerciar, montar a caballo, manejar la kurawa (honda) y manejar el fusil. Además conoció con detalle la topografía del territorio del Alto y Bajo Perú. A los 19 años pudo independizarse económicamente de su familia y se dedicó al comercio. Visitó numerosas comunidades y conoció de primera mano los abusos y la violencia ejercida por los españoles en esos territorios.
En uno de esos viajes conoció a Julián Apaza (Túpac Katari), también dedicado al comercio de la coca y que había estado durante dos años en el trabajo forzado de la mita en las minas de Oruro. Se enamoraron, se casaron y tuvieron tres hijos y una hija. El mayor de ellos fue secuestrado por los españoles y se sospecha que fue asesinado. Los otros sobrevivieron en la clandestinidad, cambiaron sus nombres y se perdieron en el anonimato, producto de las persecuciones a que fue sometida la familia por su lucha anticolonial.
Durante esos años la confrontación con los invasores fue permanente. Bartolina, con 25 años, se unió junto a su esposo a la planificación del levantamiento indígena. En 1780 se agotaron las negociaciones con los españoles. Los hermanos Katari en Chayanta y José Gabriel Condorcanqui (Túpac Amaru II) al sur de Cuzco dirigieron el levantamiento. Julián Apaza decidió tomar un nombre de guerra: Tupac Katari (serpiente luminosa) y junto a Bartolina se consolidaron en el liderazgo de la región de La Paz.
A principios de marzo de 1781 comenzó la sublevación quechua-aymara. Tupac Katari lideró la rebelión indígena en las provincias de Sicasica, Pacajes, Omasuyos, Larecaja, Chuchito, Carangas y Yungas. Fue nombrado virrey del Inca y Bartolina virreina de los aymaras. Ella organizó campamentos militares en Chacaltaya, Killi Killi, el Calvario; en el valle de Potopoto y en las alturas de Pampahasi.
El 13 de marzo levantó el campamento de La Ceja, en El Alto, y cortó los accesos a La Paz. Comenzaron siendo veinte mil sublevados; a los pocos días ya eran 80.000. Se cortaron los suministros y el agua a los habitantes de la ciudad. El sitio duró 109 días.
En el extenso territorio sublevado hubo otras mujeres que regaron de valentía, capacidad organizativa y astucia, la gesta anticolonial. Micaela Bastidas organizó el abastecimiento de las tropas, distribuyó dinero, alimentos, vestimentas y armas e implementó un eficiente sistema de comunicaciones, mediante un servicio de chasquis a caballo que llevaban la información de un punto a otro del territorio rebelde con eficiente rapidez.
Gregoria Apaza, generala y hermana de Tupac Katari, administró los bienes saqueados a los españoles, ayudó en la organización de los campamentos y dirigió a muchos combatientes en el campo de batalla.
A mediados de mayo, Tupac Amaru II y su familia fueron emboscados, apresados y ejecutados con saña en la Plaza de Armas de Cuzco. Ante ese acontecimiento, Tupac Katari se dirigió al norte y dejó a Bartolina al mando del cerco. El brigadier español Sebastián Segurola, jefe militar en La Paz, se enteró de la novedad, subestimó la situación y envió 300 hombres a Pampahasi para “vencer a la mujer que los comandaba”. Fracasó y Bartolina fortaleció su liderazgo.
El hambre comenzaba a hacer su efecto en los habitantes de la ciudad, la disentería también producía consecuencias y los enfrentamientos con los quechuas y aymaras no tenían los resultados esperados. Anoticiados de esta realidad, la Real Audiencia de Charcas envió 1700 hombres fuertemente pertrechados junto a un pequeño contingente de soldados regulares de dragones y de infantería del Regimiento de Saboya, llegados desde Buenos Aires.
Los sublevados se replegaron e, inmediatamente, el virrey Agustín de Jáuregui ofreció amnistía a los rebeldes que se rindieran. Esas dos acciones debilitaron a los quechuas y aymaras. El 2 de julio Bartolina se trasladó desde el campamento de El Alto hacia Pampahasi para enfrentar ese accionar de los realistas. Pero al llegar a Sopocachi parte de la comitiva la traicionó y la entregó al ejército enemigo, a cambio de un indultó que nunca se concretó.
Fue torturada durante meses para que confesara dónde se refugiaba su esposo y cómo ingresar a los campamentos. Jamás habló. En esas circunstancias, Tupac Katari organizó un segundo cerco a La Paz. Intentó rescatar a Bartolina mediante ingresos clandestinos a la ciudad o negociaciones en las que ofreció entregarse a cambio de la libertad de su esposa, pero fracasó.
El sitio volvió a ser efectivo. El hambre y las enfermedades asolaron a La Paz. Los españoles estaban planificando la huida ante la masiva desesperación de los habitantes. Pero llegó una ayuda militar de proporciones. Desde Buenos Aires fueron enviados 7000 hombres armados para romper el cerco al mando de José de Roseguín. Los enfrentamientos fueron muy violentos y duraron un mes.
La rebelión resistió pero, nuevamente, la traición pudo más. El 10 de noviembre de 1781 Túpac Katari se movilizaba hasta Chincayo. Su más cercano colaborador era Tomás Inca Lipe, primo de Bartolina. Pactó con los invasores y lo entregó. Fue torturado durante cuatro días y descuartizado en la plaza de las Peñas en presencia de su esposa.
Luego de diez meses de encierro, Bartolina fue condenada a muerte. El oidor Tadeo Diez de Medina pronunció la sentencia. La sacaron de prisión con los brazos amarrados, ataron una soga a la cola de un caballo y la pasaron por el cuello de Bartolina, la arrastraron desde el cuartel hasta la Plaza Mayor mientras el pregonero leía la sentencia y los tambores repicaban. Luego, fue ahorcada, su cuerpo desnudo e inerme fue mutilado y su cabeza y manos esparcidas por diferentes poblaciones a modo de advertencia a los rebeldes.
Como siempre sucede con los dirigentes que el pueblo respeta, mantienen su legado incólume. Hoy Bartolina Sisa es un símbolo para el pueblo boliviano y una referencia de la lucha anticolonialista en América del Sur y los poderosos de ese momento han sido barridos de la memoria histórica.
Salú Bartolina! Por tu coraje, tu entereza y tu legado histórico en el que se referencian muchas mujeres y hombres que pretenden ser libres.

Ruben Ruiz
Secretario General 


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