Petrona C. de Gandulfo
Un día como hoy pero de 1992 nos dejaba Petrona Carrizo de Gandulfo, ecónoma hogareña, maestra de la gastronomía nacional, primera cocinera en la radio y la televisión argentinas, difusora del uso de la cocina a gas y creadora de miles de recetas que son parte de la alimentación de muchos argentinos/as.
Nació en 1898 en la ciudad de La Banda, provincia de Santiago del Estero. Fue la séptima hija del matrimonio de Manuel, de ascendencia española y de profesión viajante, y Clementina, maestra repostera, con sangre mestiza de pueblo originario e italiana. Poco tiempo después de que naciera, su familia se mudó a la capital santiagueña.
Precisamente su madre fue quien le enseñó a cocinar su primer plato, pasteles de hojaldre, en la casa de la calle Urquiza, entre Independencia y 24 de Septiembre. Luego, su aprendizaje culinario se diversificó. A los quince años se escapó de su casa ante la imposición de un matrimonio no deseado. Recaló en la estancia Quebrachitos, en el departamento de Aguirre, sur de su provincia natal. Trabajó como encargada de cocina, pero también adquirió una gran destreza en el uso del lazo, las boleadoras y las armas. Allí conoció al administrador de la estancia, el porteño Atilio Gandulfo. El amor nació rápidamente, se casaron y al año siguiente emigraron a la ciudad de Buenos Aires.
Los primeros tiempos fueron muy duros. Gandulfo consiguió trabajo en el Correo Argentino pero el salario era magro. Pero un hecho fortuito cambió la historia. Gandulfo contrajo una enfermedad que le impidió trabajar y Petrona salió a “bancar la parada”. Consiguió un puesto de “demostradora” en la inglesa Compañía Primitiva de Gas junto a otras mujeres. La tarea era promover el uso de las novedosas cocinas a gas con las que intentaban reemplazar a las cocinas a carbón y querosén. Uno de sus lugares de trabajo fueron las vidrieras y la puerta del Bazar Dos Mundos, donde mostraba en forma presencial la practicidad de las nuevas cocinas, la inmediatez del encendido, el menor tiempo de cocción de los alimentos y la ausencia de peligro en su uso.
Fue un acierto. A mediados de la década de 1930 había 400.000 cocinas a gas instaladas.
Simultáneamente, inició un curso intensivo de cocina en la academia Le Cordon Blue, sucursal porteña de la escuela de cocina francesa. Registró con acierto que no solo se trataba de saber utilizar las cocinas con nueva tecnología, sino también de diversificar y sofisticar la oferta culinaria. La formación hogareña de sus primeros años, la capacitación posterior y su carisma completaron un cuadro que la iba consolidando en el escenario público.
Comenzó a publicar sus recetas en la revista El Hogar, consiguió una columna semanal y, finalmente, fue la jefa de ecónomas de la publicación. Debutó con un programa diario en Radio Argentina, luego transmitió por Radio Excelsior y posteriormente la contrató Radio El Mundo, donde permaneció durante 25 años. El éxito fue rotundo. Su intuición había funcionado. Ya era una referente mediática.
En 1934 publicó su obra maestra El libro de doña Petrona. Originalmente fue autoeditado y tuvo 500 páginas, pero en sucesivas reediciones alcanzó las 800 páginas y las 3000 recetas. Es el libro más vendido en la historia de la República Argentina, alcanzó las 104 ediciones y se vendieron, hasta hoy, más de 3 millones de ejemplares.
En 1952 debutó en la televisión. Fue en LR3 Canal 7 con el programa Variedades hogareñas, que luego mutó a Jueves hogareños. Pero dio su gran salto en la pantalla grande en 1961 con su participación en Buenas tardes, mucho gusto, emitido por Canal 13 todos los lunes, miércoles y viernes. Allí, se produjo otra revelación. Apareció su asistente Juana Bordoy, la célebre Juanita, que la acompañó durante los 22 años que duró el programa y se transformó en un clásico inseparable de la figura de Doña Petrona y la preparación de sus platos.
En los años ochenta, Doña Petrona fue criticada por la manera de dirigirse a Juanita en los programas. Ella sostenía que ese trato firme pero respetuoso venía con su formación y que, como es sabido, en la cocina cotidiana no existe la democracia si se quiere llegar a tiempo y alimentar bien a una familia numerosa o a muchos comensales.
El 10 de diciembre de 1975, junto a otras ecónomas, fundó la Asociación Argentina de Ecónomas y Gastrónomas para divulgar y enseñar el arte de cocinar. También incursionó en la alimentación dietética y publicó con Alberto Cormillot Coma bien y adelgace. Posteriormente, registrando las consecuencias que producían las crisis económicas en el presupuesto familiar publicó Las recetas económicas de doña Petrona.
Doña Petrona nunca se sintió una cocinera profesional. Siempre estuvo más cerca de las amas de casa. Ayudó a consolidar el uso masivo del gas natural en la Argentina a través de las herramientas comunicacionales de la época, comprendió la necesidad de capacitar a millones de personas que querían aprender a cocinar pero no tenían medios prácticos para hacerlo, no perdió su aire provinciano que le dio verosimilitud a su personalidad.
Pero además tuvo adaptabilidad a los cambios tecnológicos y las incorporaciones culinarias. Fue aliada de la olla a presión, la licuadora, la heladera eléctrica, la harina leudante, el caldo en cubitos, la comida dietética, los alimentos congelados, supo manejarse en la transición de la televisión en blanco y negro a la TV color, y fue precursora de los “trucos” televisivos como el del espejo en el techo para que se observaran en detalle sus preparaciones.
Salú Petrona! Por tu intrepidez temprana, por cómo mostraste que los cambios tecnológicos podían ser una ayuda en la vida cotidiana, por tus consejos acertados para cocinar con diferentes presupuestos y por tu whisky diario junto al habano infaltable cuando caía la tarde.
Nació en 1898 en la ciudad de La Banda, provincia de Santiago del Estero. Fue la séptima hija del matrimonio de Manuel, de ascendencia española y de profesión viajante, y Clementina, maestra repostera, con sangre mestiza de pueblo originario e italiana. Poco tiempo después de que naciera, su familia se mudó a la capital santiagueña.
Precisamente su madre fue quien le enseñó a cocinar su primer plato, pasteles de hojaldre, en la casa de la calle Urquiza, entre Independencia y 24 de Septiembre. Luego, su aprendizaje culinario se diversificó. A los quince años se escapó de su casa ante la imposición de un matrimonio no deseado. Recaló en la estancia Quebrachitos, en el departamento de Aguirre, sur de su provincia natal. Trabajó como encargada de cocina, pero también adquirió una gran destreza en el uso del lazo, las boleadoras y las armas. Allí conoció al administrador de la estancia, el porteño Atilio Gandulfo. El amor nació rápidamente, se casaron y al año siguiente emigraron a la ciudad de Buenos Aires.
Los primeros tiempos fueron muy duros. Gandulfo consiguió trabajo en el Correo Argentino pero el salario era magro. Pero un hecho fortuito cambió la historia. Gandulfo contrajo una enfermedad que le impidió trabajar y Petrona salió a “bancar la parada”. Consiguió un puesto de “demostradora” en la inglesa Compañía Primitiva de Gas junto a otras mujeres. La tarea era promover el uso de las novedosas cocinas a gas con las que intentaban reemplazar a las cocinas a carbón y querosén. Uno de sus lugares de trabajo fueron las vidrieras y la puerta del Bazar Dos Mundos, donde mostraba en forma presencial la practicidad de las nuevas cocinas, la inmediatez del encendido, el menor tiempo de cocción de los alimentos y la ausencia de peligro en su uso.
Fue un acierto. A mediados de la década de 1930 había 400.000 cocinas a gas instaladas.
Simultáneamente, inició un curso intensivo de cocina en la academia Le Cordon Blue, sucursal porteña de la escuela de cocina francesa. Registró con acierto que no solo se trataba de saber utilizar las cocinas con nueva tecnología, sino también de diversificar y sofisticar la oferta culinaria. La formación hogareña de sus primeros años, la capacitación posterior y su carisma completaron un cuadro que la iba consolidando en el escenario público.
Comenzó a publicar sus recetas en la revista El Hogar, consiguió una columna semanal y, finalmente, fue la jefa de ecónomas de la publicación. Debutó con un programa diario en Radio Argentina, luego transmitió por Radio Excelsior y posteriormente la contrató Radio El Mundo, donde permaneció durante 25 años. El éxito fue rotundo. Su intuición había funcionado. Ya era una referente mediática.
En 1934 publicó su obra maestra El libro de doña Petrona. Originalmente fue autoeditado y tuvo 500 páginas, pero en sucesivas reediciones alcanzó las 800 páginas y las 3000 recetas. Es el libro más vendido en la historia de la República Argentina, alcanzó las 104 ediciones y se vendieron, hasta hoy, más de 3 millones de ejemplares.
En 1952 debutó en la televisión. Fue en LR3 Canal 7 con el programa Variedades hogareñas, que luego mutó a Jueves hogareños. Pero dio su gran salto en la pantalla grande en 1961 con su participación en Buenas tardes, mucho gusto, emitido por Canal 13 todos los lunes, miércoles y viernes. Allí, se produjo otra revelación. Apareció su asistente Juana Bordoy, la célebre Juanita, que la acompañó durante los 22 años que duró el programa y se transformó en un clásico inseparable de la figura de Doña Petrona y la preparación de sus platos.
En los años ochenta, Doña Petrona fue criticada por la manera de dirigirse a Juanita en los programas. Ella sostenía que ese trato firme pero respetuoso venía con su formación y que, como es sabido, en la cocina cotidiana no existe la democracia si se quiere llegar a tiempo y alimentar bien a una familia numerosa o a muchos comensales.
El 10 de diciembre de 1975, junto a otras ecónomas, fundó la Asociación Argentina de Ecónomas y Gastrónomas para divulgar y enseñar el arte de cocinar. También incursionó en la alimentación dietética y publicó con Alberto Cormillot Coma bien y adelgace. Posteriormente, registrando las consecuencias que producían las crisis económicas en el presupuesto familiar publicó Las recetas económicas de doña Petrona.
Doña Petrona nunca se sintió una cocinera profesional. Siempre estuvo más cerca de las amas de casa. Ayudó a consolidar el uso masivo del gas natural en la Argentina a través de las herramientas comunicacionales de la época, comprendió la necesidad de capacitar a millones de personas que querían aprender a cocinar pero no tenían medios prácticos para hacerlo, no perdió su aire provinciano que le dio verosimilitud a su personalidad.
Pero además tuvo adaptabilidad a los cambios tecnológicos y las incorporaciones culinarias. Fue aliada de la olla a presión, la licuadora, la heladera eléctrica, la harina leudante, el caldo en cubitos, la comida dietética, los alimentos congelados, supo manejarse en la transición de la televisión en blanco y negro a la TV color, y fue precursora de los “trucos” televisivos como el del espejo en el techo para que se observaran en detalle sus preparaciones.
Salú Petrona! Por tu intrepidez temprana, por cómo mostraste que los cambios tecnológicos podían ser una ayuda en la vida cotidiana, por tus consejos acertados para cocinar con diferentes presupuestos y por tu whisky diario junto al habano infaltable cuando caía la tarde.
Ruben Ruiz
Secretario General