img_home_19
img_home_19
img_home_19
img_home_19
img_home_19
img_home_19
img_home_19
img_home_19
img_home_19
img_home_19
img_home_19
home2
img_home_19
img_home_19
img_home_19
img_home_19
img_home_19
img_home_19
img_home_18
img_home_13
img_home_13
img_home_12
img_home_11
img_home_7
previous arrow
next arrow
Shadow

Efemérides 07 de Diciembre – Cecilia Payne-Gaposchkin

Compartir

 

La científica que descubrió de qué están hechas las estrellas

Un día como hoy pero de 1979 se despedía Cecilia Helena Payne, astrónoma y astrofísica inglesa (nacionalizada estadounidense) quien descubrió que las estrellas estaban compuestas principalmente de hidrógeno y produjo un terremoto en la ciencia. Hasta ese momento la comunidad científica aseguraba que las estrellas tenían una composición similar a la del planeta Tierra. Teoría errónea que sobrevivió muchos, incluso contradiciendo el hallazgo de Payne-Gaposchkin que, finalmente, fue aceptado. A la postre, su trabajo fue considerado en su momento como la más brillante tesis doctoral escrita nunca en astronomía.
Nació en Wendover, sudeste de Inglaterra, en el año 1900. Hija de Emma Leonora Pertz, artista plástica de origen prusiano y de Edward John Payne, abogado, músico e historiador. Su padre murió cuando ella tenía cuatro años y su madre se empeñó en que sus hijos e hija recibieran la mejor educación. Cursó sus estudios primarios en una escuela local, dirigida por Elizabeth Edwards, donde recibió una sólida educación. Aprendió francés y alemán, rudimentos de latín y dominaba aritmética, geometría y álgebra. Sus estudios secundarios los comenzó en el St Mary’s College de Paddington en Londres y los finalizó en el St Paul’s Girls’ School. Cuando llegó el momento de decidir si cursar estudios universitarios o no, su madre se opuso.
Convencida del camino a tomar ganó una beca para estudiar en el Newnham College, perteneciente a la Universidad de Cambridge, donde las mujeres podían recibirse pero no obtener un título oficial de graduada (eso ocurrió recién en 1948). Fue así que terminó su formación en botánica, física y química pero sin un certificado que avalara sus conocimientos.
Durante sus estudios superiores se topó con una conferencia impartida por el astrofísico Arthur Eddington en la que disertó sobre un viaje a África con el objetivo de observar y fotografiar un eclipse solar y confirmar la teoría de la relatividad general.
Esa conferencia le partió la cabeza y definió su futuro definitivamente.
En Inglaterra su futuro estaba diseñado para ser profesora en algún colegio. No compró ese destino y en 1923 se embarcó a EE UU donde las universidades tenían un poco más de respeto por la condición femenina de las estudiantes.
Recaló en el Radcliffe College, una institución para mujeres adscrita a la Universidad Harvard. Su centro de operaciones para iniciar los estudios de postgrado sobre astronomía fue el Observatorio de dicha institución. Su director, Harlow Shapley, le ofreció una remuneración de 500 dólares por formar parte de su equipo. A las integrantes de ese colectivo de científicas las llamaban las “mujeres computadoras” porque eran unas máquinas de producir datos. Entre ellas, se encontraba Henrietta Swan Leavitt, que descubrió la relación periodo-luminosidad que define a las estrellas conocidas como variables cefeidas y permitió grandes avances para medir el tamaño de las estrellas y determinar la edad aproximada del universo.
Estas mujeres recolectaban datos a partir de los grabados en miles de placas de vidrio que solo los hombres podían crear (a las mujeres astrónomas se les imponían numerosas trabas para realizar el trabajo de observación). Era un rompecabezas difícil de armar con esos datos básicos. No obstante, la paciencia y perseverancia de Cecilia Payne pudo más.
En 1925, firmó y defendió su tesis doctoral “Atmósferas estelares, una contribución al estudio de observación de las altas temperaturas en las capas inversoras de las estrellas”. Se basó en la teoría de la ionización creada por el físico indio Meghnad Saha que clasificaba a las estrellas según su características espectrales y las relacionó con sus temperaturas absolutas. El descubrimiento fue revolucionario: las atmósferas estelares (básicamente, el sol) estaban formadas principalmente por hidrógeno y en proporciones menores por helio y, como consecuencia, era el elemento más abundante en el universo. Este hallazgo barrió con la teoría dominante que consideraba que las estrellas tenían la misma conformación que la Tierra.
Fue un golpe duro para el mundo de la astronomía cuyos integrantes eran mayoritariamente varones. Negaron verisimilitud al descubrimiento y obligaron a que Payne mantuviera silencio en sus apariciones públicas.
Finalmente, sucumbieron ante las evidencias y aceptaron que la única verdad era la realidad.
En 1931 le fue concedida la ciudadanía estadounidense y dos años más tarde inició un viaje de intercambio de información científica por Europa. Allí conoció al astrofísico ruso Sergei Gaposchkin. Eran tiempos difíciles. El nazismo ascendía y la discriminación crecía. Consiguió una beca y logró que el científico ruso pudiera emigrar a EE UU. Contrajeron matrimonio y tuvieron dos hijos y una hija pero Cecilia rompió la tradición según la cual debía asumir el apellido del marido y eliminar el propio. Aparecía en el firmamento Cecilia Payne-Gaposchkin.
Continuó sus estudios y su trabajo de docente e investigadora con bajos salarios y en 1938 recibió el título oficial de Astrónoma. El camino del reconocimiento profesional todavía sería empinado. Recién en 1956 fue designada como profesora asociada en la facultad de Artes y Ciencias y, más tarde, se convirtió en la primera mujer en ser designada como directora de un departamento en la universidad de Harvard, el de Astronomía. Sin embargo hubo un dato develador de la misoginia reinante: nunca pudo cobrar un salario similar a sus pares varones, realidad global que se mantiene hasta la actualidad. Se jubiló en 1966 como Profesora Emérita y continuó investigando en el Observatorio Astrofísico Smithsoniano.
Es sintomático y revelador lo que dijo Jeremy Knowles, decano de la Facultad de Artes y Ciencias de Harvard, en 2020: “cualquier estudiante de secundaria sabe que Newton descubrió la gravedad, que Darwin descubrió la evolución y que Einstein descubrió la relatividad. Pero, cuando se trata de la composición de nuestro universo, los libros de texto simplemente dicen que el elemento predominante en el universo es el hidrógeno, y ya. Nadie se pregunta cómo lo sabemos… Como lo fue en su momento, Cecilia Payne-Gaposchkin sigue siendo hoy la astrónoma más famosa de la que nunca oímos hablar». Superar su invisibilidad es un paso adelante y un reconocimiento de que si no hubo más mujeres científicas en la historia no se debió a la falta de talento o pasión, sino a la misoginia imperante.
Para el final nos quedamos con sus descriptivas palabras respecto al sentimiento de quien se sumerge en la ciencia: “La recompensa del joven científico es la excitación y emoción que se siente al ser la primera persona en la historia en ver o entender una cosa nueva. Nada puede compararse a esa experiencia. La recompensa del viejo científico es la sensación de haber visto evolucionar un boceto hasta convertirse en un paisaje magistral”.
Salú Cecilia Payne-Gaposchkin! Por develarnos de qué está hecho lo que vemos arriba de nuestro mundo, por enfrentarte a la discriminación y la ignorancia con evidencias y por superar el silencio al que habías sido condenada con trabajosos triunfos cotidianos que se transformaron en una victoria ensordecedora que iremos esparciendo con satisfacción.

Ruben Ruiz
Secretario General 


Compartir
Volver arriba