El director que revolucionó los efectos especiales
Un día como hoy pero de 1901 nacía Eiichi Tsuburaya, director japonés que se transformó en uno de los más grandes creadores de efectos especiales y artífice de dos subgéneros míticos de la cinematografía nipona, el Kaiju Eiga (cine de monstruos) y el Tokusatsu (filmaciones especiales).
Nació en Sukagawa, prefectura de Fukushima. Fue el primer hijo de la pareja formada por Isamu y Sei Tsuburaya. Su madre murió cuando Eiji tenía tres años y su padre se marchó a China por cuestiones laborales y lo dejó al cuidado de su abuela. En 1908 ingresó en la Escuela Primaria Sugugama-Chori y finalizó sus estudios a los quince años.
Desde pibe había dos cosas que lo fascinaban: los aeroplanos y las cámaras de fotos. En 1916 ingresó en la Escuela de Aviación Japonesa de Haneda pero su periplo duró solo un año por el cierre del establecimiento a causa de la muerte de su director en un accidente. Inmediatamente, comenzó a trabajar en una fábrica de juguetes en Tokio. Tras cartón, ingresó en la industria cinematográfica como asistente de fotografía (y luego como asistente de cámara) en los Estudios Kokkatsu (Nippon-Tonnenshoku-Katsudo) en Kyoto.
Posteriormente, trabajó en “Producciones Ogasaware”. Fue operador de cámara en la película “Enmeiin no semushi-otoko” (1920) y asistente en “Kurutta ippêji” (1925) dirigida por Teinosuke Kinugasa. En 1926 ingresó a los Estudios Shochiku Kyoto y al año siguiente comenzó a trabajar como cámara a tiempo completo. En 1930 participó en la película “Chohichiro Matsudaira”, en la que generó una serie de ilusiones mediante superposición de imágenes. Empezaba su acercamiento al mundo de los efectos especiales. Ese mismo año se casó con Masano Araki con quien tuvo tres hijos.
Durante esa década filmó en varios estudios y se hizo conocido por su trabajo minucioso y preciso. Se especializó como director de fotografía para documentales y en 1937 reiteró su incursión en nuevos procesos de efectos visuales en la coproducción japonesa/alemana “The New Earth”. En 1938 ingresó como jefe de Técnicas de Efectos Visuales en la empresa Toho Tokyo Studios y un año más tarde creó un departamento independiente de efectos especiales.
En 1939 comenzó la Segunda Guerra Mundial y fue convocado por las fuerzas armadas niponas. Integró la Oficina de Propaganda gubernamental y participó de la elaboración de films utilizados durante la invasión japonesa a China y en la conflagración mundial. Algunas de las películas fueron Escuadrón de bombarderos navales, El camino imperial de Japón y La guerra desde el mar de Hawaii a Malaya. Esta última película tenía tomas tan precisas (incluida una maqueta de la Bahía de Pearl Harbor) que fueron utilizadas para la publicidad estadounidense.
Esa participación en la propaganda belicista japonesa le trajo serios problemas para trabajar luego de la finalización de la Segunda Guerra mundial. Creó su propia empresa de producción cinematográfica, Tsuburaya Visual Effects Research hasta que en 1950 reingresó a Toho Tokyo Studios -en su antiguo puesto de jefe de efectos especiales- donde tenía a cargo un equipo de 60 artesanos, técnicos y cámaras. Realizó varias películas bajo la dirección de Ishiro Honda y en 1954 coordinó los efectos especiales de una película que le daría fama mundial: Godzilla.
Inauguró un nuevo modo de filmar esas tomas. Hasta ese momento lo dominante era la técnica del stop-motion usada en el cine norteamericano para animar a los monstruos (como King Kong). Eiji creó la técnica del suit-motion que consistió en ingresar un hombre dentro de un traje de hule espuma, resina de bambú y cables que se movía sobre escenarios de ciudades y paisajes en miniatura. Incorporó una iluminación más intensa y aceleró la velocidad del rodaje. La sensación de realismo era mucho mayor. Nacían los monstruos gigantes que pisoteaban ciudades y producían destrozos y pánico.
Nacía el Kaiju Eiga, popular y a bajo costo.
Las secuelas no tardarían en aparecer: Rodan (1956), The Mysterian (1957), Baran y The H Man (1958), The Telegian (1960), Mothra y The Last War (1961), Matango (1963). Ese año se desvinculó del estudio donde trabajaba y creó Tsuburaya Special Effects Productions. Estaba bosquejando un nuevo escalón imaginario en su recorrido artístico.
Entonces, creó los efectos especiales de una serie mítica: Ultraman, protagonizada originalmente por esos alienígenas nacidos en Ultra (o Tierra de la Luz), de enormes cuerpos de color rojo y plateado, con cabezas ovaladas con crestas, ojos de insecto y la gema del poder con su luz turquesa. Seres encargados de mantener el orden en el universo y visitantes asiduos del planeta Tierra para enfrentar amenazas. Cuando visitaban nuestro planeta se fusionaban con un ser humano y esperaban en su interior el momento para actuar. Luego aparecieron diversos ultramanes que alimentaron la serie.
Nacía el Tokusatsu, fantasioso y atrapante.
La serie fue un éxito durante años y su influencia notable. Técnicas similares se utilizaron para películas posteriores como Power Rangers, Where The Wild Things Are y Pacific Rim, entre otras. Su figura se introdujo hasta en el mundo de los video juegos. En 1990, en el video “SD Battle Oozumou: Heisei Hero Basho” apareció como el personaje no jugable en el papel de líder del equipo de Ultraman.
Su último trabajo notable fue el diseño de la Sala de los Espejos del pabellón Mitsubishi de la Exposición Universal de 1969.
El 25 de enero de 1970 su corazón dejó de latir y su cerebro dejó de imaginar. La paz se adueñó de su cuerpo y sus personajes lo despidieron por última vez.
Salú Eiji! Por tu capacidad para agregarle realismo a la ciencia ficción, por tu ingenio, por multiplicar la imaginación de millones de personas, por asustarnos con tus monstruos de goma o hacernos partícipes ingenuos de la salvación de nuestro planeta en Sábados de Super Acción…
Ruben Ruiz
Secretario General