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Efemérides 07 de Mayo – Evaristo Carriego

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El poeta del arrabal

Un día como hoy pero de 1883 nacía Evaristo Francisco Estanislao Carriego poeta y escritor argentino que describió como pocos los suburbios porteños, sus personajes y sus escenarios.
Nació en Paraná. Hijo de Nicanor Evaristo Carriego Ramírez y María de los Ángeles Giorello; a los cuatro años se mudó con su familia a la ciudad de La Plata y en 1889 se afincaron definitivamente en el barrio de Palermo, en las afueras de Buenos Aires (calle Honduras, entre Bulnes y Mario Bravo actual). Los tres primeros años de la primaria los cursó en la escuela de las hermanas Negri, conocidas educadoras argentinas; los otros tres años los cursó en la escuela “Rodríguez Peña” y los estudios secundarios los realizó parcialmente en el Colegio Nacional Norte (hoy, Sarmiento). En tercer año, abandonó los estudios. Su afición por las armas lo llevó a intentar su ingreso al Colegio Militar pero una miopía le impidió su incorporación.
Prefirió zambullirse en los textos literarios e históricos. Sus acompañantes fueron Don Quijote, Juan Moreira, Napoleón, Almafuerte, Rubén Darío, Víctor Hugo y Alejandro Dumas. Caminar por las calles porteñas y la ser parte de su bohemia reemplazaron a la rutina escolar. Fue asiduo concurrente de la redacción del diario anarquista “La protesta”, donde hizo amistad con Juan Más y Pi y Marcelo del Mazo, publicó en “Ideas y figuras”, “Papel y Tinta”, “Caras y Caretas” y hasta su muerte en “L.C” (Ladrón conocido), una publicación de relatos policiales en la que escribió sus poemas arrabaleros bajo el seudónimo de “El barretero”.
La vida literaria y cultural de Buenos Aires era intensa. En los cafés, bares, casas particulares o redacciones se formaban pequeños círculos de escritores que definían identidades e interactuaban profusamente. El café “Los inmortales”, “La Brasileña”, el bar “Luzio”, el sótano del “Royal Séller”, las redacciones de “La Nación” o “Ultima Hora “, fueron sus refugios. Sus poemas y su personalidad entradora fueron su carta de presentación. No adscribía a ningún grupo literario pero integraba varios de ellos. En ese tránsito multifacético, su internacionalismo original fue virando hacia un nacionalismo criollo, suburbano, minimalista.
El 3 de junio de 1906 se inició como masón junto a su amigo Florencio Sánchez en la logia Esperanza Nº 111, un dato más de su eclecticismo.
En 1908 se publicó su único libro de poesías Misas herejes; llamó “misas” a sus poesías, a sus mensajes y los calificó de “herejes” porque no condecían con los estilos u opiniones supuestamente rectas de esos momentos. Es un reflejo literario de su Palermo adoptivo y la revelación de personajes, cuya existencia no aparecía en la esfera pública. Lo dividió en cinco secciones: “Viejos sermones”, “Envíos”; “Ofertorios galantes”; “El alma del suburbio” y “Ritos en la sombra” en los que derramó mística tanguera y descripciones precisas de seres invisibles para la cultura citadina.
“El alma del suburbio”, “La viejecita”, “El guapo”, “Detrás del mostrador”, “El amacijo”, “Residuo de fábrica”, “Los perros del barrio”. Poemas que describen al gringo musicante, la vereda como el patio del barrio en el momento festivo, la cantina, el mostrador, la vecina tuberculosa por su trabajo en la fábrica, la mezcla de idiomas, la impronta orillera, el guapo que fue a la cárcel por lealtad al caudillo, el lamento y la risa irónica del guitarrero, la espesura de la queja, la violencia del marido fajador, los ladridos fieros de perros callejeros.
También mostró su faceta diversa de pasado campero y presente suburbano en los poemas “Vida del general Lamadrid”, “La bandera celeste”, “La fonda”, “Tu secreto”, “La muerte del cisne”. Un 13 de octubre de 1912, con solo 29 años, se despedía. Su muerte también fue una encrucijada de opiniones: unos dicen que fue peritonitis, otros que fue tuberculosis. No hay acuerdo.
Un mes después de su deceso se estrenó en el Teatro Nacional su obra “Las que pasan” y en 1913 se publicó “La canción del barrio” una compilación de poemas póstumos que se hicieron muy populares como “La costurerita que dio el mal paso”, “Como en los buenos tiempos”, “De sobremesa”, “Canillita” “A carcavallo”, “Leyendo a Dumas”. Finalmente, en 1927 se publicó una compilación de sus cuentos que se tituló “Flor de arrabal”.
Descubridor del criollismo provinciano, de cepa entrerriana -afín a la oriental diría Borges-, romántico, que se mezcló con el criollismo suburbano pegado al río, desesperado, pobre, de idiomas variados. Inventor literario y partero en la opinión pública de ese arrabal existente al norte de la ciudad que el centro no quería ver.
Conmovedor en sus versos, autor primigenio del rescate del suburbio y su mística tanguera, innovador del humor impregnado en el relato (indispensable para cualquier porteño/a), primer compositor de los arquetipos de la mitología arrabalera, melancólico, pasional, con cierta inocencia, poeta de barrio.
Salú Evaristo!! Por tus poemas de increíble cercanía, por tu precisión para definir “a los cosos del al lao” con los que vivimos en cualquier barrio, por tu forma de describir las esquinas, los pesares, las ilusiones, las diferencias, los momentos de fiesta del suburbio, siempre abandonado…

Ruben Ruiz
Secretario General 


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