Día de la afirmación de los derechos argentinos sobre las Islas Malvinas, islas del Atlántico Sur y Sector Antártico
Un día como hoy pero de 1829 el gobierno de la provincia de Buenos Aires creaba la Comandancia Política y Militar de las Islas Malvinas y las adyacentes al Cabo de Hornos en el Mar Atlántico, y nombraba al comerciante alemán Luis Elías Vernet como su primer comandante y nuevo gobernador de las islas. En mérito a ese hecho histórico se conmemora este día, consagrado por la Ley 20561 sancionada el 14 de noviembre de 1973.
Esta creación generó la condición jurídica necesaria para afirmar la soberanía argentina sobre las Islas Malvinas y las islas adyacentes, y constituyó el acto de continuidad legítima que consagró a las autoridades de las Provincias Unidas del Río de la Plata como sucesoras de España en esos territorios a partir de la emancipación nacional.
Sin embargo, hubo actos previos que demuestran el vínculo administrativo y económico de los habitantes de las islas con el territorio continental y sus autoridades.
El 30 de mayo de 1810 el presidente y el secretario de la Primera Junta, Cornelio Saavedra y Juan José Paso, firmaron el expediente por el cual se daba curso a la solicitud realizada por el último gobernador español de las Islas Malvinas, capitán Gerardo Borda, del pago de sueldos y gratificaciones que correspondían a sus funciones, equiparables a las de comandante de un buque de guerra.
El 13 de enero de 1813 se certificó un pedido de Enrique Torres a las autoridades para cazar lobos marinos en las islas con su bergantín El rastrero.
El 14 de agosto de 1816, el general José de San Martín le solicitó por nota al ministro de Guerra, coronel Antonio Beruti, «disponga que todos los de alta clase que se hallen presos en esa jurisdicción de su mando sentenciados a los presidios de Patagones, Malvinas u otros sean remitidos a esta capital con copias de sus respectivas condenas y a la mayor seguridad posible comprendiendo también en ellos a los desertores contumaces en este delito». Y agregó que el interés por los condenados en Malvinas tiene » el objeto de hacer útiles al Estado estos individuos… retrayéndolos de sus pasados extravíos (y) los conduzcan por las sendas de la probidad y honor con provecho de la causa pública».
En 1820 el buque francés Uranie naufragó cerca de Soledad y la tripulación salvó su vida gracias a la ayuda prestada por los habitantes de las Islas Malvinas que, además, cedieron una embarcación para su retorno a Montevideo.
Ese mismo año, el director Supremo de las Provincias Unidas, José Rondeau, designó al corsario estadounidense David Jeweet para hacerse cargo del gobierno de las islas. El 6 de noviembre de 1820, al mando de la fragata Heroína, desembarcó en Malvinas, izó la bandera celeste y blanca y conminó a los piratas pesqueros a que cesaran su actividad ilegal en ese territorio. La mayoría de los intrusos eran estadounidenses o británicos, por lo que se leyó la orden en castellano e inglés. Esta última estaba legalizada por el cónsul británico en Buenos Aires. La decisión fue difundida por el mundo y publicada en España y EE UU sin que existiera ninguna queja u oposición pública de Gran Bretaña.
En 1821 el teniente coronel Guillermo Mason fue nombrado segundo gobernador de las Islas Malvinas y en 1824 fue remplazado por el oficial guaraní Pablo Areguatí, capitán de las milicias entrerrianas y primer intendente de Mandisoví, pueblo fundado por Manuel Belgrano.
Ese año el gobierno de la provincia de Buenos Aires otorgó a Luis Vernet y a su socio Jorge Pacheco el permiso para el aprovechamiento del ganado vacuno y la caza de lobos marinos. En pocos meses llegaron a la isla Soledad con caballos y ovejas, comenzaron a reconstruir algunas instalaciones que estaban abandonadas y relevaron la topografía de la isla para definir nuevos lugares de asentamiento humano y explotaciones económicas. Además, consiguieron extender el permiso comercial al de encierro y cría de los animales. Pero ese primer intento fracasó y retornaron a Buenos Aires.
En 1826 emprendieron una nueva expedición a las islas. Esta vez contrataron 25 gauchos que los acompañaron en su travesía. El intento fue exitoso. En poco tiempo lograron una ampliación de la concesión comercial. Les otorgaron el derecho exclusivo de caza y pesca en las aguas adyacentes a las islas. Al mismo tiempo, Vernet se asoció con Manuel Pasman, Miguel Ogando, Juan Andrés Gelly y Henry Libanus Jones y creó una empresa para la explotación de vacunos y las salinas circundantes a la Península de Valdés. Un todoterreno que luego fue nombrado comandante militar y gobernador.
Estos vínculos humanos, económicos, administrativos, jurídicos y políticos se interrumpieron por la ocupación colonialista que el imperio británico y sus piratas infligieron en 1833 a las tropas argentinas y los habitantes de las Islas Malvinas en forma violenta. Su superioridad militar fue la norma impuesta.
Desde ese momento el reclamo nacional estuvo presente en todos los foros internacionales que fueron acompañados por acciones prácticas. El 23 de noviembre de 1938 el presidente Roberto M. Ortiz promulgó la ley que ratificó las convenciones del Congreso de la Unión Postal de El Cairo, donde se frenó el intento de Gran Bretaña de incluir a las islas como propiedad de su estado. En 1946 el presidente Juan domingo Perón fijó por decreto las normas con las que debían ajustarse los mapas argentinos. Según el propio texto “era necesario arbitrar todos los medios para que la cartografía que se divulgue en nuestro país y, con mayor razón en el extranjero, no adolezca de fallas que, producidas voluntaria o involuntariamente, pueden lesionar la soberanía nacional dando lugar a un erróneo conocimiento de nuestro patrimonio territorial”.
El 30 de agosto de 1949, el Juez en lo Civil Roberto Palmieri resolvió favorablemente el pedido del súbdito británico John Howard Poynor para inscribir en el Registro Civil a sus dos hijos, Miguel y Valeria nacidos en las Islas Malvinas en 1942 y 1943, que declaró bajo juramento su convencimiento de que ambos eran argentinos dado que las islas integraban el territorio nacional.
El 14 de diciembre de 1960 la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó la Resolución 1514 conocida como “Declaración sobre la concesión de la independencia a los países y pueblos coloniales”, en la que declara que la sujeción de los pueblos a dominio extranjero es una denegación de los derechos humanos fundamentales, es contraria a la carta de las Naciones Unidas y que se deben tomar medidas para traspasar el poder a los pueblos colonizados, sin condiciones y sin represión de por medio. En 1965 la ONU, mediante la Resolución 2065, reconoció la existencia de una disputa de soberanía entre la Argentina y Gran Bretaña por las Islas Malvinas y lo entendió como un acto de colonialismo que contradecía la Resolución 1514.
La República Argentina reiteró su compromiso con la solución pacífica de este conflicto pero reafirmó que se deben respetar las reglas de orden internacional respecto a la eliminación de los enclaves coloniales y el derecho de los pueblos a recuperar su integridad territorial. Ya pasaron muchos años de ocupación ilegal británica en las Islas Malvinas y de no respetar las normas que los países votan para mantener la convivencia global y reparar los daños devenidos de las actitudes imperiales.
Se lo merecen los 649 combatientes que dejaron sus vidas en 1982, los 1300 heridos y los miles de soldados que sufren las consecuencias del conflicto armado hasta el día de hoy. También el gaucho Antonio Rivero y sus compañeros José María Luna, Juan Brasido, Luciano Flores, Manuel Godoy, Felipe Salazar, Manuel González y Latorre, que se rebelaron el 26 de agosto de 1833 contra el invasor.
No cejar en la ratificación de nuestra soberanía es un derecho, encontrar el camino pacifico para la restitución de las Islas Malvinas continúa siendo una obligación.
Ruben Ruiz
Secretario General