Ricardo Carpani
Un día como hoy pero de 1930 nacía Ricardo Roque Carpani, dibujante, pintor y muralista argentino con un estilo distintivo, siempre pagado a la clase trabajadora, a los pobres y a las causas de la resistencia social contra el abuso de los poderosos. Se caracterizó por retratar el lado duro de esos luchadores y luchadoras dispuestos a pelear por su lugar en la sociedad y por transformarla en un espacio más razonable donde las mayorías tuvieran peso real.
Nació en Tigre, provincia de Buenos Aires aunque su primera infancia transcurrió en Capilla del Señor. Hijo de Ivonne Durand, francesa, ama de casa y de Luis Roberto Carpani, piamontés, odontólogo y aficionado a la pintura. En 1936 se mudó con su familia a Buenos Aires y cursó sus estudios secundarios en al Colegio Bernardino Rivadavia donde se graduó en 1947.
En esos años conoció al poeta catamarqueño Luis Leopoldo Franco, de ideas anarquistas con tendencia hacia el trotskismo que influenció en su formación política inicial. Luego se aquerenció en las lecturas sobre el marxismo.
Ingresó a la facultad de Derecho y comenzó a trabajar en el Banco de Crédito Industrial Argentino. Pero abandonó ambas actividades y se decidió a cumplir un sueño: viajar a París. Allí subsistió como modelo en la Academia de Artes de la Grande Chaumière y luego como dibujante y pintor. Retomó así su vínculo con las artes plásticas que había despuntado en su infancia bajo la influencia de su padre y abuelo y de su tía, maestra de dibujo.
En 1952 retornó a la Argentina y comenzó a estudiar y perfeccionar su técnica en el taller de Emilio Pettorutti. En esa época conoció a María Rosa Rastellino, su primera pareja.
Fue parte de la vida política e intelectual de esos años. Se acercó a Jorge Abelardo Ramos, Jorge Enea Spilimbergo y Eduardo Astesano, colaboró con las publicaciones de la llamada “izquierda nacional” y se vinculó al peronismo a través de su relación con John W. Cooke, Rodolfo Puiggrós y Arturo Jauretche, entre otros.
En 1957 realizó su primera muestra en la Asociación Estímulo de Bellas Artes. En 1959 fue cofundador del movimiento “Espartaco” junto a Juan Manuel Sánchez, Mario Mollari, Carlos Sessano y Esperilio Bute, cuyo manifiesto escribió. Luego se incorporaron el fotógrafo Tito Vallaco y el pintor boliviano Raúl Lara, más tarde Elena Diz y Pascual Di Bianco y, en el último período, el pintor Franco Venturi (primer artista plástico desaparecido por la última dictadura).
Ese año conoció a Doris Halpin con quien convivió hasta sus últimos días. Fue la coordinadora de la carrera de Carpani, codirectora de los “Talleres de militancia plástica de base” (espacios de capacitación orientados a militantes de los barrios pobres en los que enseñaban rudimentos para la confección de estandartes y banderas y realización de pintadas y murales), sostén en el exilio y en el retorno a la Argentina, difusora de la obra del artista.
En 1960 Ricardo Carpani publicó Movimiento Espartaco. 14 dibujos y al año siguiente se alejó del grupo.
En 1961 escribió Arte y revolución en América Latina, en 1962 La política en el arte con prólogo de Juan José Hernández Arregui y en 1963 publicó El arte y la vanguardia obrera. Comenzó su vínculo con los sindicatos. Realizó murales en el Sindicato de Sanidad, el Sindicato Obrero de la Industria del Vestido y Sindicato Obrero de la Industria de la Alimentación en Buenos Aires. Esa experiencia con el movimiento obrero organizado determinó su decantación hacia la CGT de los Argentinos, conducida por Raimundo Ongaro.
Carpani se transformó en el estandarte del cartel político argentino. Los afiches, los volantes y la cartelería del sindicalismo más combativo fueron disruptivos. “Basta” inundó las calles de la ciudad de Buenos Aires y el conurbano. Los que demandaban la libertad de los dirigentes sindicales y luchadores sociales que se oponían a la dictadura de Onganía se transformaron en parte de la iconografía popular.
Muchas de las ilustraciones de documentos de organizaciones sindicales y derechos humanos fueron donados por Carpani. Era su aporte concreto a una causa que lo contenía: la resistencia popular y la liberación nacional.
Sus grabados fueron un símbolo de alguien que puso el cuerpo y creó arte sin tapujos. Fueron la estética política de una época en que el mundo de los trabajadores/as disputaba porciones de poder y dirimía sentidos y perspectivas futuras. Había menos biri biri y más definiciones.
Rostros decididos, miradas profundas, gargantas abiertas, músculos tensos, puños victoriosos o desesperados, nudillos poderosos, fondos conocidos, escenas de gran vitalidad.
Todo ese proceso decantó en una derrota por etapas y consecuencias muy duras para muchos de sus protagonistas. En 1974 Carpani se encontraba en Suecia para una estadía de unos meses que las amenazas concretas de la Triple A y luego la dictadura transformaron en doloroso exilio.
Se aquerenció en Madrid y desde allí expuso en forma individual en Roma, Barcelona, Bilbao, Estocolmo, Hamburgo, Palma de Mallorca, Róterdam, entre otras ciudades y también participó en muestras colectivas como el «Museo Internacional de la Resistencia» en Madrid, «Arte y Solidaridad», en el Museo D’ Arte Moderna Di Ca’ Pesaro (Venecia), en el Museo Augusto Rendón de Quito, en San Juan de Puerto Rico.
También fue parte de la exposición “Homenaje al XX aniversario de la Revolución Cubana” en el Palacio de la UNESCO, en Paris y del Primer Encuentro de Intelectuales por la Solidaridad de los Pueblos de Nuestra América, en La Habana, Cuba.
Simultáneamente, promovió la inclusión del caso argentino ante el Tribunal Russell, y participó, junto con Gustavo Roca, Eduardo L. Duhalde y Julio Cortázar, entre otros de las actividades de la CADHU (Comisión Argentina de Defensa de los Derechos Humanos). Fiel a su costumbre, realizó diversas ilustraciones que denunciaban la represión en Argentina y en nuestro continente. En 1982, su corazón argentino lo impulsó a editar “Carpani Tango. 20 dibujos”.
En 1984 retornó de su largo exilio. En 1986 se reeditó por tercera vez su obra Nacionalismo Revolucionario y Nacionalismo Burgués y la carpeta “Los que están solos y esperan”, un homenaje a Raúl Scalabrini Ortiz con prólogo de David Viñas. Se sumergió en una ingeniosa serie de grabados sobre el tango, los cafés y los barrios, cuyos fondos eran paisajes tropicales.
En 1987 realizó un panel mural en homenaje al caudillo Felipe Varela, en el Centro Cultural de la Municipalidad de la Ciudad de Catamarca. En 1989 realizó un panel mural para el Centro Cívico de la Ciudad de Santa Rosa, La Pampa. En 1990 fue convocado para ornamentar la Casa Rosada y pintó un mural de siete metros sobre el Martín Fierro que expuso junto a otros artistas en el Museo Nacional de Bellas Artes, en 1991 realizó un mural para la Municipalidad de Venado Tuerto, y en 1993 otro en Tandil, donado a la Universidad Nacional del Centro.
Antes de su fallecimiento, pintó un mural del Che Guevara en la Plaza de la Cooperación de Rosario.
En 1997 se despidió de sus lápices, pinceles y pinturas con discreción. Tenía 67 años.
Salú Ricardo Carpani! Por tus figuras icónicas que nos acompañan y nos recuerdan que somos parte de una historia continua de lucha, por tu coherencia, por tu arte.
Nació en Tigre, provincia de Buenos Aires aunque su primera infancia transcurrió en Capilla del Señor. Hijo de Ivonne Durand, francesa, ama de casa y de Luis Roberto Carpani, piamontés, odontólogo y aficionado a la pintura. En 1936 se mudó con su familia a Buenos Aires y cursó sus estudios secundarios en al Colegio Bernardino Rivadavia donde se graduó en 1947.
En esos años conoció al poeta catamarqueño Luis Leopoldo Franco, de ideas anarquistas con tendencia hacia el trotskismo que influenció en su formación política inicial. Luego se aquerenció en las lecturas sobre el marxismo.
Ingresó a la facultad de Derecho y comenzó a trabajar en el Banco de Crédito Industrial Argentino. Pero abandonó ambas actividades y se decidió a cumplir un sueño: viajar a París. Allí subsistió como modelo en la Academia de Artes de la Grande Chaumière y luego como dibujante y pintor. Retomó así su vínculo con las artes plásticas que había despuntado en su infancia bajo la influencia de su padre y abuelo y de su tía, maestra de dibujo.
En 1952 retornó a la Argentina y comenzó a estudiar y perfeccionar su técnica en el taller de Emilio Pettorutti. En esa época conoció a María Rosa Rastellino, su primera pareja.
Fue parte de la vida política e intelectual de esos años. Se acercó a Jorge Abelardo Ramos, Jorge Enea Spilimbergo y Eduardo Astesano, colaboró con las publicaciones de la llamada “izquierda nacional” y se vinculó al peronismo a través de su relación con John W. Cooke, Rodolfo Puiggrós y Arturo Jauretche, entre otros.
En 1957 realizó su primera muestra en la Asociación Estímulo de Bellas Artes. En 1959 fue cofundador del movimiento “Espartaco” junto a Juan Manuel Sánchez, Mario Mollari, Carlos Sessano y Esperilio Bute, cuyo manifiesto escribió. Luego se incorporaron el fotógrafo Tito Vallaco y el pintor boliviano Raúl Lara, más tarde Elena Diz y Pascual Di Bianco y, en el último período, el pintor Franco Venturi (primer artista plástico desaparecido por la última dictadura).
Ese año conoció a Doris Halpin con quien convivió hasta sus últimos días. Fue la coordinadora de la carrera de Carpani, codirectora de los “Talleres de militancia plástica de base” (espacios de capacitación orientados a militantes de los barrios pobres en los que enseñaban rudimentos para la confección de estandartes y banderas y realización de pintadas y murales), sostén en el exilio y en el retorno a la Argentina, difusora de la obra del artista.
En 1960 Ricardo Carpani publicó Movimiento Espartaco. 14 dibujos y al año siguiente se alejó del grupo.
En 1961 escribió Arte y revolución en América Latina, en 1962 La política en el arte con prólogo de Juan José Hernández Arregui y en 1963 publicó El arte y la vanguardia obrera. Comenzó su vínculo con los sindicatos. Realizó murales en el Sindicato de Sanidad, el Sindicato Obrero de la Industria del Vestido y Sindicato Obrero de la Industria de la Alimentación en Buenos Aires. Esa experiencia con el movimiento obrero organizado determinó su decantación hacia la CGT de los Argentinos, conducida por Raimundo Ongaro.
Carpani se transformó en el estandarte del cartel político argentino. Los afiches, los volantes y la cartelería del sindicalismo más combativo fueron disruptivos. “Basta” inundó las calles de la ciudad de Buenos Aires y el conurbano. Los que demandaban la libertad de los dirigentes sindicales y luchadores sociales que se oponían a la dictadura de Onganía se transformaron en parte de la iconografía popular.
Muchas de las ilustraciones de documentos de organizaciones sindicales y derechos humanos fueron donados por Carpani. Era su aporte concreto a una causa que lo contenía: la resistencia popular y la liberación nacional.
Sus grabados fueron un símbolo de alguien que puso el cuerpo y creó arte sin tapujos. Fueron la estética política de una época en que el mundo de los trabajadores/as disputaba porciones de poder y dirimía sentidos y perspectivas futuras. Había menos biri biri y más definiciones.
Rostros decididos, miradas profundas, gargantas abiertas, músculos tensos, puños victoriosos o desesperados, nudillos poderosos, fondos conocidos, escenas de gran vitalidad.
Todo ese proceso decantó en una derrota por etapas y consecuencias muy duras para muchos de sus protagonistas. En 1974 Carpani se encontraba en Suecia para una estadía de unos meses que las amenazas concretas de la Triple A y luego la dictadura transformaron en doloroso exilio.
Se aquerenció en Madrid y desde allí expuso en forma individual en Roma, Barcelona, Bilbao, Estocolmo, Hamburgo, Palma de Mallorca, Róterdam, entre otras ciudades y también participó en muestras colectivas como el «Museo Internacional de la Resistencia» en Madrid, «Arte y Solidaridad», en el Museo D’ Arte Moderna Di Ca’ Pesaro (Venecia), en el Museo Augusto Rendón de Quito, en San Juan de Puerto Rico.
También fue parte de la exposición “Homenaje al XX aniversario de la Revolución Cubana” en el Palacio de la UNESCO, en Paris y del Primer Encuentro de Intelectuales por la Solidaridad de los Pueblos de Nuestra América, en La Habana, Cuba.
Simultáneamente, promovió la inclusión del caso argentino ante el Tribunal Russell, y participó, junto con Gustavo Roca, Eduardo L. Duhalde y Julio Cortázar, entre otros de las actividades de la CADHU (Comisión Argentina de Defensa de los Derechos Humanos). Fiel a su costumbre, realizó diversas ilustraciones que denunciaban la represión en Argentina y en nuestro continente. En 1982, su corazón argentino lo impulsó a editar “Carpani Tango. 20 dibujos”.
En 1984 retornó de su largo exilio. En 1986 se reeditó por tercera vez su obra Nacionalismo Revolucionario y Nacionalismo Burgués y la carpeta “Los que están solos y esperan”, un homenaje a Raúl Scalabrini Ortiz con prólogo de David Viñas. Se sumergió en una ingeniosa serie de grabados sobre el tango, los cafés y los barrios, cuyos fondos eran paisajes tropicales.
En 1987 realizó un panel mural en homenaje al caudillo Felipe Varela, en el Centro Cultural de la Municipalidad de la Ciudad de Catamarca. En 1989 realizó un panel mural para el Centro Cívico de la Ciudad de Santa Rosa, La Pampa. En 1990 fue convocado para ornamentar la Casa Rosada y pintó un mural de siete metros sobre el Martín Fierro que expuso junto a otros artistas en el Museo Nacional de Bellas Artes, en 1991 realizó un mural para la Municipalidad de Venado Tuerto, y en 1993 otro en Tandil, donado a la Universidad Nacional del Centro.
Antes de su fallecimiento, pintó un mural del Che Guevara en la Plaza de la Cooperación de Rosario.
En 1997 se despidió de sus lápices, pinceles y pinturas con discreción. Tenía 67 años.
Salú Ricardo Carpani! Por tus figuras icónicas que nos acompañan y nos recuerdan que somos parte de una historia continua de lucha, por tu coherencia, por tu arte.
Ruben Ruiz
Secretario General