Domingo Faustino Sarmiento
Un día como hoy, pero de 1888 fallecía Faustino Valentín Quiroga Sarmiento (Domingo fue agregado con posterioridad) y en conmemoración de esta fecha se celebra el Día del Maestro/a en nuestro país. Uno de los personajes más polémicos de nuestra historia, impulsivo, de extraordinaria capacidad de trabajo, feroz con sus enemigos, perseverante, solitario, fácilmente irritable, irónico, conocedor de la dinámica de su época, propagandista eficaz, unilateral en su concepción de progreso y desarrollo, parte indisoluble de las luces y sombras de nuestra historia.
Nació en Carrascal, uno de los barrios más pobres de la ciudad de San Juan, hijo de un veterano de las luchas por la independencia y baqueano del Ejército y de una tejedora que construyó su propia casa familiar. Fue uno de los 15 hijos de esa pareja, de los cuales sólo sobrevivieron cinco.
Al terminar la escuela primaria, la madre de Sarmiento quiso que estudiara de sacerdote en Córdoba pero él se negó enfáticamente e intentó conseguir una beca para continuar su educación en Buenos Aires. No lo logró, se quedó en San Juan. Desde ese momento fue autodidacta. Amigos y parientes lo ayudaron con matemáticas, latín y teología. Con el idioma francés, se las arregló solo. En 1825 su tío José de Oro fue desterrado y recaló la provincia de San Luis. Mas precisamente, en el pueblo de San Francisco del Monte, donde junto a Sarmiento fundaron una escuela.
Mas tarde, regresó a su provincia, trabajó en la tienda de su tía y en 1827 se produjo un hecho que definió su postura política futura: la invasión de San Juan por las fuerzas de Facundo Quiroga en la guerra civil declarada en nuestro territorio. Sarmiento fue reclutado por el ejército federal, se opuso a algunas órdenes recibidas, fue a prisión por desacato y se terminó uniendo al ejército unitario con el grado de teniente. Luego de la derrota en la batalla de Chacón, se exilió en Chile (1831).
Allí, trabajó de empleado de comercio y de maestro; en Pocura fundó su propia escuela y se enamoró de su alumna María Jesús del Canto, con quien tuvo su única hija -Ana Faustina Sarmiento- sin contraer matrimonio. Simultáneamente, trabajó como obrero minero y contrajo fiebre tifoidea por lo que la familia pidió al gobernador de San Juan que permitiera su vuelta. Así ocurrió.
Formó la Sociedad Literaria, que utilizó también como centro de reuniones de los opositores a Juan Manuel de Rosas. En 1839 fundó un instituto secundario para señoritas, el Colegio de Pensionistas de Santa Rosa, y creó el periódico El Zonda donde continuó su prédica antirosista. Eso motivó que fuera nuevamente preso y obligado a exiliarse en Chile.
Comenzó a trabajar como periodista y consejero en educación del gobierno chileno que lo designó como director de la Escuela Nacional de Preceptores (primera formadora de maestros en América). En 1845 publicó Facundo, una obra central de su pensamiento político, en la cual sintetiza su idea de civilización que identifica con el progreso, lo urbano y europeo y de barbarie que identifica con el atraso, lo rural, el indio y el gaucho. Obra clave, dramática, directa y anticipatoria de su accionar.
Hasta 1847 el gobierno chileno lo envió en un periplo por Uruguay, Brasil, Francia, España, Argelia, Italia, Alemania, Suiza, Inglaterra, EEUU, Canadá y Cuba para investigar los avances en educación y él se interesó también por la infraestructura y las comunicaciones. Esa experiencia está relatada en su libro Viaje por Europa, África y América en el que también esbozó su proyecto de educación pública, gratuita y laica. En 1848 se casó con la viuda Benita Agustina Martínez Pastoriza y adoptó al hijo Domingo Fidel Castro, Dominguito (aunque algunos datos indican que era hijo suyo), pero se separó al año. Escribió Recuerdos de provincia, una autobiografía donde intercaló recuerdos infantiles con retratos de su madre, su tío y personajes que tuvieron actuación relevante en la formación de la nación.
En 1851 regresó a nuestra patria, se incorporó al Ejército Grande, comandado por Justo José de Urquiza, con el cargo de teniente coronel y encargado de la redacción del boletín del ejército. Tras el triunfo de Caseros se alejó, se enfrentó a Urquiza y se expatrió nuevamente; primero a Rio de Janeiro y luego a Chile donde se incorporó a la logia masónica Unión Fraternal de Valparaíso.
En 1855 regresó a la Argentina; un año después fue elegido concejal de la ciudad de Buenos Aires y en 1860 fue convencional de la Asamblea Constituyente que reformó la Constitución y ministro de gobierno de la presidencia de Santiago Derqui. En 1862 fue electo gobernador de San Juan donde creó numerosas escuelas, el colegio Preparatorio, la Quinta Normal (actualmente Escuela de Enología) y Escuela de Minas (actualmente Escuela Industrial), confeccionó el plano topográfico de la provincia de San Juan e incentivó la minería y el desarrollo agrícola con los inmigrantes. Pero sus peleas con el ministro de gobierno nacional, Guillermo Rawson, hizo que renunciara en 1864 y partiera como ministro plenipotenciario argentino a EE UU. Allí, se impresionó por el desarrollo económico que vio, el peso de la educación y el funcionamiento de grandes ciudades como Boston, Nueva York o Montreal.
En 1868 fue electo presidente de la Nación. Heredó la guerra de la triple alianza -en la que murió su hijo Dominguito- y finalizó en 1870 con la sangrienta derrota paraguaya; en paralelo dio forma a un nuevo sistema educativo. Construyó 800 escuelas alcanzando la cifra de 100.000 alumnos, cuadruplicó los subsidios educativos a las provincias, incorporó nuevos métodos de enseñanza, trajo 61 maestras de EE UU, creó escuelas normales, subvencionó la primera escuela de sordomudos, fundó los Colegios Nacionales de La Rioja, Santa Fe, Rosario, San Luis, Jujuy, Santiago del Estero y Corrientes y las escuelas de Agronomía de San Juan, Mendoza y San Miguel de Tucumán.
Propició la creación de la Comisión Nacional de Bibliotecas Populares y la exposición de Artes y Productos Nacionales, embrión de las futuras exposiciones de maquinaria agrícola. Fundó el Colegio Militar de la Nación y el Liceo Naval con su flota, extendió 1300 kilómetros de vías férreas, tendió 5.000 km de líneas telegráficas y la primera comunicación telegráfica a Europa, construyó los puertos de Zárate y San Pedro, organizó el primer censo nacional en 1869 donde detectó que el 71% de la población era analfabeta.
Obra frenética en solo 6 años de gobierno. Luego fue ministro del interior, director de Escuelas de la provincia de Buenos Aires y Superintendente General de Escuelas del Consejo Nacional de Educación, desde donde logró que se aprobara la Ley 1420 de educación gratuita, laica y obligatoria.
Una larga relación lo unió durante muchos años -en forma clandestina o pública- a la escritora Aurelia Vélez Sarsfield, corredactora del Código Civil Argentino. Ella preparó y “cuidó” la candidatura a presidente mientras Sarmiento estaba en EE UU y fue quien lo acompañó hasta sus últimos días.
Sarmiento también fue un personaje sangriento. Perseguidor mortal del Chacho Peñaloza, ejecutor de la orden del degüello de los coroneles Santa Coloma y Chilavert en Caseros, instigador de la muerte del ex gobernador sanjuanino Nazario Benavídez, de los sublevados entrerrianos en 1868 y del asesinato del gobernador de San Juan José Antonio Virasoro, entre otros hechos sangrientos que involucraron a gauchos e indios.
Prototipo de una época de nuestra historia en que no había mediaciones ni se pedían.
Salú Sarmiento!! Porque, como pocos, expresaste nuestros dilemas irresueltos y nos desafiaste a encontrar caminos mejores que los transitados en esos años y que nos siguen interpelando.
Ruben Ruiz
Secretario General