El inventor del arquero moderno
Un día como hoy pero de 1926 nacía Amadeo Raúl Carrizo Larretape, el mejor arquero de Sudamérica, dueño de ese rectángulo vertical y magnético de 7,32 por 2,44 que forman la línea de cal, el travesaño y los postes que soportan la mágica red,. El que creó al arquero-defensor.
En esta fecha se conmemora en Argentina desde 2011 el tan mentado Día del Arquero.
Nació en el barrio General San Martín, ciudad de Rufino, provincia de Santa Fe. Hijo de Manuel Carrizo, trabajador ferroviario, y María Magdalena Larretape, ama de casa. Su debut se produjo en el club de los ferroviarios de la ciudad, Buenos Aires al Pacífico de Rufino (hoy club San Martín) en 1942.
Su padre era compañero de trabajo de Héctor Berra (atleta que había participado de los Juegos Olímpicos de 1932 en Los Ángeles) que ayudaba al director técnico de River Plate, Carlos Peucelle, a buscar talentos en los clubes del interior. Berra lo vio jugar y le propuso ir a probarse al club de Núñez. Escribió una carta de recomendación y le pidió autorización al padre para que su hijo realizara la prueba. Amadeo tomó el tren, viajó toda la noche y se presentó junto a cientos de chicos. Al finalizar la práctica, Peucelle le dijo: “bueno, pibe, mándele decir a su padre que se queda acá”.
El 3 de junio de 1943 comenzó su periplo riverplatense en la cuarta especial. El 6 de mayo de 1945 debutó en la primera división. El rival Independiente de Avellaneda. Ganó River 2 a 1 con goles de Labruna y Gallo y esta formación: Amadeo Carrizo; Ricardo Vaghi y Eduardo Rodríguez, Norberto Yácono, Manuel Giúdice y José Ramos; Juan Carlos Muñoz, Alberto Gallo, Adolfo Pedernera, Ángel Labruna y Félix Loustau. El entrenador era Carlos Peucelle y ese equipo salió campeón.
En 1947 hizo el servicio militar en la Fuerza Aérea y jugó poco. Al año siguiente agarró la titularidad y ya no la largó hasta 1968. Fue el arquero de “La Máquina” (Muñoz, Moreno, Pedernera, Labruna y Lousteau) con quienes salió campeón en 1945 y 1947 y de “La Maquinita”, delantera formada por Santiago Vernazza, Eliseo Prado, Walter Gómez, Ángel Labruna y Félix Loustau pero en la que incursionaron Alfredo di Stéfano, Juan José Pizzuti, Roberto Zárate, Norberto Menéndez, Enrique Omar Sívori. Con ellos salió campeón en 1952, 1953, 1955, 1956 y 1957.
En el ’58 fue el arquero de la selección argentina en el mundial de Suecia. Un verdadero fracaso que terminó con el 6 a 1 que nos propinó Checoslovaquia. La revancha la tuvo en la Copa de las Naciones de 1964. Campeones y con el arco invicto. Fueron tres triunfos: 2 a 0 a Portugal (el “Tanque” Rojas y Rendo), 3 a 0 a Brasil (Ermindo Onega y dos goles del “Oveja” Telch y Amadeo le atajó un penal a Gerson con mano cambiada) y 1 a 0 a Inglaterra (el “Tanque” Rojas).
Fue el primer arquero en usar guantes en Argentina, el primero en salir gambeteando del área y el primero en utilizar el saque de arco como un arma ofensiva. Descolgaba los centros con una sola mano, dominaba el área, mandaba a la defensa, volaba lo necesario, casi nunca daba rebote, despejaba a los costados como técnica de última instancia. En 1954 se animó a una jugada inédita en nuestro futbol. Cortó un pase dirigido al delantero de Boca José “Pepino” Borello; pero no la despejó como era habitual, lo esperó, enganchó y lo hizo pasar de largo. Borello no se entregó y corrió a robarle el balón pero Amadeo volvió a gambetearlo y le dio un pase a su compañero Vernazza. Delirio en la tribuna riverplatense repleta y certificado de enemigo Nº 1 para la hinchada boquense desde ese día.
En la Copa Libertadores de 1966 fue figura contra Boca e Independiente y también fue el arquero de la fatídica final contra Peñarol en la que el técnico Renato Cesarini suplantó al lateral derecho, Alberto Sainz, por un delantero, Juan Carlos Lallana, cuando River Plate ganaba 2 a 0 y terminó perdiendo 4 a 2.
Su carrera continuó firme en la valla riverplatense y en 1968 alcanzó el récord de 769 minutos sin recibir goles. Tenía 41 años. Rosario Central, Tigre, Huracán, Chacarita, Argentinos, Boca, Gimnasia y Esgrima La Plata e Independiente no pudieron convertirle. La tarde del 14 de julio, River Plate se enfrentó con Vélez Sarsfield en Liniers. Estadio de bote a bote. Amadeo le tapó un tiro a quemarropa a Carlos Bianchi que estremeció el arco invicto. A los 23 minutos del primer tiempo se pararon los relojes. Hora mágica. El gran Amadeo había superado el récord que ostentaba Antonio Roma y el estadio entero sacó sus pañuelos blancos, aplaudió con emoción y retumbó el grito de Amadeo, Amadeo. Se sacó la gorra, inclinó la cabeza, lagrimeó; luego levantó los brazos y saludó al estadio entero. Emoción compartida entre un gigante del futbol y la gente.
Segundo tiempo. Tiro libre para Vélez, centro que despejó Amadeo, la pelota quedó boyando, remate fuerte que pegó en el travesaño, picó entre los defensores, le quedó a Carlos Bianchi que convirtió de cabeza y quebró el invicto. Tenía 19 años y admiraba al Coloso de Rufino. Pero estaba ahí y no perdonó. Costumbre de inflar la red que después repitió 367 veces en su carrera.
El 22 de diciembre de 1968 Amadeo jugó su último partido en River Plate, también frente a Vélez. Ingresó a los 20 minutos por lesión de Alfredo Gironacci. Fue el recordado partido de la mano de Gallo que el árbitro Guillermo Nimo no vio. Después jugó dos años en Millonarios de Bogotá y se retiró. En 1972 fue director técnico de Deportivo Armenio y en 1973 del Once Caldas, de Colombia.
Fue un adelantado. Creador de un estilo que después continuaron y perfeccionaron Néstor Errea, Hugo Orlando Gatti, René Higuita, Jorge Campos. Inventó el saque de arco con la pegada de costado, tres dedos, para que la pelota viajara 70 metros y cayera en el pecho de un delantero. Nunca se desprendió de su gorra ni de su prestancia en el área.
Su pinta lo habilitó para ser modelo y actuar en un par de películas. Su estilo lo habilitó para integrar el staff de Relaciones Públicas de Gatic, Fulvence y Rivermanía, y su sagacidad lo impulsó a importar y desarrollar modelos de guantes de arquero y a gestionar sus propias casas de ropa deportiva.
Vecino del barrio de Villa Devoto y de Diego Armando Maradona. Amante de las caminatas, la bicicleta, las motos y las compras personalizadas de alimentos. Su receta para superar los noventa años era una dosis correcta de vino tinto. Vivió lúcidamente hasta los 93 años.
Innovador, rápido, audaz, emblemático, familiero. Héroe, villano o chivo expiatorio, según la ocasión. Un integrante célebre de nuestra popular.
Salú Amadeo! Por tu valentía para cambiar la historia del arco y de su único inquilino, por tus hazañas dentro de los 105×70, por tu simpleza, por tu capacidad anticipatoria.
Ruben Ruiz
Secretario General