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Efemérides 12 de Junio – Margaret Bourke-White

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Pionera global del fotoperiodismo

Un día como hoy pero de 1904 nacía Margaret White, fotógrafa industrial, de arquitectura, publicitaria, de guerra, periodista y escritora estadounidense que desarrolló un enfoque depurado y modernista para retratar el mundo industrial y de las grandes construcciones urbanas, para conjugar la enormidad de las grandes maquinarias y el carácter pétreo de las instalaciones con un fino lenguaje abstracto, que inmortalizó personales históricos contemporáneos y hechos conmovedores del devenir social de una parte de la humanidad.
Nació en el Bronx, barrio humilde, duro y polifacético de Nueva York. Hija de Minnie Bourke, ama de casa de ascendencia irlandesa y católica, aficionada a la lectura, impulsora del espíritu curioso de Margaret y de Joseph White, ingeniero, inventor y fotógrafo aficionado, de origen judío emigrado de Polonia. Librepensadores, cultores del desarrollo integral de la familia y la comunidad y del valor de la perseverancia para alcanzar logros importantes.
Pasó su infancia y adolescencia en las cercanías de Bound Brook, Nueva Jersey. Cursó sus estudios secundarios en la escuela pública comunitaria e integral Plainfield High School. En 1922 ingresó en la universidad de Columbia para estudiar herpetología, rama de la zoología que estudia a reptiles y anfibios. Allí, asistió a clases de fotografía dictadas por el profesor Clarence White, maestro de la imagen que la acercó al diseño geometrizante y la abstracción.
Deambuló por diversas universidades en busca de una profesión que la cautivara: la University of Michigan (donde despuntó el vició de la fotografía en el anuario “Michiganensian”), la Purdue University en Indiana y la Western Reserve University en Cleveland en Ohio. La repentina muerte de su padre significó un impacto emocional y en la economía familiar. Se repuso de la pérdida y trabajó de mesera, bibliotecaria, vendió fotografías de su autoría.
En esa época se casó con Everett Chapman pero la relación fracasó y se separaron a los dos años. Tras esa decisión, tomó otra: incorporó en primer lugar el apellido de su madre junto al guion que precedió al de su padre desde ese momento.
Finalmente, regresó a Nueva York y se graduó como licenciada en Bellas Artes en la universidad de Cornell. Siempre iba munida de una cámara fotográfica que le había regalado su madre y tomaba muestras de los edificios de la ciudad y de las instalaciones del campus. Con ese acervo, creó un estudio fotográfico que acordó dejar en manos del periódico de la universidad.
En 1928 cambió su vida. Se mudó a Cleveland, creó su estudio fotográfico y trabajó como freelance. Sus novedosas imágenes de la ciudad, hizo que la conocieran. El primer éxito profesional fue que la contratara la Otis Steel Company. Nacía la fotógrafa industrial.
Fue un desafío grande porque en esa época el papel femenino en ambos mundos era subalterno. Convenció al presidente de la empresa de retratar el proceso interno de la fábrica y con su magnetismo personal desarmó la resistencia de los obreros, prejuiciosos ante una cámara fotográfica en manos de una mujer. El duro y misterioso trabajo en los hornos sería conocido por un público masivo. La novedad fue aún mayor: usó flash y luz estroboscópica.
De inmediato, Henry Luce, dueño de la revista “Fortune”, posó su mirada sobre la novel fotógrafa. La incorporó al plantel impactado por esa pátina de humanización que le había impregnado a las imágenes del ámbito de la industria, con una estrella singular: la máquina.
Estética moderna, exaltación de la manufactura, talento para transformar formas complejas y poco atractivas en imágenes comprensibles y atrayentes. Arte y maquinismo: fábricas de acero, plantas de embalaje, producción de equipamiento bélico, objetos en serie de vidrio soplado.
Se especializó en crear un entorno de belleza documental con fotos tomadas desde cerca a grandes turbinas, calderas o chimeneas, un uso impactante de la iluminación cruzada, perspectivas novedosas de infraestructuras industriales o de torres monumentales.
Se desempeñó como editora y autora publicitaria, un hecho inédito para la época. En 1930 viajó a la Unión Soviética y retrató el proceso de industrialización. Apreció el valor supremo concedido por los soviéticos a la técnica y registró el período de cooperación entre soviéticos y estadounidenses para crear infraestructuras en ese inmenso país, su vida rural y la cotidianeidad urbana. Pero el logro mayor fue la famosa foto de José Stalin con su gran bigote y una pequeña sonrisa. De ese viaje surgió su libro Ojos puestos en Rusia.
A su retorno se topó con toda la crudeza de la Gran Depresión. Sus principios políticos de izquierda se acentuaron y su lucha por la igualdad de oportunidades para las mujeres también, especialmente en la industria periodística y de las imágenes. Colaboró con Photo League, una cooperativa de fotógrafos cuyo eje fue mostrar el deterioro de la clase trabajadora, la discriminación de las minorías y la brutalidad del sistema capitalista con imágenes que cumplieran dos objetivos: retratar a la persona, la víctima concreta o la situación dramática sin descuidar la estética visual ni el diseño. Crítica, ironía y arte. Despegaba la fotógrafa social.
Al mismo tiempo, Henry Luce compró la revista “Life” y cambió el enfoque: mostrar el mundo, los rostros, ver los grandes acontecimientos, sorprender, instruir, influenciar. Margaret Bourke-White fue su gran contratación inicial. Creó la tapa del primer número: la represa de Fort Peck, en Montana, una joya del “New Deal”. Trabajó veinte años, consolidó un nuevo canon: el fotoperiodismo y sentó las bases para el nacimiento de otro subgénero: el ensayo fotográfico.
En 1937 publicó You Have Seen Their Faces (“Has visto sus caras), junto al escritor
Erskine Caldwell, con quien se casó en 1939. Fotos directas, sensibles, grotescas con textos pulidos para mostrar la pobreza rural sureña de EE UU. Rostros surcados de profundas arrugas, bocas desdentadas, indumentaria precaria, inundaciones, sequías. Obra cáustica, realista.
En 1939 el mundo se deshacía en Europa y Margaret se transformó en corresponsal de guerra. El ataque nazi a Moscú en 1941 la encontró como única periodista occidental en tierra. Su temeridad excedió a su matrimonio. Se divorció al año siguiente. Acto seguido solicitó la credencial de fotógrafa de la Fuerza Aérea norteamericana y fue acreditada como fotógrafa de guerra con autorización de vuelo en misiones de combate. Nacía “Maggie, la indestructible”.
Retrató el terror bélico. Batallas cruentas, la campaña invernal en Rusia, los dramas en los hospitales de retaguardia, la abrazadora campaña en el norte africano, la resistencia partisana que acabó con el fascismo, el ingreso de las tropas norteamericanas a Berlín y la dramática liberación de los presos en el campo de concentración de Buchenwald. Fotografió los cuerpos esqueléticos a punto de morir, huesos en los hornos, cuerpos desnudos sin vida, tulipas de lámparas hechas con piel humana y escuchó atónita la frase de los vecinos: “No sabíamos…”
Meses después viajó a la India y retrató parte de la lucha independentista contra los británicos y la disputa fratricida de hindúes con musulmanes. Su pericia y paciencia le permitió fotografiar a Mahatma Gandhi horas antes de su asesinato en la famosa foto en que aparece sentado leyendo con gran serenidad frente a una rueca. Después, su curiosidad irresistible la llevó a retratar la guerra de Corea y la Sudáfrica del apartheid y del trabajo semiesclavo en las minas.
Al regresar a EE UU fue sentada en el banquillo de las acusadas por el “macartismo”. No había nada que ocultar: sus ideas políticas, sus viajes a la Unión Soviética, sus lazos con organizaciones por los derechos de las minorías y contra del racismo eran un orgullo. El conservadurismo de la sociedad yanqui y la presión gubernamental la obligaron al ostracismo.
En 1956 comenzaron los primeros síntomas de Parkinson. Luchó sin descanso contra la enfermedad durante quince años, perdió el habla y se quedó sin recursos económicos. No obstante, escribió su autobiografía: Retrato de mi misma, publicado en forma póstuma.
En el verano de 1971 la enfermedad venció. Su cámara sacó la última foto antes del descanso.
Corajuda, meticulosa, creativa, vanidosa, documentalista de ley, fotoperiodista de corazón.
Salú Margaret Bourke-White! Por tu ojo quirúrgico para develar la belleza donde no se veía, por grabar a fuego el momento de la agonía, la risa indómita, el drama de la locura bélica, por defender a los indefensos, por tu dignidad ante el atropello de los ignorantes con poder.

Ruben Ruiz
Secretario General 


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