Arturo Jauretche
Un día como hoy pero de 1901 nacía Arturo Jauretche, escritor, político, publicista y polemista argentino relevante en la vida del radicalismo y del peronismo y en la cultura nacional.
Hijo de Pedro Jauretche, funcionario municipal y de Angélica Vidaguren, maestra, tuvo 9 hermanos y cursó los estudios primarios en su ciudad natal Lincoln, provincia de Buenos Aires. El secundario lo hizo en Chascomús y fue influenciado por los ecos de la Reforma Universitaria. Participó de una reunión con el presidente, Hipólito Yrigoyen, que fue cubierta por los medios de prensa y, por lo cual, fue suspendido como alumno. No obstante, completó sus estudios y se mudó a la ciudad de Buenos Aires en 1920, donde se recibió de abogado. Sin recursos, trabajó de sereno durante un tiempo.
En la facultad de Derecho, conoció a Horacio Manzione que lo introdujo en el radicalismo y luego a Homero Manzi, quien le presentó una paleta de personajes porteños y lugares con una vida cultural incesante y lo incitó a la militancia política con mayor regularidad. Apoyó la segunda candidatura a presidente de Hipólito Yrigoyen, se incorporó a los “radicales personalistas” y fue funcionario de intervenciones radicales en varias provincias. En 1930, se encontraba en la provincia de Mendoza cuando se produjo el golpe militar; retornó a la ciudad de Buenos Aires, participó de la lucha callejera contra los golpistas y multiplicó su actividad política.
Organizó la campaña de Honorio Pueyrredón para las elecciones a gobernador de la provincia de Buenos Aires que terminó ganando el radicalismo el 5 de abril de 1931. No obstante, la dictadura anuló los comicios y varios candidatos fueron presos y luego desterrados. En 1933 intervino en el levantamiento en la provincia de Corrientes comandado por los coroneles Roberto Bosch y Gregorio Pomar, militares opuestos al golpe contra Yrigoyen. Fueron derrotados y Jauretche fue preso. En prisión escribió el relato gauchesco “El paso de los libres” que prologó su amigo Jorge Luis Borges.
En 1935, cofundó la disidente FORJA (Fuerza de Orientación Radical de la Joven Argentina) junto con Homero Manzi, Luis Dellepiane, Gabriel del Mazo, Raúl Scalabrini Ortiz, Manuel Ortiz Pereyra y otros radicales yrigoyenistas. Fue elegido presidente de la agrupación. Obviamente, estaban marginados de la vida política partidaria por lo que sus manifestaciones se hacían mediante actos callejeros y un original material de divulgación política que llamaron Cuadernos de Forja.
Se enfrentaron al gobierno de Agustín P. Justo y Ramón Castillo; fueron críticos del pacto Roca-Runciman, del funcionamiento del Banco Central -argumentando que servía para que los financistas ingleses controlaran el sistema monetario y financiero argentino-, de la escandalosa existencia de la Corporación del Transporte, de las intervenciones a las provincias opositoras, de la ruptura de relaciones con la Unión Soviética -que consideraban un potencial comprador de escala de productos agropecuarios argentinos-, de la situación salarial y laboral en Argentina. Luchaban a favor de mantener la neutralidad argentina ante la inminente Segunda Guerra Mundial, por restituir el concepto de lo nacional como centro del análisis político y la defensa de los intereses populares.
Esos conceptos, los llevaron a mirar con simpatía al gobierno militar de 1943 y, posteriormente, apoyar la candidatura del general Perón en 1945. Curiosamente, disolvieron FORJA, Jauretche ganó la interna para la candidatura a senador por la Capital Federal pero el preferido de Perón fue otro radical, Diego Luis Molinari, que resultó electo en esos comicios. Primer cortocircuito con el líder del peronismo. No obstante, en 1946 fue designado presidente del Banco Provincia de Buenos Aires desde donde direccionó una fuerte política crediticia hacia los empresarios nacionales. En 1950 renunció al cargo porque consideraba que el nuevo equipo económico gubernamental no garantizaba el cumplimiento de los objetivos originales del peronismo. Solo volvió a la función pública por un pequeño período en 1973 cuando el presidente Cámpora lo designó al frente de EUDEBA (Editorial de la Universidad de Buenos Aires).
Ante el golpe genocida de 1955 engrosó las filas de la Resistencia Peronista y se impuso la tarea de desarrollar una acción pedagógica que impidiera que el triunfo de los golpistas se transformara en una derrota ideológica. Fundó el semanario “El 45” y colaboró con «Azul y Blanco» y «Segunda República» lo que le valió el exilio en Montevideo; a partir de 1956 escribió El plan Prebisch, retorno al coloniaje, Los profetas del odio, Ejército y política, Política nacional y revisionismo histórico, Prosa de hacha y tiza, Filo, contrafilo y punta. Fueron escritos para estudiar y polemizar con sus compañeros y adversarios.
En 1961, retornó y se presentó en las elecciones a senador nacional por la Capital Federal en las que enfrentó al candidato auspiciado por Perón, el conservador Raúl Damonte Taborda, y a su enemigo político y cultural, el socialista Alfredo Palacios. Ganó Palacios quien representó con mayor eficacia la oposición al candidato del presidente Arturo Frondizi y a la difusa posición de los radicales del pueblo. Entre 1966 y 1968 escribió El medio pelo en la sociedad argentina y Manual de zonceras argentinas, obras claves para entender la dinámica de su pensamiento y de gran impacto popular. Colaboró con “el Diario de la CGT de los Argentinos”, militó por el regreso del general Perón en 1972 y, finalmente se afilió al peronismo, hecho que asombrosamente nunca había concretado.
Nos legó conceptos que se enraizaron en la cultura popular y que sobrevivieron al tiempo, como medio pelo, colonización pedagógica o zoncera y un método de estudiar la realidad en el que la hipótesis, la conjetura, el ensayo, la polémica y la apertura mental ocupaban un lugar esencial. Luchó contra los prejuicios, contra las anteojeras y contra su propia vehemencia. No escatimó en tener críticos, enemigos y problemas varios, entre los de su propia ideología. Pero nunca se autocensuró.
Polemista excepcional, conversador nato, cómplice del lector, cultor de la anécdota, del humor campero, del comentario como herramienta para construir el argumento, detector de personajes y situaciones en la lengua oral.
Salú Jauretche!! Por la precisión de tus categorías literarias y políticas, por tu costumbre de bancar con el cuerpo lo que escribías, por tu intento de entender el mundo que te rodeaba con humor filoso y pluma entendible.
Ruben Ruiz
Secretario General