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Efemérides 13 de Octubre – Antonio Berni

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Antonio Berni

Un día como hoy pero de 1981 se despedía Antonio Berni, pintor, grabador y muralista, creador en el lienzo de Juanito Laguna y Ramona Montiel -mezcla de Milonguita y Marilyn- que escenificó la pobreza profunda de los suburbios del gran Buenos Aires y de los lugares más sórdidos de París.
Artista reinventado sin solución de continuidad. Comenzó su aprendizaje con maestros impresionistas, luego se sumergió en el surrealismo, transitó los retratos introspectivos, mutó al arte fuertemente comprometido con la realidad social y política, al expresionismo con características dramáticas, finalizó experimentando con diversos materiales (madera, arpillera, clavos, cartón, cuero, plástico, lona, metales) y realizó una delicada excursión por la escultura.
Nació en Rosario, ciudad que marcó rasgos indelebles en su arte cambiante. Hijo de Napoleón Berni, sastre italiano que falleció en la Primera Guerra Mundial -cuando Antonio tenía 10 años- y Margarita Picco, hija de chacareros de Roldán (provincia de Santa Fe). A sus nueve años ingresó como aprendiz al taller de vitrales de Bruxadera y Cía, donde el artesano catalán y fundador del taller se erigió en su primer maestro.
Al tiempo comenzó a tomar clases en el Centro Catalá de Rosario con los maestros Eugenio Brunells y Enrique Minné y a los 15 años realizó su primera exposición en el Salón Mari de su ciudad natal en las que colgó 17 óleos que representaban paisajes suburbanos y estudio de flores. Repitió la muestra en 1921, 1922 y 1924. En 1923, la exposición la replicó en la Galería Witcomb de Buenos Aires.
En 1925 ganó una beca de perfeccionamiento y ancló en España. Se instaló y expuso en Madrid pero, simultáneamente, recorrió Segovia, Toledo, Córdoba, Granada y Sevilla donde tuvo contacto con obras de El Greco, Francisco de Zurbarán, Velázquez o Goya que lo impresionaron.
En 1926 llegó a París, asistió a un breve curso de los pintores André Lhote y Othon Friesz -que tuvo gran influencia en su pintura futura- y aprendió grabado con Max Jacob. Se acabó la beca, volvió a Rosario, pero inmediatamente consiguió otra beca de la provincia de Santa Fe y retornó a la capital francesa. Comenzaba una etapa de gran dinamismo artístico y político.
Entabló una fructífera amistad con el escritor Luis Aragón, el poeta André Breton, el pintor Joan Miró, el pensador marxista Herri Levebre, el ensayista Tristán Tzara. Pero su contacto con los pintores Giorgio de Chirico y René Magritte lo decidió a ingresar al mundo del surrealismo. La Torre Eiffel en la Pampa, es su obra más conocida de ese período. Viajó y absorbió conocimientos en Bélgica, Países Bajos e Italia. En paralelo, participó de una muestra con Libero Badii, Enea Spilimberto, Héctor Basaldúa y Horacio Butler que tuvo una impensada repercusión.
Paris era en una ciudad cosmopolita y en ebullición donde interactuaban africanos, chinos, vietnamitas y otros inmigrantes. Se decidió a tomar una actitud política activa y ayudó a Aragón en su lucha antimperialista; distribuyó periódicos de las minorías asiáticas, colaboró con ilustraciones en otros medios de propaganda de varias minorías étnicas y ayudó en la organización de sus reclamos.
A fines de 1930 retornó a la Argentina, casado y con una hija, trabajó de empleado en la municipalidad de Rosario. Organizó la Mutualidad de Estudiantes y Artistas Plásticos y en 1932 replicó la muestra parisina en la sala de Amigos del Arte, en Buenos Aires. La crítica lo demolió; no había experiencias previas de pintura de vanguardia. Sufrió un severo golpe emocional pero lo superó. Siguió su camino.
Vivió la “década infame” con su secuela de fraude electoral, miseria, desocupación, huelgas, hambre, ollas populares. Decidió reflejar esa realidad. Se afilió al Partido Comunista. Comenzó otra etapa, de representación del realismo social. Mezcla sensibilidad artística, denuncia, épica y una pátina de humor. Creó con energía. En 1934 conoció al muralista mexicano David Siquieros y exploró el muralismo con obras de gran dimensión como Ejercicio Plástico (con Castagnino, Spilimbergo y Lázaro) y Manifestación y Desocupados, con gran repercusión. Pintó La mujer del sweater rojo, La muchacha del libro, La chica del balón, La niña de la guitarra, Orquesta típica. Recorrió Bolivia, Perú, Ecuador y Colombia y pintó Mercado Indígena.
No se detuvo; entre 1951 y 1953 recorrió Santiago del Estero y pintó Motivos santiagueños donde mostró el daño ecológico que había producido la tala indiscriminada de árboles y luego, Los hacheros, La marcha de los cosecheros, La comida, Escuelita rural, Migración, Salida de la escuela, El mendigo, Hombre junto a un matrero y El almuerzo. En 1954 retomó una vertiente urbana con Campeones de barrio y La fogata de San Juan.
Comenzó a retratar el suburbio y presentó Villa Piolín, La casa del sastre, La iglesia, El tanque blanco, La calle, La res, Carnicería, La luna y su eco y Mañana helada en el páramo desierto. Hasta que creó sus personajes emblemáticos: Juanito Laguna, primero y Ramona Montiel, de seguido. Su técnica fue el collage y utilizó materiales desechables. Pobreza y sordidez en estado puro, hasta en los componentes pictóricos. Con miradas sufridas pero firmes, claras, hasta de cierta esperanza. “…Son chicos pobres, pero no pobres chicos; no son unos vencidos por las circunstancias, sino seres llenos de vida y de esperanzas y que superan su miseria circunstancial porque intuyen vivir en un mundo cargado de porvenir”, según la propia definición de Antonio Berni.
Sus personajes se transformaron en íconos internacionales, marcaron una forma de representación artística de la realidad más cruda. Superaron a su creador. Su serie lo acompañará muchos años con una característica: nadie quedará neutral después de ver esas obras.
En 1976 viajó a Nueva York y, sorprendido por lo que veía, quiso conocer a su gente, entender sus costumbres, sus necesidades. Caminó, observó, interactuó, pintó; tuvo una sensación de riqueza material y pobreza espiritual reinante que lo invadió. De esa experiencia, hizo una muestra en la Galería Bonino donde presentó 58 obras. Entre ellas, Aeropuerto, Los hippies, Calles de Nueva York, Almuerzo, Chelsea Hotel y Promesa de castidad; pero no fue solo, viajó con Juanito y Ramona. Y presentó Juanito en la calle, Juanito Laguna going to the factory, El sueño de Ramona. De la villa miseria argenta y el submundo de la prostitución a la capital global con absoluta entereza y dignidad.
Artista sensible para detectar el gesto universal, comprometido sin hacer alharaca, convencido de que el arte era una manera de vivir con riesgos, amigo de la risa y de la amistad. Jugador de toda la cancha.
Salú Antonio!! Por tu sensibilidad, tus retratos memorables, tu decisión de investigar para pintar la realidad y los sueños, por tu optimismo noble hecho arte.

Ruben Ruiz
Secretario General 


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