No todos los héroes llevan capa
Un día como hoy pero de 1969 se despedía José Amalfitani, dirigente deportivo emblemático, presidente del Vélez Sarsfield que ascendió en 1943 y fue campeón de primera división en 1968, impulsor del estadio en el barrio de Liniers, cancerbero insobornable de la cuota de los socios, inversor eficaz, promotor integral de disciplinas deportivas, fanático de “El Fortín”.
Nació en la ciudad de Buenos Aires en 1894. Hijo de inmigrantes italianos que llegaron al país por la boca del Riachuelo, en donde no se registraban todos los ingresos. Luis Amalfitani y Fortunata Graziadio bajaron de uno de esos barcos, aparentemente venidos de Cosenza, Calabria, pero no se encontraron constancias de su arribo. José fue su hijo mayor. Luego nacieron 10 hermanas en forma consecutiva y finalmente, llegó Luis el último vástago.
Vivían en Callao y Corrientes. A los pocos años se mudaron a San José de Flores que era un lugar bastante autónomo de la ciudad. José y sus amigos pasaban las tardes jugando picados en los potreros. Había más campitos que casas. La llegada del tren fue un acontecimiento notable que acercó el barrio al centro de la ciudad. Mientras tanto, su padre la remaba con el corralón de materiales y él cursaba la primaria en Balvanera.
En un barrio vecino, Floresta, tres jóvenes se juntaban en la esquina y barruntaban una idea; jugar al futbol en forma oficial. Ellos eran Carlos Guglielmone, Martín Portillo y Nicolás Marín Moreno, y un lugar de encuentro era el túnel subterráneo de la flamante estación Vélez Sarsfield. El 1º de enero de 1910 decidieron formar Argentinos de Vélez Sarsfield para dejar sentado que no eran ingleses como la mayoría de los clubes de la época. Cuando ya no se fundaron más instituciones con nombres ingleses, el “Argentinos” desapareció. En 1913 se afilió José Amalfitani que por su carácter y su dinamismo, rápidamente se convirtió en eje de varias iniciativas del club. En 1915 fue designado junto a Juan González como representantes en la Asociación Argentina de Football. Simultáneamente, trabajaba en el corralón de su padre.
Dirigió la construcción de las tribunas de madera del viejo estadio de Cortina y Bacacay y la revista Vélez Sarsfield, un modo novedoso de comunicación masiva con los hinchas. En 1919 el club debutó en Primera División. Hizo una gran campaña, salió segundo detrás de Racing Club. La masa societaria crecía. Velez necesitaba un nuevo estadio. Es así que alquilaron por 10 años un terreno en la manzana de Basualdo, Pizarro, Ulrico Schmidl y Guardia Nacional, el “Fortín” original, con el compromiso de construir una vereda perimetral.
El 13 de marzo de 1923 fue electo presidente de la institución. Un dato estadístico peculiar: fue el último presidente soltero del club. El “Estadio de Basualdo” mejoró. Fue el primero en tener tribunas techadas e iluminación artificial. Allí, se jugó el primer partido nocturno del futbol argentino un 7 de diciembre de 1928, Velez comenzó a usar la camiseta con la V azulada y se convirtió en el primer club con director técnico. En 1926 José se casó con Alcira Cristina Imbert; ambos eran asiduos concurrentes a los bailes del Club Italiano, donde imperaba el paso doble, el vals y el tango. Su incipiente profesión de constructor (era maestro mayor de obras aunque no poseía título) y la administración del corralón lo obligaron a no repetir en la presidencia del club. No obstante, continuó estrechamente ligado a la institución.
Era afiliado al Partido Demócrata Progresista, participó en la campaña presidencial de Lisandro de la Torre en 1930, asistió a las deliberaciones del Concejo Deliberante y de la Cámara de Diputados, leía detenidamente los boletines de Sesiones y fue candidato a concejal. Escuela valiosa para su futuro como dirigente deportivo. Pero desistió de ese mètier e ingresó como periodista deportivo en La Prensa. En 1931 apareció en forma más permanente por la sede del club que estaba cerca de su casa, Pergamino y Rivadavia. La campaña del equipo en 1932 fue demoledora y el periodista Hugo Marini, de Crítica, bautizó al estadio como “El Fortín”. Perdían hasta los grandes. Pero la década estuvo signada por deudas, pocos recursos, mudanzas, desalojos, reuniones de comisión directiva en la esquina. En 1940 llegó el descenso. Quedaban 100 socios y la Comisión Directiva pensaba que había que fusionarse con otro club. Algunos se oponían y fueron a buscar a Amalfitani para que participara de la asamblea que definiría el futuro de Velez. Fue, pidió la palabra y dijo dos frases que cerraron el debate. “Si me llamaron es para salvarlo, no para matarlo” y “El Club Vélez Sarsfield no morirá. Yo empuño su bandera. Síganme los que quieran trabajar para salvarlo”. Comenzaba una ilusión. El festejo fue callejero y ruidoso. Terminaron todos presos por una noche.
Primer acto, el 26 de enero de 1941 la asamblea de socios lo designa presidente de Velez Sarsfield. Segundo acto, responde con sus bienes por la deuda del club, hipoteca su casa, se constituye como principal pagador de las deudas e invita a sus pares de Comisión Directiva a realizar el mismo acto. De a poco se van plegando. Tercer acto, gran kermese “Despedida del Fortín”, recolección de fondos y congoja por abandonar El Fortín. Cuarto acto, compra a bajo precio de los terrenos anegados del arroyo Maldonado al Ferrocarril del Oeste y relleno del predio en tiempo récord (77.000 metros cúbicos de tierra para tapar aquel pantano, más de 100.000 metros cúbicos de tierra para nivelar el terreno, remoción de locomotoras enterradas, carbón de máquina, basura de los talleres y adoquines). Quinto acto, inauguración del estadio (en la actual ubicación) el 11 de abril de 1943 y ascenso a primera una semana después con la dirección técnica de Victorio Spinetto y este equipo: Miguel Rugilo; Víctor Curuchet y Alfredo Costa; Héctor Cuenya, Horacio Herrero y Armando Ovide; Eduardo Heisecke, Marco Aurelio, Juan José Ferraro, Alfredo Bermúdez y Ángel Fernandez.
Después vinieron años de colectas, “mangazos a los comerciantes del barrio” con su temida libretita negra, su aceitada relación con el general Perón que le permitió acceder a créditos blandos y terrenos y, a su vez, sostener su postura de no instalar bustos del presidente ni de Evita en el estadio, inauguración de las tribunas y plateas de cemento en 1951, la construcción de la primera pileta olímpica de América en 1954, incorporación de basquetbol, boxeo, voleibol, patín artístico, hockey, esgrima, ajedrez y el mantenimiento de su regla de oro: pago de los sueldos a fin de mes a empleados y jugadores, y de todas las deudas contraídas.
La institución crecía pero los campeonatos no llegaban. Ante las criticas de algunos hinchas su respuesta hiriente era «¿Quieren campeonatos? Háganse de River o de Boca!”. Pero sabía y quería ver a su Velez campeón sin tener que hipotecar el club ni entrar en el futbol espectáculo. Y lo logró.
1968 fue al año. Semifinalista del Campeonato Metropolitano que ganaron invictos “Los Matadores” y campaña palo y palo con River y Racing en el Campeonato Nacional. Triple empate en el primer puesto y triangular para el infarto. El 29 de diciembre Velez Sarsfield llegó al primer peldaño de la gloria. Le ganaba a Racing 4 a 2 y se coronó campeón de la mano de Manuel Giúdice. El equipo que cimentó esta proeza, formaba así la mayoría de los domingos: Miguel Marín; Luis Gallo, Iselín Santos Ovejero, Eduardo Zóttola, Luis Atela; Alberto Ríos, José Solórzano; Daniel Willington, José Luis Luna, Omar Wehbe y Mario Nogara. En 11 partidos apareció un joven goleador mortífero, Carlos Bianchi…
El ”Pepe” Amalfitani había cumplido su última promesa sin traicionar sus principios, inclusive el día de la final en el que los jugadores pidieron más dinero y la respuesta fue escueta: «que juegue la tercera”, ante lo cual se diluyó el pedido de último momento. Jugaron y ganaron.
Honrado, audaz, directo, carismático, escrupuloso contador de las monedas, inexcusable cumplidor de los compromisos contraídos, constructor de realidades tangibles, hábil negociador en cualquier terreno. Un integrante de nuestra popular imaginaria, siempre con su camisa blanca, su corbata, sus lentes en la mitad de la nariz, su gesto severo y su sonrisa final.
Salú Pepe Amalfitani!! Por tu ejemplo como dirigente deportivo, por tu imaginación, por tu obstinación, por tu franqueza, por tu sabiduría cotidiana.
Ruben Ruiz
Secretario General