Día del cartero
Un día como hoy, pero de 1771 se designó al primer cartero en nuestro territorio por lo cual se conmemora el Día del Cartero. Se llamaba Bruno Ramírez, había nacido en Sevilla y cumplió un importante papel durante los días posteriores a la Revolución de Mayo ya que repartió muchos partes y órdenes de la Primera Junta.
Esta historia comienza en 1514 cuando se estableció el Correo Mayor de Indias en la ciudad de Lima; pero el notable crecimiento de la vida económica y comercial obligó a la instalación de un servicio postal en la ciudad de Buenos Aires Su organización y administración quedó a cargo de Domingo Basavilbaso que había sido Alcalde ordinario del Cabildo de Buenos Aires en 1736 y Síndico en 1745 y que por sus responsabilidades, viajaba por todo el virreinato.
El 17 de junio de 1748 se inauguró el Correo Fijo (regular) a su cargo y se estableció el servicio de correo con un sistema de postas a caballo que comunicaba Buenos Aires con Córdoba, Santiago del Estero, las provincias del norte y el Alto Perú y tenía destino final en Potosí (desde donde llegaba a Lima) y, hacia el oeste, con Mendoza y Santiago de Chile. La correspondencia y las mercaderías llegaban a las localidades, eran entregadas en los centros y los destinatarios debían retirarlos allí.
Este sistema quedó obsoleto por los retrasos en la correspondencia y en 1771 se dispuso la incorporación de la figura del cartero que ocupó nuestro buen amigo Ramírez. A Domingo Basalvilbaso, lo sucedió su hijo en el cargo y, posteriormente, el último administrador de Correos de la época colonial que fue el vasco-español Melchor de Albín y Careaga.
En 1802 Domingo French se convirtió en el primer cartero nacido en nuestras tierras. Sabía leer y escribir, era serio y correcto. Por varios años fue el único cartero de la ciudad de Buenos Aires. Entregaba pliegos y cartas con celeridad y esa actividad le permitió conocer a muchos vecinos que apreciaban su responsabilidad. También le permitió ser una persona escuchada durante los días de la Reconquista de Buenos Aires y durante las Invasiones inglesas, más allá de su coraje y su arrojo.
En 1826, se creó por ley la Dirección General de Correos, Postas y Caminos que quedó a cargo de Juan Manuel de Luca durante 32 años. En 1858 la función recayó en Gervasio Antonio de Posadas Bustillo, hijo del director supremo homónimo, quien instaló los primeros buzones de la ciudad de Buenos Aires, redactó el Reglamento del Servicio de Carteros y fijó un valor más económico, de las tasas postales.
En 1874 se eligió a Eduardo Olivera, quien elaboró el nuevo Reglamento de Telégrafos y proyectó la ley que renovó los servicios postales. En administraciones posteriores se implementaron los servicios de encomiendas, giros postales, valores declarados y carta certificada. En 1944 se dispuso la autonomía del correo bajo la figura de Dirección General de Correos y Telecomunicaciones; en 1949 pasó por varias instancias hasta que se consolidó bajo el mando de la Secretaría de Estado de Comunicaciones.
En 1972 adquirió una nueva figura, ENCOTEL, que aglutinó el servicio, postal, telegráfico y monetario. Un dato poco conocido; durante la guerra de Malvinas se dispuso la creación de la Oficina Radio postal Islas Malvinas con dos personas que prestaron el servicio en comisión: Everto Hugo Caballero, director de la Obra Social y José Manuel Chávez, un experto postal de la Dirección General de Operaciones Región Metropolitana.
Más tarde, el correo pasó por varias figuras jurídicas -estatales y privadas- y a partir del 19 de noviembre de 2003 el servicio se reestatizó con el nombre Correo Argentino, lo que permitió recuperar el Servicio Postal Básico Universal, competir eficazmente (3500 puntos de venta en 1200 localidades) con los correos privados, que existen por una determinación de la dictadura militar tomada durante los primeros años de ese “gobierno”, e incrementar el volumen de ventas y servicios.
En esta historia hubo un hito que marca la consideración clave que tuvo el servicio postal para el desarrollo nacional: el Palacio de Correos (hoy, Centro Cultural Kirchner). Fue promovido por Ramón Cárcano, en ese entonces director de Correos y Telégrafos, diseñado por el arquitecto francés Norbert Maillart, inspirado en el edificio de correos de Nueva York e inaugurado el 28 de septiembre de 1928. Edificio de 9 plantas (Subsuelo, planta baja y siete pisos altos), con una altura total de 50 metros, sin contar la cúpula del edificio de 13 metros y con su reloj emblemático. Llegaron a trabajar 11.000 personas en diferentes turnos, se clasificaban y despachaban millones de piezas postales y enfrente (por Avenida Madero) se ubicaba el Jardín Maternal para las madres trabajadoras del Correo.
Otro hito popular habla de la masividad de la actividad postal: la fundación -el 15 de marzo de 1931- del Club Comunicaciones (originalmente Club Atlético Correos y Telégrafos) que inició sus actividades en el actual predio del Cenard, en el barrio de Núñez de la ciudad de Buenos Aires, pero que en 1953 pasó al barrio de Agronomía cuando el Estado nacional les cedió los terrenos a los trabajadores/as del Correo. Llegó a tener 60.000 socios, ser campeón de fútbol en varias categorías de ascenso y ser un ícono de los carnavales. Fue parte de los 8 grandes bailes 8 y los Carnavales de Radio Mitre, con Mochín Marafioti. Fue un espacio donde se mezclaban bailes, murgas y disfraces con el tango, el jazz, la música melódica y el incipiente rock and roll. Aníbal Troilo, Sandro, Juan D’Arienzo, Los Gatos, Pintura Fresca, Los Náufragos, Eddie Pequenino, Leonardo Favio, entre otros muchos, pasaron por Comu.
Hoy, existe el correo electrónico, las diferentes maneras de comunicación instantánea que nos provee la tecnología y los servicios puerta a puerta pero, seguramente, algunos recordaremos la emoción que sentíamos al depositar una carta en los buzones rojos (durante algún tiempo amarillo y negro o azul y amarillo) o en recibir una encomienda largamente esperada en la sucursal del correo o en leer una carta manuscrita de un lugar lejano enviada por un familiar, un amigo/a o un amor.
Era una época más slow, quizás, más humana…
Salú Bruno Ramírez! Por tu primera carta entregada, por tu primer recorrido que nos llevó hasta acá…
Ruben Ruiz
Secretario General