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Efemérides 15 de Mayo – María Reiche

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La dama de las líneas de Nasca

Un día como hoy pero de 1903 nacía María Reiche Neumann, matemática y arqueóloga alemana nacionalizada peruana que estudió y protegió los geoglifos preincaicos conocidos como “las líneas de Nasca”, ubicados en uno de los desiertos más áridos del mundo.
Nació en Dresde, Alemania. Hija primogénita de Anna Elizabeth Neumann Voigt y Felix Reiche Grosse. Cursó sus estudios secundarios en la Escuela Politécnica de su ciudad y luego ingresó a la Universidad de Hamburgo, donde se graduó en Matemáticas. No corrían tiempos fáciles en Alemania. Ser mujer era una limitación para conseguir trabajo y el nazismo asomaba en el panorama político con notable escucha en un pueblo aturdido por los efectos de la inflación.
En ese contexto, aceptó un trabajo como institutriz de los hijos del cónsul alemán en Cusco, Perú. Llegó en 1932 y quedó deslumbrada por los paisajes andinos. Tres años después se instaló en Lima donde trabajó como profesora de alemán, traductora y restauradora de textiles precolombinos en el Museo Nacional de Perú. Ese ambiente la acercó a la arqueología y consolidó su enamoramiento con el país que la había recibido.
Sin embargo, las leyes del nazismo en el poder fueron implacables y obligaron a regresar a los alemanes que vivían en el exterior. En 1941 se presentó una oportunidad de realizar un viaje de investigación con el arqueólogo Paul Kosok, que había descubierto las líneas de Nasca en 1927 y continuaba estudiándolas. No lo dudó. Retornó a Perú y nunca más volvió a tierras germanas.
Trabajó como profesora de matemáticas, gimnasia, alemán e inglés. Retomó su amistad de Amy Meredith, dueña de un salón de té en Lima donde se reunía parte de la intelectualidad y varios científicos, quien fue la financista de sus primeras investigaciones y con quien viviría durante 21 años. Simultáneamente, se convirtió en asistente permanente de Kosok y comenzaron los estudios aéreos de las líneas de Nasca.
El arqueólogo ya había abandonado su hipótesis de que las mismas eran canales de riego debido a su poca profundidad pero no pudo descifrar su origen y utilidad a pesar de sesudos estudios. En 1949 abandonó la tarea que fue continuada por María Reiche.
Se instaló parcialmente en Nasca y se transformó en un personaje insoslayable de la región. Instaló una cabaña precaria, probablemente sin agua ni luz, y realizaba sus trabajos munida de sus herramientas: un teodolito, unas cintas métricas o huinchas, una brújula, un sextante para determinar la posición de los astros, una libreta para sus anotaciones y una inseparable escoba amiga (de la cual hablaremos más adelante). Su tez extremadamente blanca y su vestimenta austera terminaban de componer un cuadro exótico para la región y la época.
Su centro de operaciones era un territorio de 450 km2, con centeneres de líneas en la tierra desértica (geoglifos) que habían sido dibujadas entre los años 200 a.C y 500 d.C y que solo podían apreciarse desde el aire o desde alturas montañosas cercanas (fue llamado “el libro astronómico más grande del mundo”). Además, no era un lugar custodiado por lo que era fácil pisarlas con o sin intención depredadora.
Se ubicaban en las pampas de Jumana, entre Nazca y Palpa. Las primeras habían sido trazadas por los paracas y la continuaron los nazcas en un desierto en el que llueve medio día cada dos años. Ese clima extremadamente seco, en combinación con el viento y el suelo rico en minerales, ayudó a la conservación de los dibujos en la tierra.
Sus primeras observaciones las volcó en una publicación: Los dibujos gigantescos en el suelo de las Pampas de Nazca y Palpa. Descripción y ensayo de interpretación que tuvo gran aceptación entre los investigadores y sirvió para divulgar su existencia.
Su trabajo tuvo dos objetivos: desentrañar los misterios de las líneas y preservarlas. Con sus investigaciones desplegó la hipótesis de que se trataba de un gigantesco calendario astronómico vinculado a los solsticios de verano e invierno y los períodos de la actividad agrícola. Luego agregó que también podían tratarse de caminos utilizados para ceremonias religiosas. Teorías posteriores plantearon que las rectas, triángulos, trapecios y cuadriláteros podían tener funciones protectoras.
María Reiche logró convencer a la Fuerza Aérea Peruana que colaboraran con su tarea y que el Servicio Aerofotográfico Nacional realizara tomas a gran escala que permitieran obtener una perspectiva precisa y una ubicación más clara del relieve. Catalogó centenares de figuras y generó el primer mapa de las líneas de Nazca en 1974. Descifró 18 tipos de animales y aves de hasta casi 280 metros de largo (cóndores, pelícanos, garzas, grullas, gaviotas, loros, colibríes, un mono, una araña, un caracol, una ballena, dos llamas, un perro de cola larga, dos llamas, una iguana, una lagartija, una serpiente), figuras antropomorfas y diversas figuras geométricas.
Pero, además, se convirtió en la “guardiana de las líneas” con un método primitivo: utilizó sus escobas para barrer los trazos de las figuras y retirar la grava oscura que se había acumulado durante siglos y así hacer visible el contraste ente las líneas y el terreno. Se opuso al paso indiscriminado de habitantes y turistas que pisaban las líneas, frenó un proyecto de irrigación que hubiera supuesto su destrucción parcial, emplazó una torre de observación junto a la Ruta Panamericana que pasa por la región. Todos coinciden: “ella defendió el lugar…”
Finalmente, logró que el gobierno peruano tomara medidas de cuidado sobre la zona. Entre 1965 y 1968 se creó la Corporación de Reconstrucción y Fomento de Ica, para trabajar en la conservación de la zona. En 1970, el Instituto Nacional de Cultura, declaró las pampas de Nasca como zona protegida, en 1993 se convirtieron en reserva arqueológica y en 1994 la UNESCO otorgó a las líneas de Nasca la categoría de Patrimonio Cultural de la Humanidad.
En 1993 compiló 40 años de investigaciones y manuscritos y publicó Contribuciones a la Geometría y Astronomía en el Perú antiguo, a modo de entrega final. Ese mismo año recibió la ciudadanía peruana que había tramitado bastante tiempo antes.
Durante algunos años más continuó ahuyentando intrusos desde su silla de ruedas. El Mal de Parkinson y una persistente ceguera la obligaron a trasladarse a Lima al cuidado de su hermana. En el invierno de 1998 un cáncer pudo más. Su pétrea firmeza para preservar las misteriosas líneas de Nasca y descubrir su significado quedó como un legado perenne a cuidar.
Salú María Reiche! Por tu voluntad inquebrantable para resguardar una parte del pasado común que nos interpela, nos asombra y nos obliga a ser más cuidadosos con el patrimonio colectivo que es parte de nuestro recorrido histórico como especie.

Ruben Ruiz
Secretario General 


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