Rolando García
Un día como hoy pero de 2012 nos dejaba Rolando García, maestro normal, físico, meteorólogo, investigador, cofundador y primer vicepresidente del Conicet. Un referente insoslayable de la historia científica en Argentina.
Nació en 1919 en la ciudad de Azul, provincia de Buenos Aires. En 1936 se recibió de Maestro Normal Nacional en la Escuela Normal de Profesores N° 2 (hoy Mariano Acosta) de la ciudad de Buenos Aires y en 1939 de Profesor Normal en Ciencias en el mismo establecimiento. En 1948 viajó a especializarse en EE UU y realizó un master en Meteorología en la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA). En 1951 fue investigador asociado en esa carrera de la universidad californiana y en 1953 fue designado profesor asociado. Ese mismo año se recibió de doctor en Física con especialidad en Hidrodinámica y Termodinámica de la atmósfera.
La costa oeste de EE UU le caía bien a Rolando.
Retornó a la Argentina y en 1956 fue cofundador de la Universidad Nacional del Sur, en la ciudad de Bahía Blanca, provincia de Buenos Aires. En 1957 asumió como decano de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA y como vicepresidente del Conicet (Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología) que presidía Bernardo Houssay.
Fue protagonista central del despegue de las ciencias aplicadas en nuestro país.
Apareció una facultad de Ciencias Exactas más asociada a la ingeniería, se organizaron los departamentos con profesores-investigadores, surgieron los cargos con dedicación exclusiva, se creó el Instituto de Investigaciones Bioquímicas dirigido por Federico Leloir y el Instituto de Cálculo. Se comenzó a construir la Ciudad Universitaria y se inauguró el Pabellón 1 denominado “Industrias”. Gracias a la tenacidad de su vicedecano, Manuel Sadosky, el Conicet compró la primera computadora de Latinoamérica -la famosa Clementina- y se inició la carrera de computador científico, orientada al cálculo numérico y a las aplicaciones científicas de la computación.
El Conicet se instituyó como un ente autárquico, dependiente de la Presidencia de la Nación. Nacieron las carreras de Investigador Científico y Tecnológico y del Personal de Apoyo a la Investigación, se destinaron fondos para otorgar becas para los doctorados y postdoctorados, para el financiamiento de proyectos y para el mantenimiento de Unidades Ejecutoras de investigación, se establecieron vínculos con otros organismos internacionales similares y se creó el Centro Nacional de Radiación Cósmica, hoy Instituto de Astronomía y Física del Espacio.
Pero llegó la noche del 29 de julio de 1966. Exactamente un mes después del golpe de estado militar contra el gobierno constitucional de Humberto Illia. Los estudiantes, docentes y graduados estaban ocupando cinco facultades en oposición a la intervención de las universidades y a la anulación de su régimen de gobierno. Y se desató la Noche de los bastones largos, elementos que empuñaron los policías federales de la Dirección General de Orden Urbano para desalojar violentamente a los legítimos ocupantes.
Rompieron vidrios y cabezas. Detuvieron a 400 personas y destruyeron laboratorios y bibliotecas universitarias. En los meses siguientes fueron despedidos, renunciaron o emigraron 301 profesores universitarios de los cuales 215 eran científicos. Entre ellos estaba Rolando García.
Nos perdimos la sabiduría colectiva y la capacidad de gestión de Rolando, Sadosky, Risieri Frondizi, Telma Reca, Catherine Gattegno, Juan Roederer, Klimovsky, Bagú, Chamorro, Weissmann, Halperín Donghi, Jacovkis, González Bonorino y muchos otros/as.
Rolando García emigró a Suiza y luego a México junto a su esposa, Emilia Ferreiro Schavi, escritora, psicóloga y pedagoga que se especializó en el estudio de niños con problemas de aprendizaje. Fue Profesor Visitante en el Instituto de Epistemología Genética de la Universidad de Ginebra donde trabajó con Jean Piaget en los denominados “sistemas complejos”: abordaje de la noción de sistema, de la definición de complejo, del recorrido de su comprensión y de la necesidad del trabajo interdisciplinario.
Fue Investigador de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) de México, profesor de la UCLA y en la universidad de Ginebra, jefe de la Sección de Metodología y Teoría de la Ciencia del Instituto Politécnico Nacional de México, investigador de la UNAM. En 1971 fundó y dirigió el Laboratorio de Dinámica de la Atmósfera de la Universidad de Uruguay.
La Organización Internacional de la Aviación Civil de la ONU lo contrató para estudiar la formación de hielo y el efecto de la turbulencia atmosférica en los aviones y trabajó en el Instituto de Investigaciones de las Naciones Unidas para el Desarrollo Social. Se convirtió en uno de los primeros investigadores del cambio climático global, de su impacto en los ecosistemas y de sus efectos en los sistemas de producción de alimentos.
No obstante, retornó a la Argentina y participó de los equipos del Consejo Tecnológico Peronista; pero su interés en vincular la ciencia con los procesos sociales, su incidencia en la calidad de vida de la gente y los inevitables cambios políticos y económicos que eso conlleva, lo hizo blanco inmediato de la Alianza Anticomunista Argentina (triple A) y en 1974 volvió al exilio forzado. Finalmente, reincidió con la vuelta a su Patria durante el retorno democrático en 1983 pero no tuvo coincidencias con el gobierno radical y su actuación fue limitada.
Evidentemente, nos perdimos un fenómeno durante gran parte de su vida como nos perdimos el aporte de esa generación de científicos y gestores que el esfuerzo colectivo había formado en la universidad pública y que se había probado en la vida cotidiana.
Salú Rolando! Por tu capacidad científica, por tu eficacia en la gestión pública, por tu dignidad ante los poderosos de la ignorancia, por tu búsqueda de lo novedoso que mejorara la vida real.
Ruben Ruiz
Secretario General