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Efemérides 16 de Abril – Charles Chaplin El genio que nos hacía reír y pensar

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Charles Chaplin El genio que nos hacía reír y pensar

Un día como hoy pero de 1889 nacía Charles Spencer Chaplin, actor, humorista, guionista, director, productor, compositor, escritor y editor inglés. Quizás haya sido el actor más popular de la historia del cine, símbolo del humorismo espontáneo y la de la reflexión continua.
Nació en una ruta de tierra. Unos dicen que en East Street, en Walworth, cerca de Londres y otros en Black Patch Park, campamento gitano de Smethwick, cerca de Birmingham. Su padre, Charles Spencer Chaplin Sr. era un artista de ascendencia judía, gran violoncelista, alcohólico crónico que abandonó a su familia cuando sus hijos eran muy pequeños y murió joven. Su madre, Hannah Chaplin, era una cantante y bailarina que también sufría de alcoholismo pero se hizo cargo de la crianza de sus dos hijos, Sidney y Charles hasta que su enfermedad se lo impidió.
A los cinco años Chaplin reemplazó a su madre en una actuación debido a una afonía. El reemplazo fue permanente debido a una afección que su madre sufría en la laringe sumada a su depresión nerviosa y a un cuadro de desnutrición que obligaron a varias internaciones. En ese contexto, Charles y su hermano vagaron por varios orfanatos y asilos del sur de Londres. En 1896 internaron a su madre definitivamente con problemas psiquiátricos en el hospital mental de Cane Hill. Una larga estadía hasta 1920. Un 1921 la llevaron a California donde fue internada hasta el día de su muerte.
En sus tempranas actuaciones aprendió rudimentos de comedia, mímica y drama. A los 10 años se incorporó a “Los ocho muchachos de Lancashire” con quienes haría algunas giras por Gran Bretaña; a los doce ya era un experto artista callejero. Simultáneamente, trabajó de repartidor, soplador de vidrio y vendedor hasta que fue contratado por la compañía de Charles Frohman en la que representó papeles menores. Seguía sumando experiencia en los escenarios de Londres e Inglaterra y construyendo un salario para vivir. Luego actuó en circos, espectáculos de music-hall y cafés.
En 1907 ingresó a la compañía del mimo Fred Kamo, interpretó un papel cómico en la obra El partido de futbol y asombró. Las giras ya no serían por Inglaterra. Fue a Paris y EE UU. Para 1912 ya había recorrido los teatros de Nueva York, Chicago, Filadelfia y parte de Canadá. Su compinche en la compañía y en la pensión era Arthur Stanley Jefferson, después conocido como Stan Laurel, el Flaco. En 1913 fue detectado por el productor Mack Sennett, fundador de Keystone Studios. Inmediatamente, lo contrató para realizar una película de acción, “Ganándose el pan”. Chaplin se sentía incómodo en ese papel y Sennett creyó haber cometido un error al contratarlo. Pero apareció la actriz más popular del cine mudo de ese momento, Mabel Normand y los convenció de realizar un nuevo intento cinematográfico.
Chaplin no lo desaprovechó y nació Carlitos, el vagabundo, en la película “Carreras sofocantes”. No tenía idea de cómo empezar. Pero camino al guardarropa fue inventando el personaje. Frac estrecho, pantalones holgados, zapatos grandes, bastón de caña, sombrero bombín y un pequeño bigote que lo hacía más adulto. Lo demás fue cosecha propia: un modo de caminar irrepetible, gracia espontánea, gran sentimental, mendigo de modos refinados, enamoradizo consuetudinario, defensor de su territorio a ladrillazos y patadas, eterno expulsado de los lugares que habitaba, abanderado intransigente de su independencia, defensor de chicas ingenuas y en peligro, enemigo de villanos inevitablemente más fuertes, generador de huidas memorables y constructor de un eje que nunca abandonó: la denuncia sutil pero evidente contra la desigualdad social, el abandono infantil, la humillación hacia los inmigrantes, la miseria y la desocupación.
En 1915 firmó contrato por un año con los estudios Essanay y realizó una maratón de 14 films. En 1917 se incorporó a la Mutual Film Corporation y desplegó a pleno el personaje del vagabundo, Carlitos bombero, prestamista, músico ambulante, tramoyista, en la tienda, en la calle de la Paz. Un año después comenzó a dirigir sus películas y firmó un contrato con la First National para realizar ocho films por un millón de dólares. Otra serie fenomenal de creaciones que tuvo en su haber “El perro” y “Armas al hombro”.
En 1919, junto a Mary Pickford, D. W. Griffith y Douglas Fairbanks y Mac Adoo, fundó United Artists para salvaguardar su autonomía respecto a los grandes distribuidores y productores. Comenzaron los largometrajes. En 1921 filmó “El pibe”, donde se fundían el humor y la emoción y en la que debutó Jackie Coogan, a la postre, el tío Lucas de la serie “Los Locos Addams”. Luego, realizó “La quimera del oro” una mezcla desopilante de personajes insólitos que viven situaciones delineadas por la ambición, el hambre, el amor desencontrado y las consecuencias de los cambios de clima, inmersos en el sueño del oro salvador que es encontrado por quien no lo busca. O “El circo” donde Chaplin desmenuza su histrionismo hilarante con sublime espontaneidad.
En la década del ’30 aparecieron “Luces de la ciudad”, una gran comedia sentimental y la obra desmitificadora del capitalismo con precisas dosis de humor e ironía “Tiempos modernos”. Los efectos de la mecanización sobre el trabajador/a, el estrés, la pobreza, la ilusión de liberarse de esa presión cotidiana. En definitiva, la opresión de un sistema injusto y la potencia de los sueños. Considerada la última película muda, aunque se escuche brevemente la voz de Chaplin en un pasaje. Fue la última aparición de Carlitos. Con un contenido inequívoco y su memorable caminata final.
En 1940, vio la luz otra obra maestra, “El dictador”, una denuncia explícita al nazismo, el antisemitismo y la intolerancia donde prevalece un imprescindible discurso final del patético personaje central a favor de la convivencia humana y la libertad. En 1947 filmó “Monsieur Verdoux” una exquisita obra de humor negro en la que critica las maniobras del capitalismo durante las guerras, su connivencia con las matanzas masivas y la proliferación de armas destructivas.
Su posición ante la segunda Guerra Mundial fue firme. Abogó por la apertura del segundo frente en ayuda de la Unión Soviética que soportaba el mayor peso de la contienda, integró grupos de amistad soviético- estadounidense y accionó públicamente con intelectuales como Bertolt Brecht. Toda esa actividad política y artística fue demonizada por el macartismo que lo acusó de comunista, plagiador, proxeneta y antinorteamericano. Esa violencia determinó su exilio del país que lo había cobijado.
En 1952 filmó “Candilejas” donde recrea momentos autobiográficos, realza la actividad de los actores y actrices, refiere a la relación con su esposa mucho más joven que él y condensa la unión de la risa y la lágrima en la escena donde junto a su compañero Buster Keaton se ven quitando sus máscaras cómicas para dar paso a las caretas trágicas. Se despidió con “Un rey en Nueva York”, una dura crítica al mercantilismo estadounidense y “La condesa de Hong Kong”, una película ligera con Marlon Brando y Sophia Loren.
Además, fue un gran compositor musical. Su tema “Sonrisas” compuesta para Tiempos Modernos fue un éxito en 1954 interpretado por Nat King Cole y “Esta es mi canción” hecha para su última película fue otro boom. El tema de la película Candilejas obtuvo el Oscar a la mejor música original en 1972.
Su vida amorosa fue tumultuosa. Su tendencia a enamorarse, casarse y divorciarse en poco tiempo de mujeres más jóvenes fue un revulsivo social y fruto de algunos escándalos. Finalmente, su matrimonio con Oona O’Neill, con quien tuvo ocho hijos, fue un estadio de estabilidad emocional.
Su última ironía la produjo luego de fallecer en la navidad de 1977. Unos delincuentes polacos desenterraron su cuerpo y extorsionaron a la familia a cambio de devolverlo. Los familiares de Chaplin se negaron a cualquier negociación y los ladrones se quedaron estupefactos con el cadáver en un salón hasta que la policía los apresó y el cuerpo volvió a la fosa en un ataúd a prueba de robos.
Salú Chaplin! Por hacernos reír hasta llorar, por ridiculizar a los poderosos y a los amantes de la guerra, por blindar con humor las escenas más terribles, por no sucumbir al hambre, la tristeza, la irracionalidad de los gobernantes y recordarnos que la risa es una noble y necesaria vacuna.

Ruben Ruiz
Secretario General 


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