Solidaridad y bronca contenida
Un día como hoy pero de 1969 se producía la asamblea universitaria y marcha por el centro de la ciudad que dio origen a la rebelión rosarina y que fue otro cimbronazo para el gobierno de Juan Carlos Onganía.
Las asambleas estudiantiles se venían realizando desde unos días antes por diferentes reivindicaciones sectoriales. El 16 de mayo se convocó a una asamblea para repudiar la muerte del estudiante Juan José Cabral en el “Correntinazo”. El rector de la universidad, José Luis Valentín Cantini, intentó frenarla y declaró el cierre de la casa de estudios por tres días. El resultado fue que los estudiantes se concentraron en el comedor universitario ubicado en Corrientes al 700, expresaron su solidaridad con el movimiento correntino, su repudio por la muerte del estudiante Cabral y aprobaron realizar una marcha al centro de la ciudad una vez finalizada la asamblea.
Al día siguiente, sábado 17 de mayo, se repitió la asamblea frente al comedor estudiantil. Al finalizar marcharon por la ciudad y al pasar por la sucursal del Banco Alemán Transatlántico explotó un petardo. Eso motivó una feroz represión policial con balas de goma y de plomo. Los manifestantes se dispersaron y un grupo ingresó a la galería Melipal que tenía boca de entrada pero no de salida. Se transformó en una trampa mortal.
La policía penetró en el paseo de compras, reprimió a mansalva, se escuchó un disparo y se vio caer un cuerpo. El oficial inspector Juan Agustín Lezcano que dirigía el operativo había disparado a la cabeza del estudiante de Ciencias Económicas Adolfo Bello. Ante el estupor generalizado, los propios policías introdujeron el cuerpo en un auto y lo llevaron a un nosocomio cercano pero murió pocas horas después.
Durante los tres días siguientes hubo actos relámpago, concentraciones, múltiples denuncias y se produjo una procesión incesante de rosarinos que dejaban flores en el lugar del hecho. El 21 de mayo, el Comité de lucha de estudiantes de Rosario y la CGT de los Argentinos convocaron a una “Marcha del silencio”. Fue multitudinaria. Comenzó en la Intendencia y se dirigió a la sede de la CGT de los Argentinos en calle Córdoba 2060 donde había una olla popular. Participaron 5000 estudiantes universitarios, secundarios y obreros.
El centro de la ciudad estaba tomado por fuerzas policiales. Carros de asalto, hidrantes, patrulleros, autobombas, la Infantería, la Montada. Cuando los manifestantes realizaron una sentada comenzó una represión desenfrenada. Pero esta vez, hubo respuesta. Piedras, barricadas, desde los edificios arrojaban papeles y se armaban fogatas. Retrocesos, reagrupamientos y avanzadas. Durante varias horas hubo enfrentamientos pero la policía retrocedió hasta la Jefatura.
Un grupo de manifestantes se dirigió a la radio LT8 para que transmitieran una proclama. En ese momento se transmitía el partido Estudiantes de la Plata vs Nacional de Montevideo. Otro grupo huía de la represión por la calle Dorrego y a pocos metros de la radio caía baleado por la espalda el estudiante y aprendiz metalúrgico Luis Norberto Blanco. Tenía 15 años. A los pocos minutos moría a causa de la herida fatal. Inmediatamente, el gobierno declaró a Rosario “zona de emergencia” y puso la ciudad bajo el control militar del Ejército, al mando del general Roberto Fonseca. Sus primeras medidas fueron decretar el estado de sitio, la justica bajo los códigos militares y la pena de muerte.
Hasta ese momento había 89 detenidos. La Gendarmería patrullaba las calles y la bronca era cada vez más espesa. Un plenario de 38 gremios ratificó el paro de actividades para el viernes 23 de mayo y un grupo de sacerdotes santafecinos se rebeló contra el obispo Guillermo Bolati y emitió una declaración en adhesión a la lucha de los estudiantes, contra la represión policial y los poderes especiales otorgados al jefe del Segundo Cuerpo de Ejército. El paro se llevó a cabo en forma exitosa y el ausentismo en Rosario y San Lorenzo fue casi total.
Lo más impactante fue la marcha que acompañó los restos del estudiante y obrero Luis Norberto Blanco. Siete mil personas caminaron 87 cuadras desde la casa de sus padres hasta el cementerio. La congoja era enorme. La bronca desbordaba. La memoria popular registraba la muerte de dos jóvenes que pelearon por defender derechos y en contra de la represión.
Simultáneamente, los 2.000 trabajadores ferroviarios del Taller de la localidad de Pérez iniciaban una huelga contra la suspensión de sus delegados Enrique Gigena y Roberto Forcatto por haber comunicado la adhesión al paro en repudio por la muerte de los dos estudiantes aprobada por la Comisión Coordinadora de la Unión Ferroviaria. Un conflicto que tendría continuidad y sería un eslabón de la lucha que engendraría el Segundo Rosariazo en el mes de septiembre de 1969.
Salú pueblo rosarino!! Porque los pibes y las pibas hicieron estallar la solidaridad con Corrientes rebelado, porque supieron unirse con los trabajadores/as y los vecinos/as para demostrar que la dictadura de Onganía no se iba a quedar 20 años, por empujar a favor de la soberanía popular y la vigencia de las libertades más necesarias.
Honor a Adolfo Bello y a Luis Norberto Blanco!!
Ruben Ruiz
Secretario General