Sociólogo sin título y comentarista popular de la vida cotidiana de muchos de nosotros/as
Un día como hoy pero de 1932 nacía Joaquín Salvador Lavado Tejón, humorista gráfico e historietista argentino, maestro de la ironía y la sutileza, creador de la inimitable Mafalda.
Nació en la ciudad de Mendoza. Hijo de padres andaluces inmigrantes, más precisamente de Fuengirola, provincia de Málaga. Desde pequeño lo apodaron “Quino” para diferenciarlo de su tío Joaquín, pintor y dibujante publicitario, y quien inició a su sobrino en la pasión por el dibujo. Desde los tres años comenzó a garabatear formas sobre el papel bajo la atenta mirada y dirección de su tío.
En 1945 había terminado sus estudios primarios y sufrió la pérdida de su madre. Decidió inscribirse en la Escuela de Bellas Artes de la Universidad de Cuyo. En 1949 falleció su padre y decidió abandonar la Escuela. Se inclinó por la creación de historietas. Al año siguiente, viajó a la ciudad de Buenos Aires a ofrecer sus trabajos. Recorrió editoriales, casas de publicidad, redacciones de diarios y revistas. No tuvo suerte y retornó a su ciudad natal.
El servicio militar lo devolvería a la ciudad de Buenos Aires. Al finalizar la “colimba” insistió en su intención de ser considerado por sus creaciones. Repitió el periplo anterior hasta que publicó su primera página de humor en el semanario Esto es. Fue la campana de largada. Simultáneamente, se ganaba la vida como dibujante publicitario.
Esa primera publicación le permitió ingresar en el mundo de las historietas. Sus primeras viñetas aparecieron en Leoplán y luego en TV Guía, Vea y Lea, Damas y Damitas, Usted, Panorama, Adán, _ Atlántida_, Che, el diario Democracia. También obtuvo cierta regularidad en Rico tipo, Tía Vicenta y Dr. Merengue-
En 1958 la empresa de publicidad “Agens” lo contrató para ilustrar la campaña publicitaria de los electrodomésticos “Mansfield” (de la empresa Siam Di Tella), con una exigencia impensada: que el nombre de todos sus personajes comenzase con M. El proyecto fracasó, Quino enfundó sus tiras de dibujos y siguió su camino errante.
En 1960 se casó con la doctora en química y trabajadora de la Comisión Nacional de Energía Atómica, Alicia Colombo. Nieta de genoveses, hija única, inteligente, aguda y estricta. Pieza clave para el desarrollo de Quino y su vida profesional. A fines del ´60 Alicia renunció a su trabajo y se transformó en su representante. Cuidó sus derechos de autor y supervisó sus contratos con editoriales y medios de comunicación. Fue la estratega de la difusión de la obra de Quino en el exterior y de posicionarlo como autor de escala internacional.
Él solo tuvo que dedicarse a su obra. Muchos reconocían: “Sin Alicia no habría habido Quino”. Estuvieron casados 57 años. Superaron juntos el exilio y disfrutaron el retorno. Amantes de las sobremesas y las largas charlas con un buen vino, pisco a algún licor. Una pareja flor y flor.
En 1963 publicó su primer libro de humor, Mundo Quino, una recopilación de sus creaciones de humor gráfico con prólogo de Miguel Brascó.
El 29 de septiembre de 1964 apareció por primera vez, en el semanario Primera Plana, la historieta de una chica morocha, que odiaba la sopa y estaba en permanente contradicción con sus padres. Se llamaba “Mafalda”. El 9 de marzo de 1965 “Mafalda” y Quino se mudaron a diario El Mundo y el éxito se disparó. Llegó a publicar seis tiras por semana. Cuando el diario cerró hubo un bache pero a los pocos meses se reinició la publicación de la tira en la revista Siete días.
Para la navidad de 1966 se publicó el primer libro de “Mafalda” que recopilaba las tiras según su orden de aparición en el diario. La tirada de 5.000 ejemplares se agotó en dos días. El editor fue Jorge Álvarez, experto detector y difusor de esa nueva cultura que aparecía en Buenos Aires. Al año siguiente, editó un nuevo éxito comercial: Así son las cosas, Mafalda. Luego aparecerían los primeros cinco volúmenes de Mafalda con la misma editorial y, del sexto al décimo, emigrarían a Ediciones de la Flor que llegó a tener tiradas de 200.000 ejemplares.
De la mano de Quino, la niña porteña desembarcó en Italia, en 1969, con un título emblemático: Mafalda, la contestaria con producción y prólogo del escritor Umberto Eco que quedó fascinado con el personaje. A partir de 1970 la historieta se publicó en España y Portugal y luego en Grecia, Alemania, Francia, Finlandia, entre otros países. Se tradujo a más de 30 idiomas. Se transformó en un suceso internacional.
Pero el 25 de junio de 1973 Quino tomó una decisión trascendente. Decidió dejar de publicar la tira. Según su opinión, ya estaba todo dicho. Se paró ante el momento de mayor éxito y dijo acá les dejo todo lo que podía dar en esta historieta. No solo nos deleitó con Mafalda. Nos hizo reír y pensar con Guille, su hermano menor. Con su madre Raquel y su padre, amantes empedernidos de los quince días de vacaciones y el Citroën. Con sus amigos y amigas: Felipe, Manolito, Susanita, Miguelito y Libertad. Con sus reflexiones, sus frases certeras, sus ironías punzantes, sus gestos ingenuos pero develadores, sus denuncias en tono bajo pero profundas. Un fresco urbano global, una pintura social de precisión, un retrato de época magistral.
Obviamente, Mafalda siguió reproduciéndose por doquier. Quino la liberó. Ella, su familia y sus amigos continuaron habitando cuartos juveniles, aulas, patios, talleres, centros culturales, remeras, tatuajes, postales, estampillas, trapos, campañas publicitarias, comunicaciones institucionales.
Luego Quino se dedicó a publicar una veintena de libros que nos siguieron interpelando. Bien, gracias, ¿y usted?, Hombres de bolsillo, Déjenme inventar, Quinoterapia, Sí, cariño, Potentes, prepotentes e impotentes, Humano se nace, Qué mala es la gente, Cuánta bondad, Qué presente impresentable, La aventura de comer, Quién anda ahí, entre otros.
Su agudeza y precisión siguieron intactas. Su impacto fue menor.
En la tarde del 30 de septiembre de 2020 se despidió en la casa mendocina que habitaba. En silencio, taciturno, solitario, imaginando tiras. Así le gustó transitar durante toda su vida. Así nos dijo chau, amigos y amigas…
Salú Quino! Por tu humor sin concesiones, por tus retratos que nos reflejan, por tu trazo magistral, por tu ternura imperecedera, por tu creatividad para desnudar nuestras ingenuidades y contradicciones, por tu mordacidad para denunciar a los poderosos y congelarlos en una viñeta.
Un integrante magnífico de nuestra popular imaginaria…
Ruben Ruiz
Secretario General