Comandante de los soldados gauchos
Un día como hoy pero de 1821 moría Martín Miguel Juan de Mata Güemes Montero de Goyechea y la Corte, militar patriota y político argentino, que dirigió la lucha en la frontera norte de las Provincias Unidas del Río de la Plata, contuvo a las fuerzas realistas innumerables veces y permitió mantener la integridad territorial y el ideal de emancipación nacional.
Nació en 1785 en la ciudad de Salta. Hijo de Gabriel de Güemes Montero, ministro tesorero de las Cajas Reales de la intendencia de Salta y de María Magdalena de Goyechea y la Corte, jujeña, de ascendencia española y portuguesa. Cursó sus primeros años en la escuela pública y con maestros particulares como José León Cabezón, José Antonio Pinto y el franciscano Pantaleón Benítez.
Combinaba sus estudios con el aprendizaje de las tareas del campo en la finca familiar “La Despensa”, en Campo Santo, Salta. A su vez, se enroló como cadete en el Regimiento Fijo de Infantería que tenía su asentamiento en Buenos Aires pero contaba con un batallón en Salta.
En 1804 partió a Buenos Aires. Ingresó en el Real Colegio de San Carlos (hoy Nacional Buenos Aires) y continuó su carrera militar. En 1806 se incorporó al Primer Escuadrón de Húsares al mando de Juan Martín de Pueyrredón y, durante las primeras invasiones inglesas, participó de la Reconquista de Buenos Aires. Santiago de Liniers lo nombró su edecán y teniente de los granaderos de su escolta.
En esa condición comandó el abordaje del barco inglés Justine, que estaba encallado en el Río de la Plata y se aprestaba a bombardear la ciudad. Luego de esa acción fue ascendido a teniente de milicia. En 1807 combatió en la defensa de la ciudad durante las segundas invasiones inglesas. En 1808 pidió una licencia que le fue concedida por tiempo ilimitado. El clima de Buenos Aires afectaba sus vías respiratorias y había fallecido su padre. Retornó a Salta y estuvo registrado en la guarnición de Salta como cadete del Regimiento de Infantería y teniente del Cuerpo de Granaderos de Liniers.
Con la Revolución de Mayo se alistó en las fuerzas patriotas e integró el ejército del Norte (Ejército Auxiliar del Perú). Su primera tarea fue custodiar la Quebrada de Humahuaca y los valles de Tarija y Lípez. Formó la Partida de Observación con sus gauchos, diseminó las proclamas de la Primera Junta, interceptó las comunicaciones entre los contrarrevolucionarios y los españoles y preparó el terreno para la llegada del ejercito patriota. Por su exitosa tarea fue ascendido al grado de capitán.
El 7 de noviembre de 1810 tuvo lugar la batalla de Suipacha. Güemes, al mando de la vanguardia, atacó sorpresivamente al campamento español que huyó hacia el norte. Fue la única victoria patriota en el Alto Perú que se vio empañada por el desacuerdo entre Güemes (que sostenía la persecución y derrota total de los realistas) y Castelli y Balcarce que impusieron la orden de no avanzar y negociar con el enemigo. Las tropas de Salta y Tarija fueron disueltas e incorporadas al ejército de línea y Martín Miguel de Güemes separado de su tropa y obligado a regresar a Salta en condición de civil.
En junio de 1811 la Junta Grande repuso a Güemes en el Ejército del Norte. Su primera acción fue auxiliar a las tropas derrotadas en Huaqui y luego ayudar a las tropas al mando de Pueyrredón para salvar los caudales del Real Erario que estaban en manos de los realistas. Fueron sus primeras experiencias en la llamada guerra de recursos que desgastaron a las fuerzas invasoras durante años.
En 1812 tuvo otro enfrentamiento. Esta vez con Manuel Belgrano, a cargo del Ejército del Norte. Las versiones indicaban que Güemes convivía con una mujer casada en la misma casa que habitaba su marido y que éste había sido amenazado para no develar el entuerto. Al enterarse, Belgrano ordenó su traslado a Buenos Aires y Güemes quedó adscripto al Estado Mayor General. En diciembre de 1813 fue ascendido a teniente coronel graduado y retornó al Ejército del Norte con el general José de San Martín, quien lo designó jefe de las Avanzadas del río Pasaje (actualmente Juramento).
Ese mandato le permitió perfeccionar la guerra de guerrillas que desplegaban sus tropas contra los españoles; intermitentes, de hostigamiento, en pequeños grupos, ocupando grandes extensiones y con alto poder de daño. Güemes y sus gauchos conocían mejor que nadie los cerros, la ubicación de los pasos entre valles, el recorrido de los ríos, las quebradas, los cañadones, los cambios del clima. Y tenían como objetivo fijo la emancipación contra el poder colonial. Se iniciaba la Guerra Gaucha.
En marzo de 1814 derrotaron a los españoles en Tuscal de Velarde, luego los enfrentaron en Anta y en Santa Vitoria hasta que en agosto las fuerzas al mando del brigadier español Joaquín de la Pezuela abandonaron la ciudad de Salta y fueron perseguidos por los gauchos hasta La Quiaca. En su retorno triunfal a Jujuy se encontraron con centenares de fusiles, bayonetas, lanzas y juegos de herraduras que los españoles habían dejado en su huida y que ayudaron a pertrechar las fuerzas gauchas. Fue ascendido a coronel y designado jefe militar de la región comprendida entre Tucumán y Tarija.
En 1815 Güemes se reincorporó al Ejército del Norte, a cargo de José Rondeau, pero con autonomía de mando. La tropa gaucha fue fundamental en la derrota de los españoles en Puesto del Marqués; pero enfrentado a la estrategia militar de Rondeau, retornó a la ciudad de Salta. En su tránsito se apropió de 500 armas y pertrechos de reserva acantonadas en Jujuy. Por este hecho fue acusado de desertor y traidor por Rondeau. Nunca se habían llevado bien. Ahora estaban en el peor momento.
Al llegar a Salta, el pueblo lo aclamó y lo nombró gobernador. Cuatro meses después fue reconocido por el Cabildo de Jujuy. Continuaron los desencuentros con Rondeau que pretendía encarcelar a Güemes y, para ello, tomó Salta. Pero quedó sitiado por las fuerzas gauchas y sin víveres. Acorralado, pactó con el líder gaucho, después de una eficaz mediación de “Macacha” Güemes. En julio de 1815 se casó con Doña María del Carmen Puch, un apoyo fundamental en su lucha, junto a su hermana.
Su acción de gobierno fue firme. Decretó el Fuero Gaucho, que integraba a los soldados al fuero militar y los liberaba del “conchabo” (trabajo rural gratuito durante medio mes a favor del patrón) y los exceptuaba del pago del arriendo mientras estuvieran luchando. Promovió la libre circulación de los trabajadores, le ley de irrigación, impuso varias contribuciones generales, con anuencia del Cabildo, para sostener a los que defienden la Patria y que la Intendencia de Salta. Esto produjo un duro enfrentamiento con la oligarquía salteña que lo miraba de reojo y preparaba la traición.
Fue designado coronel mayor por sus acciones militares. Pero el gobierno central también recelaba de su figura y su influencia popular. Retacearon la ayuda económica y militar. Ante esa realidad, en septiembre de 1815, Güemes creó por decreto su propio cuerpo militar, _ Los Infernales_ que desempeñaron un papel clave en la lucha contra los realistas. En 1818 fue reelecto gobernador de Salta y unos días después también lo reconoció el cabildo de Jujuy. En septiembre y octubre de 1819 estableció una contribución forzosa a hacendados comerciantes y vecinos pudientes para solventar los gastos de la guerra. Creció la intriga y avanzó el complot.
Los españoles volvieron a invadir la provincia de Salta; Güemes pidió ayuda a las otras provincias y al gobierno central. No fue auxiliado. A pesar de su debilidad económica y de pertrechos, logró rechazar al invasor una vez más. A principios de 1821 auxilió al gobernador de Santiago del Estero, Juan Felipe Ibarra en su lucha contra el gobernador tucumano, pero sufrió derrotas que lo complicaron. Mientras tanto, las clases altas ocuparon el Cabildo de Salta, lo destituyeron y pretendieron entregar la ciudad al general español Pedro Antonio Olañeta. Güemes retornó de su «expedición» tucumana, retomó el control de la ciudad y abortó la llamada “Revolución del Comercio”.
Esta historia no se congeló. El comerciante Mariano Benítez se reunió con los españoles, aportó datos precisos para emboscar a Güemes y con esa información partieron 400 soldados realistas al mando del coronel José María Valdés, “Barbarucho», antiguo cuatrero de la región. El 7 de junio ingresó subrepticiamente a la ciudad, rodeó la casa de “Macacha” y bloqueó las salidas. Güemes intentó escapar a caballo pero recibió una herida en la espalda. Pudo llegar a la cañada de La Horqueta, donde no alcanzó a recibir adecuada atención médica y, lentamente, se desangró.
El último día de vida reunió a sus oficiales, les hizo jurar que no se rendirían, les dio órdenes precisas para derrotar a los godos y designó el coronel Jorge Enrique Vidt como nuevo comandante. Unas semanas después el ejército invasor fue derrotado y obligado a evacuar la ciudad. Fue su última incursión en tierra gaucha. La estrategia de Güemes había triunfado, aún sin él.
Salú Martín Miguel de Güemes!! Por comprender que sin la defensa de la frontera norte no hubiera habido independencia, por tu ductilidad militar y tu férrea defensa del territorio nacional y la autonomía provincial. Por ser parte esencial de la gesta emancipadora que sigue viva en la mayoría de nuestro pueblo.
Ruben Ruiz
Secretario General