Nacionalización de la telefonía en Argentina
Un día como hoy pero de 1948 el gobierno del presidente Juan Domingo Perón firmaba el Decreto 12.912 por el cual la telefonía se incorporaba al patrimonio del estado nacional y, en cuya conmemoración, se festeja el Día del Trabajador/a Telefónico.
Esta nacionalización tiene su historia.
La primera comunicación telefónica en nuestro país se produjo en 1878 cuando dos ingenieros, Carlos Cayol y Fernando Newman, se instalaron sobre la red telegráfica con aparatos caseros y comunicaron al diario La Prensa con la Administración de Telégrafos del Estado. Luego intentaron comercializar su invento y obtener una concesión pero nunca lo lograron.
En 1881 el presidente Julio A. Roca, firmó tres decretos concediendo la prestación del servicio telefónico y la instalación de redes en la Capital Federal y sus suburbios. Fue una autorización de carácter local, sin obligaciones regladas y con la posibilidad de competir que recayó en la inglesa Compañía Gower Bell, la belga Societé du Pantéléphone L. de Loch y la norteamericana Compañía Telefónica del Río de la Plata, subsidiaria de la Bell Telephone Company.
Los primeros teléfonos se instalaron el 4 de enero de 1881 en las casas del ministro de Relaciones Exteriores, el presidente de la Nación, el intendente de la ciudad de Buenos Aires, el ministro de Guerra y Marina, y la Sociedad Rural, el Jockey Club y el Club del Progreso.
La competencia fue feroz y derivó en adquisiciones sucesivas. Primero se fusionaron las empresa estadounidense y belga, posteriormente ambas absorbieron a la empresa inglesa. Nacía The United River Plate Telephone o Unión Telefónica (UT). En 1882 Buenos Aires se transformó en la ciudad latinoamericana con más teléfonos y el servicio se expandió a las provincias de Santa Fe y Córdoba. No obstante, una vez consolidadas las fusiones el primer acto del monopolio fue el aumento de tarifas y el segundo un creciente deterioro del servicio público.
Por esa razón, una parte de los usuarios conformaron el 1887 la Sociedad Cooperativa Telefónica que creció rápidamente por sus tarifas más económicas y un servicio competente. La telefonía se expandía. En 1913 ya existían 87 compañías y en 1922 llegaron a 94. Entre ellas se destacaron la Compañía Entrerriana de Teléfonos (CET) y la Compañía Argentina de Teléfonos (Mendoza y zona cuyana) que realizaron una alianza con la sueca Ericsson para la provisión de equipos y tendido de redes. Alcanzaron a conectar al 7% de los usuarios por fuera del área de penetración de UT. Es decir, el 90% de las líneas seguían perteneciendo a UT.
En esa década comenzaron las experiencias de organización sindical de los trabajadores/as de esta industria. En 1927 llegó a la Argentina la empresa International Telephone and Telegraph (ITT) y arrasó con su poderío económico. Primeramente, compró la Compañía Telefónica Argentina y en 1929 adquirió a Unión Telefónica y ejerció un monopolio más extendido en la región pampeana pero sin vinculaciones de conectividad entre sí. En 1941 solo quedaban 43 empresas que brindaban el servicio a 460.000 usuarios. Lo increible fue que, por ejemplo, desde Mendoza se podía llamar a Europa pero no a Buenos Aires y viceversa por esa desconexión operativa imperante.
En 1935 la situación de desconexión entre las empresas que prestaban el servicio en distintas regiones del país había obligado al presidente Agustín P. Justo a sancionar un decreto que obligaba a la interconexión de las redes y en 1936 a decretar la “Reglamentación completa del servicio público telefónico nacional” que declaraba la telefonía como un servicio público, fijaba como autoridad de contralor a la Dirección Nacional de Correos y Telégrafos, establecía la aplicación de tarifas “justas y razonables” y que los contratos eran precarios sujetos a cancelación. Las empresas avanzaron en su interconexión, resistieron exitosamente la regulación tarifaria y continuaron funcionando con contrarios precarios.
En 1944 se fundó la Federación Obrera de Telecomunicaciones de la República Argentina (FOTRA) liderada por Luis Gay y el 20 de abril de 1950 se consolidó a nivel nacional con la creación de la Federación de Obreros y Empleados Telefónicos de la República Argentina (FOETRA). Un ejemplo de organización obrera en una actividad con muchas trabajadoras que desempeñaban tareas repetitivas y cansadoras en las centrales telefónicas, con certificado de aptitud física, con habilidad para manejar varias comunicaciones simultáneas y que, además, debían tener conocimientos de inglés.
El alto precio de las tarifas, la falta de control efectivo por parte del Estado, la prestación del servicio con permisos precarios, la falta de una política única de comunicaciones y un durísimo conflicto con los trabajadores/as aceleraron el proceso de nacionalización. En septiembre de 1946 el gobierno compró las acciones y bienes de Unión Telefónica a cambio de 95 millones de dólares, la asunción de sus pasivos, el permiso para que ITT continuara ejerciendo por 10 años como asesor técnico con un cobro del 3% de los ingresos brutos y que su subsidiaria Standard Electric mantuviera la exclusividad en la provisión de equipos y repuestos.
Nacía la Empresa Mixta Telefónica Argentina (EMTA) y el 31 de diciembre de 1946 asumía el directorio del que formaba parte el representante de los trabajadores/as, Luis Francisco Gay. Lo que vino fue un proceso dinámico. Se compraron operadoras locales -salvo CET y CAT-, se incorporaron los servicios de la Dirección Nacional de Teléfonos del Estado y la inversión se enfocó en el Gran Buenos Aires, región que había quedado relegada con la conducción privada. En 1948 abandonó el papel de contralor de la actividad y tomó la decisión de convertirse en el verdadero proveedor de los servicios telefónicos. Nacía Teléfonos del Estado. Al calor de la Constitución de 1949 los resultados fueron impactantes.
Entre 1948 y 1953 se compraron más operadoras locales para conformar una verdadera red nacional, se abarató la tarifa en un 70%, comenzó la fabricación nacional de equipos y repuestos, se multiplicó por cuatro la cantidad de abonados, se tiraron 529.000 km líneas de cable, varios sistemas de 12 vías de transmisión simultánea, 3518 circuitos interurbanos alámbricos y de elevada frecuencia, 814 centrales telefónicas y 6400 teléfonos públicos en el Gran Buenos Aires. Con el golpe militar de 1955 las inversiones se desaceleraron y se buscó una nueva forma societaria para la empresa estatal de telefonía. En 1956 se creó Entel y se la encuadró en la órbita de la Secretaría de Comunicaciones.
En la década del ’60 se retomó un segundo período de crecimiento de las telecomunicaciones en Argentina. En 1960 el Instituto de Cálculo de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales instaló la primera computadora, una Ferranti Mercury popularmente conocida como Clementina. En 1961 comenzó el servicio de télex nacional, en 1963 se creó la carrera de Computación Científica en la UBA, en 1969 se inauguró oficialmente la Estación Terrena de Balcarce I, provincia de Buenos Aires y comenzó el servicio de teléfono medido. En 1970, se inició el telediscado con el interior; en 1972 se inauguraron la Estación Terrena de Balcarce II y la Estación Terrena de Bosque Alegre, en la provincia de Córdoba y, al final de la década, había 47.000 teléfonos públicos.
En los ochenta comenzó un declive imparable. Fruto de políticas devastadoras para Entel, conducciones erráticas y una interesada y lenta reacción ante el avance tecnológico, se produjo la privatización que fue heroicamente resistida por los trabajadores/as telefónicos pero que no pudo ser detenida, lo que dio origen a Telecom y Telefónica de Argentina. Pero esa es otra historia.
Salú, trabajadores/as telefónicos!! Por ser parte de quienes luchan para que las mayorías seamos artífices de nuestro propio destino y no instrumento de la ambición de nadie.
Ruben Ruiz
Secretario General