img_home_19
img_home_19
img_home_19
img_home_19
img_home_19
img_home_19
img_home_19
img_home_19
img_home_19
img_home_19
img_home_19
home2
img_home_19
img_home_19
img_home_19
img_home_19
img_home_19
img_home_19
img_home_18
img_home_13
img_home_13
img_home_12
img_home_11
img_home_7
previous arrow
next arrow
Shadow

Efemérides 18 de Mayo

Compartir

 

Efemérides de la Semana de Mayo

Un día como hoy pero de 1810 el virrey Baltasar Hidalgo de Cisneros, apodado “El sordo”, hizo pública una proclama y la hizo leer por los pregoneros en las calles de la ciudad de Buenos Aires (la mayoría de la población era analfabeta).
En la misma, comunicaba que ante la eventualidad de la caída de la monarquía española, la pérdida total de la Península y la falta de un Supremo Gobierno, él asumiría el poder en acuerdo con los representantes de la ciudad y de las “provincias dependientes”. Además, anunciaba que, en consonancia con los demás virreinatos, establecería una representación para sostener el carácter soberano del rey Fernando VII en estos territorios.
Un acto desesperado ante las noticias del avance francés en territorio español y la disolución de la Junta Central de Sevilla, órgano de regencia instituido por el rey Fernando VII en su ausencia. Efectivamente, el 30 de enero de ese año, las fuerzas napoleónicas habían destituido a la Junta y tomado el poder en España.
Esas noticias llegaron a Buenos Aires el 14 de mayo de 1810 en la fragata inglesa “Mistletoe” cargada de periódicos que fueron convenientemente distribuidos entre la población letrada y difundida con inusitada rapidez. Las discusiones políticas inundaron la ciudad. Las informaciones eran contradictorias pero la mayoría coincidía en que la caída de la monarquía española y la Junta sustituta eran un hecho. El café de Marcó, el de los Trucos, el de los Catalanes y la Fonda de las naciones eran un hervidero.
Otro dato importante y poco conocido era que el 18 de mayo expiraba el permiso de radicación que habían obtenido los residentes ingleses quienes mantenían fuertes vinculaciones con comerciantes criollos de pensamiento librecambista. Pugnaban por rebajas en las tarifas aduaneras que les permitiera acrecentar el flujo importador y, con ese objetivo, el mejoramiento del puerto de Buenos Aires (en ese momento existía un gran murallón de piedra extendido sobre la costa desde el Fuerte hacia el norte solo apto para grandes embarcaciones, una habilitación con muelles en la desembocadura del Riachuelo con una entrada de un metro de profundidad y una habilitación en la ensenada de Barragán de bajo calado).
De golpe, la aburrida cotidianeidad de la ciudad se había roto.
Pero no todo era monotonía y discusiones inesperadas. Hacía meses que unos cuantos personajes de la ciudad se reunían en la casa de Juan Hipólito Vieytes (aledaña a la famosa jabonería que había sido embargada por el virrey Liniers) para conjurar contra la autoridad virreinal. Mates, pasteles y guisos eran los acompañantes gastronómicos de las idas y venidas en que estaban inmersos los conjurados.
Vieytes, Rodríguez Peña, Castelli, Belgrano, Donado, Paso, Terrada, Alberti, Chiclana, Martín Rodríguez, Manuel Aguirre, Eustoquio, Díaz Vélez, José Darregueyra, Martín Jacobo Thompson, Juan José Viamonte y Francisco Planes fueron algunos de los protagonistas principales.
Ante la proclama virreinal de ese día se convocaron. Algunos en la casa de Rodríguez Peña. Otros, en la quinta de Orma, encabezados por el fray Ignacio Grela en la que participaron French, Beruti, Matías de Irigoyen, Francisco Planes y el fray Juan Manuel Aparicio, entre otros.
Castelli llegó a la casa de Rodríguez Peña a las ocho de la noche. Cornelio Saavedra llegó más tarde. Ambos venían desde San Isidro. La reunión fue intensa. Había que definir un curso de las acciones. El poder del virrey estaba debilitado y las diferentes visiones y propuestas fueron encontrando su centro. Se encomendó a Juan José Castelli y a Martín Rodríguez que se entrevistaran con el virrey y le exigieran la convocatoria de un Cabildo Abierto para definir la situación institucional en que se había sumido el virreinato a cuenta de los acontecimientos que se habían consolidado con la invasión francesa a España.
A últimas horas de la noche se apersonaron al fuerte de la ciudad y le comunicaron la decisión al virrey Cisneros, quien la rechazó de plano. Esta semana decisiva recién empezaba…

Ruben Ruiz
Secretario General 


Compartir
Volver arriba