Jueza valiente, feminista consecuente e ícono popular en la calle y en las redes
Un día como hoy pero de 2020 se despedía Ruth Joan Bader Ginsburg, jurista y jueza de la Corte Suprema de EE UU, símbolo de la defensa de los derechos de la mujer, luchadora sagaz contra la discriminación de género, goleadora serial en el logro de fallos inesperados y eficientes en la pelea desigual por el respeto de la sociedad hacia las mujeres estadounidenses.
Conocida popularmente como Notorious RGB, parafraseando el nombre artístico del famoso rapero Biggie Smalls alias Notorious BIG. Sus fallos y sus disidencias la convirtieron en una heroína de masas y un emblema femenino a seguir. Su rostro se replicaba en millones de tazas, camisetas, remeras. Se convirtió en un fenómeno en las redes. Los programas de televisión y radio aumentaban su audiencia cuando ella participaba en sus programas. Muchas/os jóvenes la adoptaron como un referente político.
Ruth nació en 1933 en Brooklyn, Nueva York, en el seno de una familia de inmigrantes judíos bastante pobres. Su madre, Celia, fue quien la impulsó a interesarse en los libros y el estudio. Cuando ella tenía dos años murió su hermana mayor. En 1950 ganó una beca e ingresó en la Universidad de Cornell donde conoció a quien sería su esposo, Martin Ginsburg.
En 1954 se graduó en Derecho y al poco tiempo se trasladó a Oklahoma para acompañar a su esposo que debía cumplir con el servicio militar. Consiguió un trabajo en la oficina de la Seguridad Social; a los pocos meses su jefe descubrió que estaba embarazada. La cambió de puesto de trabajo y le rebajó el sueldo. La discriminación se presentaba en el trabajo sin tapujos. Fue madre de una niña y en 1956, la pareja ingresó en la Escuela de Derecho de la Universidad de Harvard, donde Ruth perfeccionó sus conocimientos y fue una de las nueve mujeres ingresantes. La desproporción de género era abrumadora: había 541 alumnos varones. Sufrió discriminaciones y adversidades por su condición de mujer, inclusive del decano de la institución.
Posteriormente, trasladó su matrícula a Columbia para acompañar a su marido hasta su graduación. Su capacidad y perseverancia hizo que fuera el más alto promedio de su promoción y la primera mujer en el staff de las prestigiosas publicaciones: Harvard Law Review y Columbia Law Review.
La vida de los Ginsburg se vio sacudida cuando a Martin le detectaron cáncer. Ella cuidaba a su marido, lo ayudaba a estudiar, educaba a su hija y cursaba su propia carrera. En 1958 se recibió y con su título bajo el brazo salió a buscar trabajo. No fue fácil. Los estudios de abogados no contrataban mujeres que, además, fueran madres. Eventualmente trabajó en el despacho de un juez hasta que en 1963 ingresó como profesora en la Universidad de Rutgers y, más tarde, fue la primera profesora titular en la facultad de Derecho de la Universidad de Columbia.
Eran los años de gran protagonismo popular en las luchas por los derechos civiles y un reverdecer del feminismo. Ruth prefirió el anonimato y trabajó en forma silenciosa y constante para generar un corpus jurídico que le permitiera enfrentar la discriminación en los estrados. Se incorporó a la Unión Estadounidense por las libertades Civiles (ACLU) y fundó y dirigió el Proyecto de Derechos de las Mujeres. Poco a poco se convirtió en la mayor litigadora ante la Corte Suprema de EE UU por los derechos de las mujeres. Representó a seis clientes en diversos juicios. Ganó en cinco.
Se apalancó en la Decimocuarta Enmienda de la Constitución estadounidense, que incluye la Cláusula del Debido Proceso y la Cláusula sobre Protección Igualitaria, y creó su estrategia jurídica. Esta enmienda se utilizaba contra los casos de segregación racial pero no, para los casos de discriminación de las mujeres.
El centro de su argumentación fue que tratar de forma diferente a un hombre y una mujer era inconstitucional y construyó su ingeniería jurídica con esa premisa integral.
Un juicio famoso fue “Weinberger vs. Wiesenfeld”, en el que Ginsburg representó a un viudo a quien la oficina de Seguridad Social le había negado el subsidio existente para las mujeres que perdían a sus maridos.
Demostró que la discriminación de género también afectaba a los hombres.
En otro caso defendió a la piloto del Ejército Susan Struck que había sido expulsada de sus filas por estar embarazada. En esa época el aborto era ilegal en EE UU pero obligatorio para las mujeres militares. El juicio no terminó pero la ingeniería jurídica había comenzado a desplegarse en forma pública. Si conseguía defender la libertad de decidir en cabeza de una mujer que había sido impedida de ser madre para continuar trabajando, ese mismo corpus legal serviría para legalizar el aborto.
Así ocurrió unos años después con el veredicto en el caso “Roe vs. Wade”.
Otro caso importante, ya como integrante de la Corte Suprema, fue el llamado “Estados Unidos contra Virginia”, en el que logró anular la admisión solo para hombres en la Escuela Militar de Virginia.
Ginsburg no solo pretendía defender el caso puntual de un/una ciudadano sino crear una jurisprudencia que consolidara una cantidad de libertades civiles y se prolongasen en el tiempo.
En 1980 el presidente Jimmy Carter la designó jueza del Tribunal de Apelaciones del Distrito de Columbia y en 1993 el presidente Bill Clinton la nombró miembro de la Corte Suprema. Fue la segunda mujer en integrarla, luego de Sandra Day O’Connor. Desde su puesto logró mejorar notablemente la legislación vigente. Votó a favor de la citación de los fallos de Derecho Internacional en las opiniones de la Corte de EE UU, de la igualdad salarial entre hombres y mujeres, la legalización del aborto, en contra de la pena de muerte y a favor de los derechos de los homosexuales y la legalización del matrimonio igualitario.
Salú Ruth Ginsburg! Por tu pericia para moverte en un mundo de hombres estructurados, por lograr fallos que ampliaron derechos en un contexto de jueces conservadores y por ser una feminista eficaz.
Ruben Ruiz
Secretario General