La voz que cambió la música de Brasil
Un día como hoy pero de 1945 nacía Elis Regina Carvalho Costa, una de las más importantes cantantes de la música popular brasileña (MPB) y considerada la heredera de las cantantes de radio de su país.
Nació en Porto Alegre, estado de Rio Grande do Sul. Hija de una pareja de pequeños campesinos formada por Romeu Costa, un hombre reservado y silencioso y de Ercy Carvalho Costa, mujer de fuerte carácter. Vivió su infancia en un área de viviendas populares llamado Complejo residencial Vila do IAPI que hoy es un sitio de interés cultural por su arquitectura de estilo europeo.
Desde pequeña mostró inclinación por la música. A los siete años su madre la llevó a un programa de música infantil en una emisora local pero no pudo pronunciar una sola palabra. El pánico escénico había hecho su aparición. Cuatro años más tarde tuvo revancha. Esta vez, participó en el programa de radio para niños “O Clube do Gurí”, en la Rádio Farroupilha (emisora que actualmente solo transmite por internet). Su performance fue deslumbrante y fue invitada a ser parte del staff de chicas y chicos que cantaban habitualmente.
A los 14 años fue contratada por Rádio Gaúcha. Un par de años después firmó su primer contrato con la empresa discográfica Gravacões Elétricas (Continental) y grabó su primer LP, Viva a Brotolândia En 1962 grabó su segundo disco, Poemas de amor, un LP liviano pero que la ayudó a mezclarse en el mundillo musical carioca. Al año siguiente grabó Elis Regina con una mayor base rítmica de samba en algunos temas y una voz más afiatada. Todavía los boleros ocupaban un gran espacio musical.
Tras cartón editó O bem do amor, mayor peso de la percusión, acompañamiento más claro de los vientos y voz más definida. Fue su despedida de la compañía CBS. En 1964 se mudó a Rio de Janeiro alentada y acompañada por su padre. Ese día cambió su vida pero también la de todo Brasil: fue la jornada del golpe de estado militar que impuso la dictadura durante 21 años. Su estadía duró poco tiempo.
En 1965 adoptó Sao Paulo. Hizo dupla con Jair Rodrigues y grabaron Dois na bossa. Un éxito que se difundió en todo Brasil y les permitió conducir un programa de música popular brasileña llamado O Fino da Bossa de gran repercusión. Elis tenía claro que la radio y la televisión eran los medios masivos que permitían un contacto permanente con la mayoría de los brasileños/as y nunca abandonó ese espacio. Cantó en teatros y locales pero siempre permaneció con un pie en el éter y la imagen.
Ese año se realizó el Primer Festival de la Música Popular Brasileña. Millones de televidentes lo siguieron en vivo y en directo por TV Exelsior. Elis cantó “Arrastão”, un hermoso tema compuesto por Edu Lobo y Vinicius de Moraes, y lo ganó en forma indiscutible.
Nacía una estrella popular.
En 1966 grabó Elis, en cuyo repertorio se encontraban temas de jóvenes autores impulsores del tropicalismo: Caetano Veloso (“Boa palabra”), Gilberto Gil (“Lunik 9”), Chico Buarque (“Tem mais samba”, Edu Lobo (“Estatuinha”) y Milton Nascimento (“Cançao do sal”). Un guiño y un gesto de complicidad con ese movimiento audaz que llamaron “Tropicalia”.
En 1967 hizo una gira por Francia y popularizó el tema “Upa neginho” que habían compuesto Edu Lobo y Gianfrancesco Guarnieri. El Olympia de París y Cannes, se rindieron. Retornó a Brasil, condujo el programa “Elis Studio” y ganó la Primera Bienal de Samba interpretando “Lapinha”, de Baden Powell y Paulo César Pinheiro. Entre tanta vorágine se casó con Ronaldo Bôscoli, con quien tiene un hijo.
Su ritmo endemoniado no se detuvo. En 1968 realizó una gira por Argentina y Europa (Francia, Holanda, Suiza, Bélgica, Suecia e Inglaterra) donde grabó Elis in London. De vuelta en su tierra sorprendió con “Madalena” y la TV Globo la contrató junto a Iván Lins para conducir “Som Livre Exportação”.
Su popularidad era proporcional a su enfrentamiento con la dictadura. Las persecuciones y el exilio arrasaban y espetó en los medios que el país estaba gobernado por “una camarilla de gorilas”. Solo su popularidad evitaba su encarcelamiento. No obstante, la presión militar fue enorme y finalmente fue obligada por las autoridades a cantar el himno nacional de Brasil durante las Olimpiadas del ejército.
Ese hecho la enemistó con buena parte de los artistas e intelectuales brasileños que la acusaron de traidora. A tal punto que en la revista “Pasquim” el caricaturista Henfil realizó un dibujo en el que enterraba a Elis (La regente) junto a Wilson Siimonal, Pelé, Roberto Carlos y la escritora Clarice Lispector. Años después, Henfil lamentó la exagerada caricatura y admitió que Elis Regina y Clarice Lispector “no merecían estar en ese grupo”.
Tiempo después ella contestó con arte. Cantó “O bêbado e a equilibrista» (El borracho y la equilibrista), de Joao Bosco y Aldair Blanc, que se transformó en un himno contra la dictadura y un grito continuo por el regreso de los exilados.
En 1972 se separó. Dos años después grabó junto a Tom Jobim el disco que los críticos consideran el mejor álbum de bossa nova de todos los tiempos, Elis y Tom. Contiene una de las canciones más populares del país-continente: “Aguas de março”, junto a “Corcovado”, “Triste”, “O qui tinha de ser”, “Retrato Em Branco E Preto”. Suavidad, cadencia, swing, bossa.
En 1976 grabó otra joya. Falso brilhante. Rock and roll, soul, choro, jazz y un guiño para la música latinoamericana (“Los hermanos”, de Atahualpa y “Gracias a la vida” de Violeta Parra). “Como cosos pais”, “Velha Roupa Colorida”, “Fascinação”. Ecléctico, sanguíneo, directo.
Se casó con el pianista y compositor César Camargo Mariano con quien tuvo un hijo y una hija. Fue un momento de felicidad que se esfumó en 1980 con una nueva separación.
Sus altibajos anímicos, sus frustraciones matrimoniales, sus adicciones, se carácter que le valió el apodo de “Pimentinha”, las inseguridades que la perseguían desde su infancia, la fueron acorralando. El 19 de enero de 1982 su voz dejó de escucharse. La encontraron tirada en su habitación con las manos frías y el cuerpo caliente. La autopsia determinó sobredosis de alcohol y drogas. Tardaron horas en comunicarla. El encargado de dar la noticia fue el forense Harry Shibata, que años después, fue acusado de enseñar a los torturadores de la dictadura métodos para no dejar marcas en los cuerpos de las víctimas. Todavía hoy existen sospechas que la dictadura tuvo algo que ver con la muerte de “Pimentinha”.
El Teatro Bandeirantes se llenó de gente, lágrimas y aplausos. Se había ido una de sus voces.
Sanguínea y ciclotímica, innovadora, espontánea, contradictoria.
Salú Elis Regina! Por tu musicalidad, por tu cotidiana lucha contra los fantasmas que transformaste en arte, por hacer lío con tu voz limpia y alegre.
Ruben Ruiz
Secretario General