Moris
Un día como hoy pero de 1942 nacía Mauricio Birabent, popularmente conocido como Moris, músico argentino considerado uno de los precursores del rock nacional.
En su casa se escuchaba mucha música. Jazz, tangos, boleros, Frank Sinatra, Charles Aznavour, Doménico Modugno. Hasta que en 1956 escuchó a Elvis Presley con “Heartbreak Hotel” y le cambiaron la cabeza y los gustos musicales. A los 13 años comenzó a practicar durante horas con su guitarra acústica con cuerdas metálicas. Tiempo más tarde se consiguió un socio y salieron a cantar en bares y discotecas a cambio de la cena. Visitaba también algunos bares donde paraban marinos estadounidenses que tocaban jazz y rock. Después de las “funciones” se quedaba con ellos y aprendía tonos y nuevos solos de guitarra. Era la única manera que tenía de “estudiar” rock and roll.
Verano de 1966, pasó la temporada en Villa Gesell con algunos futuros iniciadores del rock nuestro y con su amigo Javier Martínez, ensayaron temas en la playa. Volvió a Buenos Aires, se animó y formó Los Beatniks junto a “Pajarito” Zaguri”. Y el 2 de junio de ese año salió a la venta el primer simple del rock nacional: del lado A, Rebelde y del lado B, No finjas más.
Para promocionarlo, se subieron en la caja de una camioneta medio destartalada con sus instrumentos y cantaron por las avenidas a tranco lento. La gente primero se asombró y movía tímidamente el cuerpo, luego, los comenzó a seguir cortando el tránsito. Fueron presos, pero la promoción funcionó. Fue el inicio del rock plebeyo que sigue con nosotros/as hasta nuestros días.
Continuó su vida artística como solista en bares. Tenía cierto éxito con su micrófono, los amplificadores, su guitarra y sus canciones. Pero no alcanzaba para vivir; estaba casado y tenía su primer hijo. Comenzó a trabajar como vendedor y al poco tiempo fue elegido delegado. Se generaron algunos conflictos y acordó un despido con cuya indemnización viajó a EE UU y compró instrumentos y equipos nuevos.
En 1970, se conectó con el mítico sello Mandioca que habían formado Jorge Álvarez, Pedro Pujó, Rafael López Sánchez y Javier Arroyuelo y registró su primer long play, 30 Minutos de vida. Era una recopilación de algunos temas que había compuesto en los últimos tres años. Se grabó en los estudios TNT de Buenos Aires con una consola Ampex de cuatro canales manejada por Salvador Barresi y Julio Costa (muy tangueros pero que jugaron a favor) y participaron Javier Martínez en batería, Claudio Gabis en guitarra, un jovencísimo Pappo en el bajo y Richard Green, organista de Los Inn.
Plagado de temas inolvidables como El Oso, Ayer nomás (en su versión original), Pato trabaja en una carnicería, De nada sirve, En una tarde de sol, El piano de Olivos (único tema instrumental), Escúchame entre el ruido, una premonitoria canción en defensa de la igualdad de género y contra el machismo. Imperdible, bastante acústico, iniciático, anticipatorio.
En 1974 grabó su segundo long play con RCA. Se llamó Ciudad de guitarras callejeras; participaron Lito Nebbia, Ciro Fogliata, Lalo Fransen en tumbadoras y Rodolfo Alchourron como arreglador de cuerdas. Muchos coinciden en que fue su mejor disco; más rockero y con adecuados arreglos. También tiene temas emblemáticos: Mi querido amigo Pipo, Muchacho del taller y la oficina, Tengo 40 millones, Te tocarán el timbre y El mendigo del Dock Sud.
A finales de ese año, las cosas en Argentina se estaban enturbiando y los músicos de rock no escaparon a las persecuciones. Unos de esos días, Moris dio un recital en San Telmo. Al comisario no le gustaban ni las canciones ni el poco entusiasmo que tenían por “colaborar”. De repente, explotó una bomba incendiaria y se comenzó a incendiar el local. Chau equipos, solo se salvó la guitarra.
Continuaron las amenazas y el levantamiento de actuaciones hasta que se encontró con Facundo Cabral. Hablaron de la situación y Facundo le ofreció trabajar durante un mes en el pub El Poncho, que unos amigos tenían en Madrid. Aceptó y comenzó su etapa fundacional del rock en castellano en España.
Conectó con un incipiente movimiento de rock alternativo que había en Madrid y se referenciaba en el pub rock que crecía en el Reino Unido. Rompió la monotonía de la música urbana con una versión en castellano de Zapatos de gamuza azul y desató la idea de que el rock no solo se podía cantar en inglés. Editó su disco Fiebre de vivir, que incluyó también una versión en castellano del tema Qué dije, de Ray Charles. Rápidamente, se convirtió en un referente del rock en castellano en España e influyó en varios grupos que aparecieron en la escena musical: Gabinete Caligari, Tequila, Radio Futura, Malevaje, Mermelada.
Se afincó en España donde grabó tres discos más: Mundo moderno, 13 Mujeres y Sr. Rock presente y realizó esporádicos viajes y recitales en Argentina en 1980 y 1981. En 1990 se despidió de su etapa española y volvió a su patria, sus afectos, su geografía. Llenó el Teatro Coliseo y grabó su tercer disco, Sur y después. Insólitamente, lo presentó en el Teatro Nacional Cervantes con la Orquesta Nacional del Tango. Toda una novedad para el mundo del rock nacional.
En 2001 se editó en España un disco que recopilaba los mejores temas de su estadía en ese país, El latido de la ciudad, y en 2005 salió en Argentina, Cintas secretas, que reunía clásicos de Moris y temas inéditos de épocas en las que participó en un programa de radio que conducía Lito Nebbia.
En 2011 grabó un disco con su hijo, Antonio Birabent, que se llamó Familia Canción y transmitía una particular química musical entre padre e hijo. Lo presentaron ante un desbordado Teatro Auditórium de la ciudad de Mar del Plata y el público de varias generaciones disfrutó sus diez canciones. En 2016 editó Ayer, hoy y siempre, en donde nos sorprendió con el boggie de El gusano, los ritmos flamencos de Golpea y la balada de Rubia americana junto al rock tradicional de Presidente y 40 millones y el humor en la letra de La Trampa.
Trovador callejero, filósofo urbano de las cosas simples y crudas, iniciador de una historia musical que todavía nos emociona, cantante del rock en nuestro idioma cuanto todo era en inglés, letrista valiente en una ciudad donde el pasatismo era lo común.
Un personaje querido e indispensable en nuestra variopinta tribuna popular.
Salú Moris!! Por tu impertinencia, por tu estilo directo, porque nos hacés silbar “esas” canciones hasta el día de hoy en la calle, en la playa, en un fogón o en la rueda de amigos/as.
Ruben Ruiz
Secretario General