img_home_19
previous arrow
next arrow
Shadow

Efemérides 21 de Noviembre – René Magritte

René Magritte
Compartir

 

Realismo mágico en la pintura

Un día como hoy pero de 1898 nacía René François Ghislain Magritte, pintor surrealista belga que invitó al espectador a cuestionarse la realidad en que vive. Su inspiración no provenía solo del mundo onírico sino que utilizaba elementos y escenas de la realidad cotidiana para generar su arte. Creaba imágenes ingeniosas que asombraban por su impacto visual, que buceaban en la ambigüedad y tensionaban la relación entre la obra pictórica y lo real.
Nació en Lessines, región valona de Bélgica. Hijo de Regina Bertinchamps y de Léopold Magritte, sastre y comerciante de telas. La relación con su madre fue conflictiva debido a que tenía pulsiones suicidas y debía estar encerrada en su habitación. En 1912 se escapó y se suicidó en aguas del rio Sambre. Se da por cierto que el propio Magritte estuvo presente cuando el cuerpo de su madre fue retirado del agua con un camisón enrollado en la cabeza que ocultaba el rostro. Esas trágicas imágenes impactarían en su vida y en su obra.
En 1910 Magritte había comenzado sus primeras lecciones de dibujo. Unos años más tarde inició sus estudios en la academia de la ciudad belga de Châtelet. En 1915 presentó sus primeras obras con estilo impresionista tardío. Entre 1916 y 1918, estudia en la Academia de Bellas Artes de Bruselas. En 1920 realizó su primera exposición en el Centro de Arte de Bruselas, junto a su compañero del estudio Pierre-Louis Flouquet. En los años siguientes se nota en su obra la influencia del cubismo, el orfismo, el futurismo y el purismo.
En 1922 vio _ La canción de amor_, un cuadro del pintor italiano Giorgio de Chirico (un adelantado del surrealismo), quedó profundamente impresionado y comenzó un cambio importante en su visión artística. Ese mismo año se casó con Georgette Berger, un pilar fundamental en su vida. Durante los primeros años del matrimonio fue el sostén económico de la pareja trabajando en una tienda de artículos de arte mientras Magritte consolidaba su carrera artística. Fue su musa y trabajó de modelo de varias de sus obras.
En 1925, junto al escritor Édouard Mesens fundó la revista “Œsophage” que fracasó rápidamente. Insistieron y editaron el bimensual “Marie” dedicado a la juventud. En ella colaboraron varios artistas belgas (Goemans, Souris, Nougé, Magritte, Mesens). El último número de la publicación se tituló “Adieu à Marie”. Fue la primera manifestación conjunta que unió a los futuros miembros del surrealismo belga. En 1927 Magritte expuso en Bruselas cuarenta y dos pinturas y doce papier collés y se transformó en emblema de una pintura original e innovadora, alejada de cualquier preocupación estética.
Hasta 1930 Magritte vivió en Perreux-sur-Marne, localidad cercana a París. Se relacionó, entonces, con la vanguardia artística parisina, especialmente, con algunos de los fundadores del movimiento surrealista como André Breton, Paul Éluard, Salvador Dalí, Max Ernst, Joan Miró y Jean Arp. Fue un momento de aprendizaje, debate, mixtura y de conexión entre los surrealistas franceses y belgas. No obstante, las diferencias con Breton fueron creciendo. La insistencia del creador del surrealismo para que hubiera una afiliación masiva al Partido Comunista no produjo la adhesión de los belgas que eran más discretos y amigos del anonimato (Magritte se afilió y desafilió varias veces en coincidencia o contradicción con decisiones partidarias heroicas o dogmáticas). Además estaban más alejados de todo tipo de creación sencilla y complaciente, ajenos a la escritura automática y a la pintura inconsciente; más cercanos a la filosofía y la razón.
Regresó a Bruselas y se sumergió en investigaciones artísticas que venía desarrollando, como por ejemplo, las ambiguas relaciones entre palabras, imágenes y los objetos que estas evidencian. Ya había anticipado su intención de gambetear la realidad como una percepción estanca. En 1928 había presentado “El espejo falso”: un ojo, como un falso espejo, reflejando el cielo. Recreaba el problema del espacio real frente a la ilusión espacial o “Los amantes”, una pareja con sus cabezas tapadas por lienzos besándose pero sin contacto corporal o visual. Comunicación obstaculizada, sin posibilidad de verse o escucharse con claridad. Signo de época o recuerdos de infancia.
Tras cartón, exhibió una serie de cuadros titulados “La traición de las imágenes” en la que aparece una pipa con una frase provocadora: “Ceci n’est pas une pipe” (Esto no es una pipa). Cuadro y subtitulo contradictorio. Efectivamente, era una representación y no un objeto real. Fue un cuestionamiento al entramado compuesto por la realidad, la representación y el lenguaje
En 1933 realizó una gran retrospectiva de su obra en el Palacio de Bellas Artes de Bruselas compuesta por cincuenta y tres pinturas realizadas entre 1926 y 1930 que permitieron una revitalización del movimiento y un crecimiento de su fama. Tres años después realizó su primera exposición en EE UU y amplió su radio de acción. Sumó precisión a su estilo con el desconcertante “La invención colectiva” en la cuestiona ideas arraigadas en el imaginario colectivo que carecen de realismo y sobreviven a los contextos o la enigmática “El tiempo perforado” o “La llave de los campos” o su misterioso autorretrato en “La lámpara filosófica” o el paradójico “La condición humana” donde parece representar lo mismo que oculta.
La Segunda Guerra Mundial fue un varapalo para Magritte. Su decisión de permanecer en Bélgica la ocupación nazi provocaría su distanciamiento de Breton. En medio de la debacle de las sociedades y de la ocupación nazi, se parapetó en colores brillantes y pinceladas impresionistas -sin abandonar sus figuras extrañas- que impulsaron un “surrealismo luminoso” unido a cielos inquietantes o temas macabros que evidenciaban la violencia reinante. Una caricatura oscura con colores vibrantes. Un intento de subvertir la realidad. Obras como “La vista interior”, “La cosecha”, “La quinta estación”, “Cielo nocturno con pájaro”, “Magia negra”.
A la salida del conflicto bélico el distanciamiento con el surrealismo francés fue total. Su manifiesto “El surrealismo a plena luz del día” fue definitorio. Se alejó de la ortodoxia pictórica parisina y continuó su camino. No obstante, las secuelas de la Segunda Guerra lo impactaron e inspiraron algunas obras de esa época como “Hambre”, “El lisiado” o “Mareo” que se refieren a la falta de comida, el comercio ilegal, las heridas y las migraciones existentes.
En los ’50 impactó con una pintura más minuciosa con asociaciones de elementos disímiles entre los que establece ingeniosas analogías o nexos insólitos, pero empáticos y convincentes. El bodegón surrealista de “Los valores personales”, la irónica “El sacerdote casado”, el indescifrable “La caja de Pandora”, “Golconda” y su lluvia de hombres comunes y corrientes con abrigos oscuros y bombines, la inigualable “El imperio de la luz” con su cielo azul brillante, la oscuridad de la calle y la ínfima iluminación del frente de una casa. Sueño y vigilia, la coexistencia de la noche y el día, un tono triste y alegre en la misma obra o “El banquete” con el sol del atardecer delante de los árboles del jardín. Ingenioso juego de cercanías y lejanías.
En los ’60 nos comprueba que la construcción de lo fantástico se puede realizar confrontando con los estereotipos que consumimos, dando vuelta las leyes que nos autoimponemos y traducimos como sentido común o con cuestionar algunos principios. Ejemplo de ello son “La ira de los dioses”, “La gran guerra”, “El arte de la conversación” o la famosa “El hijo del hombre”, con la inefable manzana verde tapando el rostro del personaje de traje y bombín, una introducción a la curiosidad dando por sentado que todo lo que vemos esconde otra cosa.
Maestro en el juego de duplicaciones, ausencias, representaciones dentro de representaciones y cuadros fraccionados, centrojás en el manejo del equívoco de formular la pintura como representación de la realidad, bastonero en develar la brecha entre la imagen y la palabra.
En el verano de 1967 un cáncer fulminante se llevó puesto su mundo fantástico. La manzana verde, el bombín, las luces inextinguibles, las copas y los cielos acompañaron su retirada.
Salú René Magritte!

Ruben Ruiz
Secretario General 


Compartir
Volver arriba