img_home_19
img_home_19
img_home_19
img_home_19
img_home_19
img_home_19
img_home_19
img_home_19
img_home_19
img_home_19
img_home_19
home2
img_home_19
img_home_19
img_home_19
img_home_19
img_home_19
img_home_19
img_home_18
img_home_13
img_home_13
img_home_12
img_home_11
img_home_7
previous arrow
next arrow
Shadow

Efemérides 21 de Octubre

Compartir

 

Dizzie Gillespie

Un día como hoy pero de 1917 nacía John Birks Gillespie, Dizzie, el hombre que reinventó el jazz junto a Charlie “Bird” Parker. Trompetista magistral, buen cantante y compositor creativo e innovador. Apareció cuando parecía que estaba todo dicho. Interactuaba sin filtro con el público, inflaba los cachetes de la cara en forma desproporcionada, apuntaba al cielo con su trompeta y nacían esos agudos ondulantes y esas armonías inéditas, de nuevo formato.
Hijo de un albañil, pianista en una orquesta de aficionados y religiosamente golpeador. Último de nueve hermanos. Quedó huérfano de padre a los 10 años y enfrentó otros golpes. El del racismo de Carolina del Sur. Aprendió a pegar y luego preguntar. Pero encontró en la música un alivio inesperado. Se incorporó a la banda del colegio. Primero fue el trombón, que abandonó rápido al descubrir la trompeta en casa de un vecino y quedar embriagado con su sonido. Se entusiasmó, investigó y consiguió una beca para estudiar teoría musical y armonía en el Lauringburg Institute de Carolina del Norte.
En 1935 se mudó con su familia a Filadelfia, ingresó en la orquesta de Frank Fairbax y tocó con uno de sus ídolos; Roy Eldridge. Fue un ensayo. Su objetivo era Nueva York. Ni bien llegó a la Gran Manzana hizo una prueba con la orquesta de Teddy Hill y convenció. Por su carácter extrovertido y sus movimientos vertiginosos se ganó un apodo que nunca más abandonó: Dizzie, que traducido al argentino querría decir “un poco loco”. Su debut se produjo en 1937 durante una gira europea. Puso garra, pero demostró una previsible inmadurez en sus solos.
Pero llegó 1939. Allí, tocó con verdaderos pesos pesados del jazz: el vibrafonista Lionel Hampton, el saxo alto Benny Carter, el saxo tenor Chu Berry, soportados por el ritmo polentoso del baterista Kenny Clarke. Se asentó y empezó a dar que hablar con su estilo. En 1942, por recomendación del trompetista cubano Mario Bauzá, ingresó en la orquesta de Cab Calloway donde nunca se encontró cómodo por la música que hacían e incompatibilidad de caracteres. Todo terminó en una pelea callejera con un cuchillo clavado en la pierna de Calloway y su retiro forzado.
En 1943 pasó a integrar la orquesta de Earl Hines y se produjo un acontecimiento que cambió su vida y su música. Se encontró con el saxo alto Charlie Parker. Fue en una gira en Kansas City. Inmediatamente congeniaron, elaboraron una música de alta calidad e inauguraron una nueva estética. Nació el frenético bebop, que debió su nombre a la onomatopeya del sonido que producía la cachiporra de la policía al golpear en la cabeza de un negro.
En 1944 se instalaron en el Minton’s Playhouse de la calle 52, Harlem, Nueva York y generaron históricas jam sessions con Thelonius Monk al piano, Don Byas en el saxo, Kenny Clarke en la batería y Dizzie y Charlie desarrollando este nuevo estilo. Comenzó a tocar con la trompeta cuyo caño de salida estaba hacia arriba en forma de L suavemente acostada. Siguió su camino. Dizzie se convirtió en el director musical de la primera bigband con Sarah Vaughan como cantante. Formó un cuarteto y se consolidó como la estrella del bebop. Su amigo Parker se complicaba con las drogas y el alcohol que, años después, lo llevarían a una temprana muerte.
Comenzó a experimentar con ritmos caribeños y afro. Compuso “Manteca”, un tema disruptivo para el mundo del jazz. Lo contrató la RCA, retornó a Europa y creó su orquesta por la que pasaron Thelonius Monk, Ray Brown, John Coltrane, Paul Gonsalves.
Pero ese movimiento musical tuvo su momento cúlmine en el caótico Festival de Toronto realizado el 15 de mayo de 1953 con sus máximos exponentes. Hubo un solo problema: esa noche también peleaba por el título Rocky Marciano. Gran parte de la audiencia faltó a la cita, Dizzie, fanático del box, se iba del escenario después de cada solo para ver la pelea, Parker había vendido su saxo para comprar heroína (le consiguieron uno prestado) y Bud Powell estaba borracho; el único en sus cabales fue el contrabajista Charles Mingus que registró el concierto con su grabador. La performance fue excepcional y de eso da muestra el disco que logró editar Mingus con su sello “Debut”. Pero el espectáculo fue un desastre y el resultado económico peor. Ningún músico cobró, salvo Charlie Parker que tenía pagarés firmados.
Luego de su incursión desenfrenada en Canadá, Dizzie volvió por sus fueros. Armó bandas grandes y pequeñas con excelentes músicos como Quincy Jones, Duke Ellington, Stan Getz, Oscar Peterson, Count Basie. Incursionó en el bossa nova y el calipso. Fue embajador musical de EE UU, se postuló como candidato a presidente en dos ocasiones y se dio un último lujo. En 1989 formó un dúo con el baterista Max Roach y dieron un concierto en París. Impecable, superlativo.
Salú Dizzie! Por renovar el jazz desde las tripas, por hacernos escuchar sonidos que desconocían nuestros oídos, por dejarnos nuevas armonías, por divertirte y divertirnos.

Ruben Ruiz
Secretario General 


Compartir
Volver arriba