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Efemérides 22 de Mayo – Facundo Cabral

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Protesta, humor y espiritualidad

Un día como hoy pero de 1937 nacía Rodolfo Enrique Cabral Camiñas, cantante, autor, poeta y escritor argentino que marcó un estilo popular de retratar sentimientos, de fijar pensamientos y de desarrollar una canción de protesta profunda, pacífica, precisa.
Nació en La Plata en un hogar muy pobre donde ya lo esperaban seis hermanos y hermanas. Su padre, Rodolfo, huyó de la casa familiar un día antes del nacimiento de Facundo. Sara, su madre, bancó sola la parada. Se mudaron a Berisso y luego a Tierra del Fuego. Cuatro de sus hermanos/as murieron de frío, desnutrición y enfermedades típicas de la pobreza extrema.
A los nueve años huyó de su casa. Quería conocer al presidente de la Nación ya que había escuchado que les daba trabajo a los pobres. La travesía duró unos meses. Llegado a la ciudad de Buenos Aires, preguntó por el domicilio presidencial y, ante la sorpresa general, le dieron la dirección de la Casa Rosada pero con una salvedad y una alternativa: ese señor al que buscaba era una persona muy ocupada y seguramente no lo iba a atender, pero al día siguiente estaría en La Plata para conmemorar el aniversario de la ciudad. Allí, sería más fácil acercarse.
Se trasladó a la capital bonaerense, esperó sentado en las afueras de la Catedral y cuando vio llegar a la comitiva tomó la decisión de llegar hasta el primer mandatario. Burló la custodia y cuando estaba por cumplir su cometido fue tironeado por la policía. Al ver el hecho, el presidente Juan Domingo Perón dio la orden de dejarlo libre y de acercarlo al automóvil en que se encontraba. Lo miró y le dijo: “¿Quería preguntarme algo?”. «Sí, respondió Facundo, ¿hay trabajo?”. Evita, que estaba al lado de Perón, exclamó: “Por fin alguien que pide trabajo y no limosna”. Así fue como consiguió trabajo para su madre y lograron mudarse a Tandil.
No obstante, Facundo tuvo una infancia dura. Trabajó limpiando veredas y como peón de campo. No pudo escaparle a la miseria y la marginalidad. Era alcohólico a temprana edad. Lo encerraron en un reformatorio. Se escapó y cayó preso a los 14 años por participar de episodios violentos. En la cárcel conoció a un cura jesuita que le enseñó a leer y escribir y lo incentivó a cursar la escuela primaria y secundaria. Tiempo tendría, pensó Facundo. Y encontró una red donde hamacarse. En tres años completó los estudios en forma relámpago.
Pero su genio pudo más y, un año antes de cumplir la condena, se escapó de la cárcel. En su peregrinar callejero conoció a un vagabundo. Simón, un médico judío que vivía a la intemperie, le recitó el Sermón de la Montaña; eso le cambió su manera de ver la vida y lo animó a escribir su primera canción. “Vuele bajo”. Así, fue determinando su cercanía al pensamiento religioso, como librepensador, sin ninguna iglesia, como se encargaba de declarar cada vez que era requerido sobre la materia.
Arrancó como cantor y guitarrista de música folklórica, despuntando el vicio entre los gauchos. Admiraba a Atahualpa Yupanqui y José Larralde. En 1959 abandonó Tandil y su familia; recaló en Mar del Plata. Vagó por la ciudad y se ofreció para hacer pequeñas presentaciones musicales en los hoteles. Uno de ellos lo aceptó y comenzó su vida artística bajo el seudónimo de “El Indio Gasparino”. Pasó varios años realizando actuaciones y grabando discos comerciales sin mayor trascendencia pero que le permitieron alcanzar una mejor calidad de vida y comprarle una casa a su madre, según su propio relato. En 1970, ya con el nombre de Facundo Cabral, grabó su primer éxito: “No soy de aquí ni soy de allá”. Ese tema le permitió trascender nuestras fronteras, grabar canciones en varios idiomas y cantar con Alberto Cortez, Neil Diamond o Pedro Vargas.
Esa mezcla de crítica social, sentido del humor corrosivo, reflexiones ligadas a la espiritualidad y pastillas poéticas ligadas a la paz interior de las personas o como llamado permanente para la humanidad, marcaron su sello personal, casi único, que se transformó en su identidad musical.
Curioso empedernido de la vida cotidiana y sus personajes, memorioso serial, amante de la filosofía simple y los versos directos. Fue un artista que tuvo diversas influencias: Mahatma Gandhi, Jorge Luis Borges, Jesús, Walt Whitman, Gabriel García Márquez, Krishnamurti, Lao-Tsé, John Lennon, Atahualpa, Waldo de los Ríos, Bob Dylan. Sus canciones de protesta en clave de amor y paz les sonaron subversivas a los poderosos de turno. Primero lo amenazó la Triple A y luego la dictadura militar. En 1976 partió al exilio. Primera parada México. Segunda parada, el mundo. Viajó y cantó en 160 países.
Retornó sigilosamente en 1982. Fue anfitrión musical en la inauguración del Teatro Espacios y grabó El carnaval del mundo, con arreglos y dirección de Lito Nebbia y Rodolfo Mederos; en 1983 editó El mundo estaba bastante tranquilo cuando yo nací, un divertido y cáustico monólogo plagado de reflexiones. En 1984 se reencontró con la multitud. Su fama había crecido y su tragedia personal también. En 1978 Bárbara, su esposa que estaba embarazada, Bárbara, había fallecido en un accidente aéreo. Su particular idea de la vida, la muerte y la trascendencia lo fortaleció para superar ese drama. El encuentro fue en el Luna Park. Facundo con sus anteojos, su guitarra, la armónica, el micrófono y la conexión inmediata con miles que aplaudieron, se rieron, cantaron y se emocionaron con su trovador. Repitió en Mar del Plata, lleno total, risas y lágrimas con aire de mar.
Faltaba un sello distintivo de los íconos musicales en Argentina: llenar un estadio de futbol. Lo logró. Una noche mágica en la cancha de Ferrocarril Oeste ante 35.000 personas. Soledad en el escenario, acompañamiento multitudinario en el anfiteatro que disfrutó y abrazó a su cantor de verdades simples, risueñas, contundentes.
Nos siguió entregando arte cantado y monologado. Pateando tachos, Entre dios y el diablo, Secreto, El oficio de cantor, Un canto al pueblo (con Chavela Vargas), su audiolibro No estás deprimido, estas distraído, Cantar, solo cantar, entre otros álbumes. En 1994 emprendió una gira internacional con su amigo Alberto Cortez que titularon Lo Cortez no quita lo Cabral, que mixturaba humor, poesía y canciones que los habían hecho famosos. En 1996 la Unesco lo designó “Mensajero mundial de la paz”, el presidente de Costa Rica lo propuso como candidato al Nobel de la Paz y fue miembro honorario de Amnistía Internacional.
Volvió a cantar en Centroamérica. México, Costa Rica, Guatemala. Su última actuación fue en el Teatro Roma de Quetzaltenango. Su última canción fue “No soy de aquí ni soy de allá”. Al día siguiente una bala que no era para él acabó con su vida. Muerte violenta, trágica, absurda pero real.
Salú Facundo!! Por tu sabiduría callejera inundada de libros, por tu voz irónica, por tu poesía mordaz, por no negociar la felicidad a pesar del hambre profundo heredado, por tu sencillez. Un integrante bohemio y amigo de nuestra popular imaginaria. Director en esas tardes en que nuestro equipo golea de entrada, la alegría se transforma en un coro de desconocidas caras amigas y el festival tribunero no quiere terminar…

Ruben Ruiz
Secretario General 


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