Fotografías de un mundo descompuesto y vuelto a rodar
Un día como hoy pero de 1913 nacía el fotógrafo húngaro Endre Ernő Friedmann, quien junto a la exiliada alemana Gerda Taro -pseudónimo de Gerta Pohorylle- trabajaron bajo el nombre común de Robert Capa como corresponsales gráficos de guerra y fotoperiodistas, hasta el fallecimiento de Taro. Tras ese desgraciado suceso, Friedman continuó utilizando el alias e inmortalizó acontecimientos claves de la humanidad durante la primera mitad del siglo XX.
Sus padres tenían una sastrería en Budapest pero después de la depresión económica de 1929 perdieron su local e instalaron el taller en su casa, bajo la dirección de su madre que era diseñadora de modas. La falta de espacio implicó que Endre vagara por las calles de la capital húngara durante el día. Así, mientras cursaba sus estudios secundarios, conoció a Eva Besnyo, una joven interesada en la fotografía que lo sumergió en ese mundo artístico que lo marcaría el resto de su vida.
A los 17 años conoció a otro personaje central en su vida: el poeta, pintor y editor socialista Lajos Kassák, quien lo aconsejó en el arte y en la vida, apoyó económicamente en varias oportunidades y aportó conexiones necesarias para desarrollarse en la fotografía. En 1929 se instauró en Hungría un gobierno fascista encabezado por Miklós Horthy y, entonces, Endre, como otros miles de jóvenes, se fue del país. Al año siguiente regresó, se contactó con militantes del partido Comunista y participó en las masivas marchas antifascistas hasta que fue herido y capturado por la policía.
Su destino era incierto pero la esposa del jefe de policía, clienta de la sastrería de sus padres, intercedió para su liberación. Fue puesto en libertad con una condición: que abandonara el país en pocos días. En julio de 1931 partió hacia Berlín; estudió periodismo y trabajó en la agencia “Dephot”.
Desde allí se trasladó a París. En la capital francesa conoció a David Seymour, quien le consiguió un trabajo en la revista Regards, publicación periódica de fotoperiodismo vinculada a la izquierda gala. Fue el único fotógrafo que logró retratar a León Trotsky en una conferencia en Copenhague realizada en 1932 y reproducir en una instantánea la fuerza de sus rasgos.
Comenzaba a dejar su huella de aproximación fotográfica y precisión de las imágenes, y a “patentar” el uso de cámaras pequeñas que le permitían mayor acercamiento a sus objetivos, libertad de movimiento y discreción en espacios donde la fotografía no era bienvenida.
En esos años conoció a Gerda Taro, quien sería su compañera profesional y sentimental. Trabajaba en la agencia “Alliance” como fotógrafa principiante, redactaba los pies de foto, negociaba con los clientes de todo el mundo por su destreza en manejar varios idiomas. Multifacética y vital.
Ambos crearon el seudónimo de Robert Capa que usaron en forma indistinta. Fue su sello distintivo.
En julio de 1936, al comenzar la Guerra civil española, la pareja se trasladó a España a cubrir los hechos para la revista Vu y se involucraron en los frentes de batalla de Madrid, Toledo, Aragón con las fuerzas republicanas. Inscribieron su impronta mostrando los efectos de la guerra en la población civil y, no solo, sus consecuencias bélicas. Fueron innumerables las fotos que registraron. Una fue mundialmente famosa. “Muerte de un miliciano”, tomada el 5 de septiembre de 1936 en Espejo, en el frente de Córdoba. La foto se viralizó cuando fue publicada en la revista Life y recorrió el planeta. Dado que el seudónimo era utilizado por los dos, nunca se supo quien la realizó.
Sin embargo, la tragedia dijo presente el 26 de julio de 1937. Durante un repliegue del ejército republicano cerca de El Escorial, la aviación enemiga desplegó un ataque rasante que produjo pánico. Gerda Taro se encontraba en el estribo de un jeep, cayó al suelo por efecto de un montículo de tierra que afectó la estabilidad del transporte y la oruga de un tanque que venía detrás la aplastó. Sus restos se depositaron en París con los honores de heroína republicana.
Varios años después se encontró la “valija mexicana” en la casa de un general en la cual descubrieron 4500 negativos de imágenes realizadas por la pareja durante la Guerra civil española. Un tesoro revelador de los estragos de la guerra en ciudades y pueblos y el drama en los campos de refugiados.
A partir de ese momento Endre Friedmann continuó la leyenda de Robert Capa en forma solitaria. En 1938 se trasladó a China para participar de un proyecto cinematográfico sobre la resistencia del pueblo chino ante el invasor japonés. A los siete meses retornó a España a fotografiar el fin de la Guerra civil. En 1939 ingresó a EE UU con una visa de visitante. Gracias a algunos contactos y a la ayuda de su hermano Cornell, comenzó como reportero independiente en Life. Su primer destino fue México.
A partir de 1941 fue corresponsal de guerra e incursionó en los avatares de la segunda Guerra Mundial. Recorrió Gran bretaña, Italia y el norte de África. Sin duda, sus fotografías más famosas fueron las tomadas el 6 de junio de 1944, durante el desembarco de las tropas aliadas en Normandía.
Subió al barco transportador con dos cámaras Contax réflex de 35mm, de lente fija, cargadas con un carrete de película blanco y negro de 36 fotos y una Rolleiflex cargadas con películas de medio formato. Desembarcó, fotografió y retornó a refugiarse en el barco. Solo se salvaron once fotografías “movidas”, conocidas como “Las magníficas once” que fueron suficientes para develar la tensión del momento y la locura bélica. Dos días después regresó a la playa y marchó con las tropas en Bayeux.
Luego documentó el avance de las tropas aliadas y el 25 agosto de 1944 retrató la liberación de París desde un jeep. En marzo de 1945 se lanzó en paracaídas detrás de las líneas alemanas junto a los estadounidenses y fotografió la sangrienta liberación de Leipzig, Más tarde, llegó a una Berlín liberada, destruida y famélica que retrató con precisión. Estuvo acompañado por la actriz Ingrid Bergman con quien mantuvo un enigmático romance durante dos años.
En 1946 se nacionalizó estadounidense y un año después regresó a París, donde fundó -junto con los fotógrafos Henri Cartier-Bresson, David Seymour (Chim), George Rodger y William Vandivert- la célebre “Magnum Photos”, una agencia cooperativa mundial de fotógrafos independientes. Amplió sus miras profesionales y sus enfoques. Continuó trabajando para la revista Life y también lo hizo para Illustrated o Holiday. Incorporó las fotos a color con los desarrollos realizados por Kodak.
Mezcló retratos de artistas del jet set con agudas miradas sobre la tragedia humana.
Las playas de Biarritz, el hipódromo y el casino de Normandía, las fiestas infinitas de Roma y Londres de posguerra y una serie que realizó sobre París con Cartier-Bresson, “Chim” y Dennis Stock con textos de de Irwin Shaw, Paul Bowles y Colette que se transformó en un himno a la ciudad. Las imágenes de lugares más problemáticos como Sicilia, Túnez, Israel, Polonia, Checoslovaquia o Vietnam. Personajes como Ernest Hemingway, Orson Welles, Ingrid Bergman, Humphrey Bogart y Ava Gardner junto a fotos de la vida familiar de Picasso o ciudadanos de a pie en la Unión Soviética, en un claro desafío a la retórica unilateral de Occidente que se había desatado con la Guerra Fría.
En 1954 se encontraba en Japón y fue destinado por la revista Life a cubrir la guerra en Indochina. El 25 de mayo acompañaba a una unidad francesa que combatía contra los vietnamitas en el delta del río Rojo; bajó del jeep para adelantarse y tomar unas fotografías. Pisó una mina antipersonal que lo destrozó. Murió minutos después en el hospital.
Detonó su último click retratando a esos soldados que avanzaban entre la hierba. Murió en su ley.
Salú Robert Capa! Por captar en tus imágenes emblemáticas muchos momentos, gestos, lugares, y retratar la indecencia de la guerra que transforma a los seres humanos en salvajes e impotentes para encontrarnos y construir una vida posible sin la apetencia desmedida de los poderosos.
Ruben Ruiz
Secretario General