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Efemérides 23 de Agosto – Éxodo Jujeño

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Cuando dejar todo significó el inicio de la victoria

Un día como hoy, pero de 1812 comenzaba el Éxodo Jujeño emprendido por el Ejército del Norte bajo las órdenes del general Manuel Belgrano y la mayoría de la población de San Salvador de Jujuy y los campos aledaños. Fue una retirada estratégica hacia Tucumán en la que se aplicó la teoría de tierra arrasada para no facilitarle casa, alimento, ganado, mercancías ni cosa alguna que le fuera de utilidad a sus enemigos. Los cultivos fueron cosechados o quemados, las casas destruidas y los productos comerciales fueron llevados a Tucumán.
San Salvador de Jujuy era una ciudad pequeña pero privilegiada por su ubicación. Estaba en la desembocadura de la Quebrada de Humahuaca y se erguía como la confluencia entre las provincias “de arriba” y “de abajo” del Virreinato del Río de la Plata. Su dinamismo económico y comercial la transformaba en una plaza importante. Hasta allí llegaba el camino carretero que la unía con Buenos Aires. En cambio, el transporte hacia el Bajo y Alto Perú se debía realizar en mulas o burros, dirigidos por arrieros. El conocimiento que tenían del territorio y los caminos, y su habilidad para acomodar la carga sobre los animales, hacía de los arrieros jujeños personas requeridas y respetadas.
Los invasores españoles sabían de la importancia estratégica de San Salvador en lo militar y económico y de su influencia social. Su primera acción fue tomar y saquear la ciudad de Cochabamba. Luego se apoderaron de Chuquisaca, Oruro y la Paz. Y, finalmente, sumaron tropas en las cercanías de Suipacha para dirigirse raudos hacia el objetivo.
Belgrano se había hecho cargo pocos meses antes del Ejército del Norte. Habían retornado unos 800 hombres -después de la devastadora derrota de Huaqui- semidesnudos, sin armas y afectados por el paludismo. Rápidamente los reorganizó, los rearmó y los dotó de una nueva disciplina que influyó en la moral de la población. Repartió tierras para que los soldados tuvieran verduras y hortalizas suficientes para alimentarse y cuyo excedente pudieran vender. Creó la compañía de Guías, la de Baqueanos, la de Cazadores y el Cuerpo de Castas. En poco tiempo contó con 1500 hombres con instrucción militar.
Además impulsó la participación popular en forma práctica y efectiva. Creó la sección de Maestranza, verdadera fábrica volante, que resultó clave durante los acontecimientos inmediatos. Estuvo formada por artesanos expertos, maestros armeros, herreros, plateros, talabarteros, carpinteros, costureras, sastres y sombrereros que fabricaban y reparaban todo tipo de armas (sables, lanzas, bayonetas, cuchillos, cañones), como también picos, palas y herraduras, prendas para los soldados (camisas, pantalones, calzado) o monturas y frazadas.
Finalmente, recibió 400 armas enviadas por el Primer Triunvirato que completó el armamento de su pequeño ejército. La pertenencia y la lealtad también fueron claves para soportar los indescifrables tiempos por venir. El 25 de mayo de 1812 realizó un acto que influyó decisivamente en la psicología de la población y elevó su fervor patriótico: ordenó al canónigo Juan Ignacio Gorriti bendecir la bandera celeste y blanca en la catedral de la ciudad. Ese hecho amalgamó aún más a los jujeños y a los refugiados de Tarija y Chichas y afianzó la confianza colectiva ante un panorama poco halagüeño y de pronóstico preocupante.
No obstante, los sectores más acomodados de San Salvador de Jujuy no participaron de esta gesta colectiva sostenida por hombres, mujeres, ancianos y niños que se enfrentaron a la incertidumbre y el destierro. Algunos emigraron hacia el sur, otros ocultaron parte de sus pertenencias e, inclusive, el arzobispo de Salta mantuvo una conspiradora y fluida correspondencia con el jefe de las fuerzas realistas, mariscal de campo José Manuel de Goyeneche, hasta que fue descubierto por Belgrano y expulsado de la ciudad.
Mientras el ejército realista por el general Juan Pío Tristán y compuesto por 4000 hombres avanzaba inexorablemente.
En ese contexto, Belgrano dio inicio al Éxodo y dejó la retaguardia al mando de Eustaquio Díaz Vélez y su irregular cuerpo de caballería: Los Patriotas Decididos, formado por 200 hombres que hostigaron permanentemente a las tropas realistas y retrasaron su marcha desde Humahuaca hasta las cercanías de Tucumán. Fue una caminata de 360 km (a razón de incansables 50 km por día) paralela a la actual Ruta Nacional 34. Los soldados realistas los perseguían. Cuando los invasores llegaron el 24 de agosto a San Salvador de Jujuy se encontraron con un espectáculo desolador, de un silencio aterrador y un vacío sorprendente.
Absortos y enfurecidos continuaron su marcha, tomaron la ciudad de Salta y avanzaron hacia la columna patriota. Pero el 3 de septiembre cometieron un error. Una avanzada enemiga atacó a la retaguardia comandada por Díaz Vélez que reaccionó con suma rapidez, derrotó a los realistas en el combate de Las Piedras y tomó preso a su jefe, Agustín Huici.
Esta acción impulsó al general Manuel Belgrano a tomar una osada decisión. Desobedecer las órdenes del Primer Triunvirato de retirarse hasta Córdoba, detener el Éxodo y presentar batalla al invasor. Así fue que días después los derrotó en la batalla de Tucumán, posteriormente en la Batalla de Salta y recuperó la región para las Provincias Unidas del Río de la Plata. El pueblo jujeño retornó a su ciudad y el Cabildo comenzó a sesionar nuevamente el 4 de marzo de 1813.
En honor al coraje demostrado por ese pueblo que lo acompañó en el Éxodo, el general Belgrano donó al Cabildo de San Salvador de Jujuy la bandera que los acompañó en la gesta y otra bandera, creada por él para la ocasión, de raso blanco en la que hizo pintar el escudo de la Asamblea del Año XIII.
Salú a los hermanas y hermanos jujeños!! Que demostraron una disciplina férrea y un alto sentido de patriotismo para despojarse de todo y ser parte de una estrategia que les bendiga permitió recuperar su tierra y participar en forma indisoluble de la gesta nacional.

Ruben Ruiz
Secretario General 


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