Arsenio Erico
Un día como hoy pero de 1977 se despedía Arsenio Pastor Erico Martínez, futbolista paraguayo que ostenta el récord de ser el máximo goleador de la Primera División del futbol argentino (junto a “Angelito” Labruna) y el mayor goleador en una sola temporada de campeonatos largos. Para muchos de los que tuvieron la suerte de verlo jugar y de los periodistas deportivos fue el mejor centrodelantero de nuestro futbol y del continente.
Nació en 1915 en el Barrio Obrero de Asunción. Hijo de Margarita Martínez, oriunda de Villarrica y ascendencia española y de Guillermo Erico, de ascendencia italiana. Su infancia estuvo delineada por el estudio y “jugar a la pelota” con sus amigos. Cursó sus estudios primarios en la Escuela General Díaz. La secundaria en el Colegio Nacional y luego en el Natalicio Talavera. Sus primeras gambetas y goles los hizo para el equipo del Colegio Salesiano de Vista Alegre (“Salesiano chico” porque el “grande” era el de María Auxiliadora) que llamaban “Los Azules”. Tenía 10 años.
A los 16 años debutó en el primer equipo del Club Nacional (Paraguay). Fue el 27 de setiembre de 1931 contra Sol de América en la Quinta Uriarte. Ganaron 2 a 1. En esa época el gran rival del “Tricolor” era el Club Libertad comandado por Delfín Benítez Cáceres, delantero temible que también fue su gran adversario en el futbol argentino.
En 1932 se inició la Guerra del Chaco, entre paraguayos y bolivianos. Fue devastadora. Murieron 60.000 soldados bolivianos y 30.000 paraguayos y hubo una enorme cantidad de heridos, mutilados y desaparecidos. Arsenio Erico se alistó como voluntario junto a sus amigos a pesar de ser menor de edad.
El presidente del Club Nacional era el comandante César Molinas que había reconocido el talento del joven jugador desde un primer momento. En ese tiempo, el director de la Cruz Roja Paraguaya, Andrés Barbero, propuso formar un seleccionado de futbol para disputar partidos amistosos y recaudar fondos que permitieran atender a la masa de heridos por la guerra y por las enfermedades infecciosas y psicofisiológicas derivadas del conflicto, el clima extremo, la falta de agua y el hambre.
La idea fue tomada por la Liga Paraguaya de Football Association y Arsenio Erico fue convocado. “Usted va a servir a la Patria, pero no desde el frente de batalla, sino recaudando fondos para asistir a los heridos”, le dijo el presidente del Club Nacional y se le otorgó un salvoconducto para que pudiera integrar dicho equipo.
El primer partido del seleccionado paraguayo de la Cruz Roja se disputó en Goya, provincia de Corrientes, y derrotó al combinado local por 4 a 3. En total jugaron 26 partidos en Argentina y Uruguay. El desempeño de Erico fue excepcional: marcó 56 goles de los 81 que hicieron en la gira. Inmediatamente River Plate e Independiente de Avellaneda se fijaron en él y compitieron por su pase. Vencieron Los “Diablos Rojos” y lo contrataron por 5.000 pesos de prima por dos años y 200 pesos de sueldo. Antes de partir a la República Argentina, Erico donó a la Cruz Roja Paraguaya el total de la prima que los directivos argentinos le habían anticipado.
Debutó en 1934 con la camiseta del “Rojo” frente a Boca Juniors en la vieja cancha del “xeneize” de la calle Brandsen. Fue 2 a 2. Solo se olfateó la pólvora del paraguayo. En el partido siguiente comenzó su amor con las redes en territorio argento. Fue contra Chacarita Juniors. Dos goles al legendario Eduardo “Pibona” Alterio. En esa temporada convirtió 12 goles y en la siguiente otros 22 gritos. En el medio tuvo que superar una infección y dos fracturas del brazo.
Además, produjo una jugada que causó sensación: “el escorpión”. Intentó cabecear tirándose hacia adelante, pero al no conectar el balón, resolvió la jugada con un doble taco en el aire. Golazo y delirio. Años después, el arquero colombiano René Higuita hizo popular esa jugada.
En 1937 infló la red en 48 ocasiones en 34 partidos. Un récord anual que aún hoy se mantiene. Tercer subcampeonato al hilo. Todavía la suerte le era esquiva. En 1938 el “Rojo” explotó y Erico también: 43 goles en 30 partidos. Esa cifra exacta de goles era la que debía concretar para ganar un premio de una marca de cigarrillos. Lo ganó y lo compartió con sus compañeros de equipo. Campeones por primera vez y una “yapa colectiva”.
En 1939 convirtió 41 goles en 32 partidos. Bicampeonato asegurado y otro récord: primer jugador en salir goleador de tres torneos consecutivos. Para muchos periodistas deportivos ese equipo es considerado comparable con el Real Madrid de Alfredo Di Stéfano y la selección brasileña campeona del mundo en 1970 con Pelé de número diez.
Delantera notable: Vilariño (Maril), De La Mata, Erico, Sastre (Reuben) y Zorrilla. Y el paraguayo endemoniado.
Los hinchas y el periodismo no se cansaron de sugerir apodos: “El paraguayo de oro”, “El hombre de goma”, “El aviador”, “Mister Gol”, “El saltarín rojo”, “El mago”, “El semidios” y más.
Continuó su marcha goleadora hasta que tuvo un encontronazo con los dirigentes de Independiente en 1942. No renovó su contrato y volvió a Paraguay. Cumplió un sueño muy sentido. Salir campeón con su querido Club Nacional. Final agónica ganada a Cerro Porteño.
La presión de los simpatizantes “rojos” hizo que volviera al año siguiente. Jugó tres años con bastante efectividad y en 1947 transpiró la camiseta de Huracán sin convertir goles. Fue su despedida del futbol argentino. Volvió al Club Nacional en el período 1948-1949. Fue jugador y entrenador a la vez. Convirtió 21 goles en 26 partidos y logró un subcampeonato.
Luego de cinco años de entrenar a su club originario, retornó a la Argentina y se aquerenció. Siempre tuvo una vida privada alejada del bullicio mediático. Se mantuvo soltero hasta que en 1960 contrajo matrimonio con Aurelia Blanco.
Escribió Eduardo Galeano: “Él tenía, escondidos en el cuerpo, resortes secretos. Saltaba el muy brujo sin tomar impulso, y su cabeza llegaba siempre más alto que las manos del arquero, y cuando más dormidas parecían sus piernas, con más fuerza descargaban de pronto latigazos al gol. Con frecuencia, Erico azotaba de taquito. No hubo taco más certero en la historia del fútbol. Cuando Erico no hacía goles, los ofrecía, servidos, a sus compañeros.
Y un sabiondo del futbol como Alfredo Di Stéfano concluyó: “Erico es diferente a todos, a todo lo que vi. Un jugador notable. Todo lo que engloban, sin exagerar, las cinco letras de la palabra crack. Para mí, un malabarista de circo, un artista. Perdón, un gran artista”
Disciplinado, acróbata, solidario, humilde, generoso, desinteresado, apasionado del futbol, lector de novelas policiales, amante del mate en invierno, del tereré con mucho pohâ ro’ysâ en verano y de la música paraguaya, habitante del oeste bonaerense con cafetería propia frente a la estación Ramos Mejía.
Un frío invierno de 1977 su corazón pidió tregua. La “doble visera” enmudeció. Independiente se hizo cargo de los gastos del sepelio y el entierro. Una caravana con miles de hinchas arrancó en Avellaneda y dejó sus restos en el cementerio de Morón. Fueron 65 kms. de dolor y agradecimiento. Era sábado. Al día siguiente el “Rojo” jugó con River Plate y ganó dos a uno. La popular gritó los goles y cantó un estremecedor “Se siente, se siente, Erico está presente”.
En 2010 sus restos retornaron a su Paraguay natal.
Salú Arsenio Erico! Un artista del futbol, un amigo del gol, un creador de alegrías colectivas.
Ruben Ruiz
Secretario General