Día del Payador
Un día como hoy pero de 1884 se producía el primer combate de payadores que se haya registrado en la historiografía del Río de la Plata. Se produjo en la localidad de Paysandú, República Oriental del Uruguay, entre el payador argentino Gabino Ezeiza (el Santos Vega “negro”) y el pionero de la payada uruguaya Juan de Navas.
En honor a ese encuentro se conmemora el Día del Payador en Argentina cada 23 de julio.
Gabino Ezeiza, hijo de esclavos y discípulo de “Pancho” Luna, había nacido entre los barrios de Montserrat, San Telmo y Balvanera y vivía en Floresta. Espontáneo, popular, satírico, improvisador natural, artista itinerante que profesionalizó la payada e introdujo el contrapunto (payada entre dos cantores o duelo cantado).
Juan de Nava, cantor oriental y pionero del género en su país, habitante del barrio Sur. Irónico, de poesía jocosa, buena voz y también artista itinerante.
Ese 23 de julio las guitarras acompañaron a los payadores que habían elegido ese punto medio en el litoral uruguayo para encontrarse. Sucedían las rimas sobre amores, paisajes, cruces bravos, alegrías y tristezas. Luego de un largo rato de entrevero poético y musical, Gabino Ezeiza desniveló el resultado a su favor al improvisar “Heroico Paysandú” con ritmo de milonga. Un canto a la resistencia de los sanduceros en notable disparidad de fuerzas ante los invasores portugueses y brasileños aliados a las topas coloradas al mando del general Venancio Flores que sitiaron la ciudad en tres oportunidades. Aplauso cerrado y final de la disputa fraternal.
La payada es un género poético-musical utilizado para expresar sentimientos, reflexiones y describir la realidad circundante en la que el cantor (el payador) debe improvisar su relato en forma hilvanada y coherente con rima y musicalidad. Puede ser sobre lo que sucede en esos instantes o sobre temas propuestos por el público. Hábil arte de sobrepique si lo hay…
Expresiones similares son el versolarismo vasco, la regueifa gallega y el trovo alpujarreño que se nutren de las antiguas culturas griega y romana, de tradiciones asiáticas y formas musicales del Mediterráneo musulmán.
Los versos de la payada son siempre octosílabos. El tema se debe presentar en los primeros cuatro versos y ejecutar su desarrollo en los siguientes seis. El pensamiento contenido en la estrofa debe concluir en el décimo verso. La característica esencial de este género narrado es la improvisación rápida. La base musical es el punteo de las cuerdas de la guitarra aunque también pueden finalizar con un rasgeo. La tonalidad más usual es en mi menor.
La improvisación rimada puede estar a cargo de una persona o a dúo (contrapunto). En este caso, cada payador responde las preguntas de su contrincante y luego pregunta de la misma forma. Este tipo de payada concluye cuando uno de los dos intérpretes no consigue responder la pregunta de su contrincante.
El origen de la palabra payador es difuso. Algunos sostienen que es una derivación española de una palabra del romaní ibérico que es payo (campesino o paisano) y su variante catalana “pagés”. Una posibilidad es que dicha palabra derive del latín “pagus” (país) que en la versión hispana se transformó en “pago”, usada para denominar territorios relativamente pequeños.
En Argentina y Uruguay este género se arraigó con fuerza e identidad propia. También tuvo un desarrollo importante en el estado brasileño de Rio Grande do Sul y en Paraguay y Chile.
El primer payador registrado en nuestras tierras fue Simón Méndez, alias “Guasquita”, un soldado patriota que enfrentó a los ingleses en las dos invasiones a Buenos Aires.
La lista de payadores en nuestro país es profusa: Santos Vega, Martín Castro (El payador rojo), Guillermo Silva, Aída Reina (la primera payadora oficial), Higinio Cazón, José Galisteo, Antonio Caggiano, Luis Acosta García, Evaristo Barrios, Nemesio Trejo, Pablo Vázquez, Eduardo Salces, Toto Mora (el payador de los corrales), José Betinotti (el último payador), Víctor Di Santo, María Albana, Ángel Montoto, Alejandro Rojo, Cayetano Daglio (Pachequito), Tomás María Davantes, Marcelino Moya (el primer sacerdote payador), entre otros y otras.
Uruguay tuvo lo suyo: Arturo de Nava (Montevideo), Juan Eugenio Sallot (Paysandú), el “Indio” Bares (Colonia), Florentino Callejas (San José), José Curbelo (Canelones), Gavino Sosa (Rocha), Nilo Caballero (Lavalleja), Juan Carlos López (Treinta y Tres), Gustavo Guichon (Florida), Pedro Medina (Durazno), Héctor Umpiérrez (Montevideo), entre otros.
Hoy los payadores modernos se emparentan con el freestyle o rap de improvisación y el subgénero del trap, más electrónico y que va marcando un camino propio. Ritmo expansivo, juego de ingenio poético, rapidez mental, duelos verbales a full, mezcla de discurso y canción que se libra en batallas rítmicas que a veces desembocan en las multitudinarias Batalla de los Gallos o en batallas musicales nacionales y/o internacionales que llenan parques y plazas.
Nombres extraños que sintonizan mitología griega con frases televisivas, música del litoral con versos sicodélicos, pobreza sistemática con flash de fama y van delineando una cultura urbana que se difumina en el territorio juvenil. Nuevos payadores a veces irónicos y otras veces inentendibles para generaciones anteriores: Wos, Trueno, Duki, Ca7riel, Paulo Londra, Cazzu, Lit Killah, Bizarrap, Khea, Nicki Nicole, Sara Hebe, Shecka.
Nuevas estéticas que tratan de expresar lo que se ve y lo que no. Lo que ilusiona y lo que duele, la flor y la daga con sed, la retórica estudiada y lo instantáneo, la biblia y el calefón.
Se mantiene el ritual del verso, el contrapunto, el desafío oral hasta el agotamiento.
Salú payadores de ayer y de hoy!
Ruben Ruiz
Secretario General