Anton de Kom
Un día como hoy pero de 1945 se despedía Cornelis Gerhard Anton de Kom, escritor y activista anticolonial y sindical surinamés, luchador consecuente por la libertad de su país y contra la discriminación racial en el mundo.
Nació en 1898 en Paramaribo, ciudad de la antigua Guayana Holandesa, actualmente República de Surinam. Hijo de una pareja humilde formada por de Adolf de Kom, antiguo esclavo y agricultor y de Judith Jacoba Dulder, una mujer libre (no esclava) y agricultora.
Cursó sus estudios primarios y secundarios en escuelas públicas de su ciudad natal y se recibió de bachiller con especialización en contabilidad. En 1916 ingresó a trabajar en la empresa Balata Compagnieën Suriname Guyana (Compañía Balata en Surinam y Guyana) que producía un producto similar al caucho y lo exportaba. Las condiciones laborales eran muy malas y el tipo de tareas eran muy duras. Los que más sufrían sus consecuencias eran los trabajadores/as no calificados que habían sido esclavos recientemente liberados.
Era la época en que las potencias europeas habían creado la “economía de las plantaciones” en sus colonias, basada en la esclavitud (luego reemplazada por mano de obra “libre” o diversas maneras de servidumbre) y la explotación intensiva de los recursos naturales de cada región dominadas a través de las políticas de conquista.
Anton de Kom sufrió esa realidad, advirtió esta situación de explotación en dos escalas y comenzó a organizar a sus compañeros/as. La agudeza de sus opiniones y la eficacia de su práctica concreta llevó a que sus compañeros/as lo llamaran “Papá de Kom”.
No obstante, emigró hacia Haití en busca de un trabajo mejor. Permaneció un año en la Société Commerciale Hollandaise Transatlantique (Sociedad Comercial Holandesa Transatlántica) y luego emigró hacia Países Bajos. Ingresó como voluntario en el Regimiento holandés de Caballería “Húsares”, se retiró y trabajó en una consultora de la ciudad de La Haya en la que fue despedido por una reorganización empresarial. Finalmente, ingresó como representante de ventas de una empresa de café, té y tabaco en la misma ciudad.
Observó cómo funcionaba la maquinaria militar, el mecanismo de colonización con los países que producían materias primas, el modo de comercialización que generaba ingentes ganancias para la metrópoli europea y la arbitrariedad de los empresarios para despedir trabajadores/as.
Se unió a foros sindicales de izquierda y grupos políticos nacionalistas. Especialmente, se relacionó con la diáspora nacionalista indonesia que también habían sufrido la invasión holandesa en su nación. Estudió en profundidad el proceso colonial ejecutado sobre su país y comenzó a consolidar la idea de que esos territorios debían ser independientes.
En 1926 se casó con Petronella Borsboom, que había sido compañera de trabajo en una de las empresas de La Haya y con quien tuvo una hija, Judith Jacoba que falleció al año. Su involucramiento, su comprensión del fenómeno colonial y sus consecuencias y su consolidación intelectual lo encaramaron como uno de los líderes anticoloniales a nivel global. La precisión de sus artículos, ensayos y discursos y sus planteamientos reflexivos se comenzaron a publicar en diferentes periódicos y revistas del ámbito de las izquierdas (particularmente en los medios comunistas) y de los colectivos nacionalistas en los diferentes exilios.
Se transformó en una voz prestigiosa de los desheredados de una parte del mundo. Además, dirigió organizaciones humanitarias como la Ayuda Roja internacional y cofundó una de las ligas anticolonialistas más importantes de esa época. Fueron 10 años intensos y prolíficos.
A finales de 1932 retornó a su patria. Abrió un despacho político-sindical que se especializó en ayudar a los trabajadores/as explotados y en conflicto y en organizarlos. Al poco tiempo fue detenido en las oficinas del Procurador General. Los obreros reaccionaron y se convocaron en masa en la plaza Oranjeplein, actualmente denominada Onafhankelijkheidsplein, para exigir su liberación. El 7 de febrero fue el día de máxima tensión. La policía abrió fuego sobre la multitud. Hubo varios muertos y una treintena de heridos. Aún hoy los trabajadores/as surinameses conmemoran esa fecha como el “Martes negro”.
El 10 de mayo, sin ningún juicio previo, Anton de Kom fue ingresado ilegalmente en un barco y deportado a Países Bajos. Se encontraba desocupado pero con entereza moral. Participó de varios mitines con otros desempleados y publicó su obra más conocida: “Nosotros, esclavos de Surinam”. Bajo la apariencia de un recorrido historiográfico de su país, se transformó en el primer llamamiento público por su independencia y un escrito pormenorizado de las tradiciones y la cultura afro como así también en una denuncia sobre la discriminación racial y las nefastas consecuencias económicas y sociales del colonialismo ejercido por los europeos.
Tomó la denominación Sranam, nombre originario de Surinam e invocó el sentido de un país de madera y agua sin límites para desgranar su impronta anticolonial, antirracista y anticapitalista con argumentos sólidos, datos realistas, poesía caribeña y honestidad brutal.
Fue un libro inmerso en la denominada “Literatura de la negritud” que no solo denunció el racismo sino también la explotación de la clase dominante sobre los oprimidos del mundo. Fue una referencia junto al jamaiquino Marcus Garvey que impulsó un gran movimiento de regreso de los negros/as a su África natal o el haitiano Jean Price-Mars que promovía el movimiento de la negritud y defendía la importancia del aporte de los esclavos a la cultura de su país.
Cuando se desató la Segunda Guerra Mundial, Anton de Kom se enroló en la resistencia holandesa. Se unió a los grupos comunistas de La Haya y escribió en su periódico “De Vonk” que denunciaba el terror nazi en las calles de la ciudad. El 7 de agosto de 1944 fue detenido por las tropas pardas en el barrio costero de Scheveningen y enviado al campo de concentración holandés llamado “Camp Vught”.
A los pocos días fue trasladado al campo de Sachsenhausen, en el estado alemán de Brandeburgo, donde fue parte de la mano de obra esclava utilizada para fabricar los bombarderos Heinkel. Finalmente, recaló en el campo de concentración de prisioneros políticos ubicado en Sandbostel, entre Bremen y Hamburgo, donde falleció un oscuro día de 1945 a causa de una persistente tuberculosis.
Lamentablemente la mayoría de sus escritos fueron destruidos o extraviados. Su legado sigue presente en el pueblo surinamés y en los neerlandeses que luchan contra el olvido del pasado colonial naranja. Una estatua de su figura se encuentra en el distrito de la Infancia de Frimangron, en Paramaribo y su vida y obra tuvieron que ser incorporadas al plan de estudios de Historia nacional de Países Bajos.
Negro, pobre y opositor a los poderosos del mundo que enfrentó al racismo y la injusticia social con perseverancia y un idioma entendible para su pueblo y los desposeídos en territorios lejanos en América, África y Asia.
Salú Anton de Kom!! Por tu talento para unir la literatura con la apropiación del indelegable sentimiento de independencia, tu aporte creativo a la cultura negra global y tu coraje vital.
Ruben Ruiz
Secretario General